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¿Entendiste, por qué tuve que hacerlo?

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Es común que los padres, profesores, encontremos en nuestros discípulos acciones que no tienen “ni pie ni cabeza”, que puedan llevar a un final feliz o desastroso, inclusive válido para todos, pero ¿por qué con mayor incidencia en niños y jóvenes e inclusive adultos?

Pudiéramos achacarlo al desconocimiento, la inmadurez, el riesgo, el reto ante lo prohibido, los consejos (buenos o malos), la falta de comunicación, en fin, un sinnúmero de hechos que de no ser atajados a tiempo pueden conllevar a equivocaciones, que posteriormente nos dejarían huellas difíciles de borrar.

Es algo tan necesario que el alumno, estudiante, cuando se converse con él o ella (a quienes correspondan en función del entorno académico o laboral), debamos de estar claro, que lo explicado o argumentado, fue comprendido, que logró entenderse, convirtiéndose en una enseñanza real.

Y les cito varios ejemplos, que conllevan a una mejor comprensión:

  • No todas las personas somos iguales, somos diferentes, de aquí la necesidad de aceptarlas con sus virtudes y defectos y sobre todo en su forma de actuar y pensar, por ejemplos las religiones, las creencias, las culturas.
  • Enseñar a que debemos escuchar a los demás, donde se argumenten las razones que conllevaron a la toma de decisiones argumentando sus razones y con ello evitar la actuación precipitada con ira o enfado, desesperación o tristeza, mejor aún sí nos ponemos en el lugar o situación de esa otra persona.
  • Indagar, investigar el origen de la falla, antes de emitir un juicio o una decisión que podría ser mucho más lesiva.

Todo lo anterior nos conduce a un valor “previo”, como es la tolerancia[1], entiéndase “Cualidad personal que implica la capacidad de aceptar las opiniones, creencias, normativas y sentimientos de los demás, comprendiendo que las diferencias de puntos de vista son naturales, inherentes a la condición humana, y que deben ser respetadas y aceptadas sin ninguna crítica por ello”, valor que debemos poseer los que tenemos el compromiso y la voluntad de educar, en el seno familiar, el centro de estudio, el laboral, y no como hechos aislados “Hasta aquí me toca a mí, el resto le toca a la escuela a la universidad, al centro de trabajo[2]”, de aquí la necesidad de una continuidad, tangible a través del Boletín del desempeño del estudiante, expediente académico[3].

Para lograr una adecuada comprensión, cuyo significado nos denota: La actitud de ser tolerantes, así como respetuosos hacia los actos y sentimientos de otros, y entender parte de sus realidades”, contiene elementos comunes y que se reiteran con la tolerancia, donde una vez más reafirmamos que los valores se manifiestan con mucha coherencia entre los mismos y por ende cuesta identificarlos unos a otros.

Lo que, si es importante destacar la necesidad de que lograr que la persona comprenda, requiere en todo momento de la búsqueda de una solución, y no la ausencia de una respuesta.

Menos, si no somos el mejor ejemplo siendo intolerantes y siempre considerar que la última palabra la tenemos los adultos, sea razonable o no, sin olvidar que todos necesitamos ser comprendidos y apoyados en diferentes áreas de nuestra vida, porque alguna vez fuimos niños y tuvimos la suerte de ser escuchados.


[1] Ya abordado con el artículo: “Estoy de acuerdo con el planteamiento y lo respeto”

[2] En el caso de los trabajadores, el expediente laboral.

[3] Mal llamado boletín de notas, con anexos donde se detalla la conducta a modo de resumen.

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Le invitamos a leer más del autor:

Ernesto González Valdés

Nació en la ciudad de La Habana, Cuba y es nacionalizado Nicaragüense tiene estudios superiores de Licenciatura en Pedagogía y posgrados en Química Orgánica y elaboración de materiales didácticos.

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