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Día Internacional de La Paz

Tanmi Tnam

La Organización de las Naciones Unidas desde el año 1981 señaló que cada 21 de septiembre sea el Día Internacional de la Paz. Ciertamente, mujeres, hombres y pueblos de todo el mundo necesitan vivir en paz. Cuando se habla de paz, se refiere a equilibrio, tranquilidad, seguridad y armonía en las relaciones entre personas y grupos. La paz respeta y propicia vida. La paz solamente es posible en un mundo donde cada persona y cada pueblo de cualquier lugar, origen y religión gocen de igualdad y justicia en el contexto en que viven con responsabilidad y libertad. Una mirada a los hechos que acontecen sobre la faz de la tierra, nos damos cuenta que hay guerras, hambre, desnutrición y pobreza que son indicadores de sufrimiento y dolor que nos dicen que hemos perdido la percepción, la sensibilidad interior y los valores que sirven para construir y vivir en paz. Cada día se mueren muchas personas porque impera la violencia en todas partes y en cualquier momento.

Para vivir en paz, especialmente en contextos multiétnicos, es necesario eliminar el racismo, la discriminación, la humillación, el desprecio, los complejos de superioridad, el odio y la imposición. Estas actitudes generan conflictos y no apoyan a la construcción de la paz. Los Estados, los pueblos y el mundo entero necesitan hacer un alto y reflexionar cómo disminuir el uso del pensamiento y la acción que hacen uso de la violencia y de la guerra para imponer la paz. Es necesario revisar los principios que sostienen el poder con violencia, también aquellos principios que orientan el fomento de la riqueza con base al despojo de bienes y el uso del terror. Las generaciones actuales deben dar paso a la formación del liderazgo que haga uso del diálogo, la solidaridad, el afecto, la confianza y el trabajo conjunto para asegurar la paz a la humanidad. Líderes que se apoyan en pensamientos y acciones violentas ponen en peligro las manifestaciones de vida del planeta.

En nuestro país, la paz está en problemas cuando hay casos que están siendo criminalizados o encarcelados algunos líderes comunitarios, defensores de los derechos humanos, defensores de la Madre tierra, defensores de los ríos, los que dedican su tiempo a la conservación del bosque, entre otros. En estas condiciones simplemente no hay paz. Los que hacen bien el trabajo, alguien que denuncia la corrupción, el líder que denuncia la impunidad y es perseguido, no pueden vivir en paz. Los que buscan la justicia y no son atendidos con cordialidad, no resuelven su problema o necesitan dinero para ser atendidos, no viven en paz. El hambre, las enfermedades, la desnutrición, la pobreza y la miseria limitan vivir en paz.

Para alcanzar la paz, es necesario el reconocimiento y vigencia de los derechos humanos individuales y colectivos. Cada uno de los pueblos de Guatemala, debe gozar de los servicios públicos gratuitos y de calidad en educación, salud, justicia, seguridad y salud del medio ambiente.  La paz es posible con el respeto a la vida, la solidaridad, el diálogo, la construcción de proyectos políticos con la participación de todos los pueblos tratando de alcanzar el buen vivir que propicia bienestar para todos.

Los pueblos originarios de Guatemala, necesitan de un proceso permanente de formación para identificar actores y acciones de racismo, desigualdad, injusticia y discriminación en actividades de la administración pública y otros espacios. La educación para la paz debe estar dirigida a todos los sectores y pueblos cuyo resultado es aportar pensamiento, estrategias y acciones que hagan posible la democracia y la paz.

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