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Eduquemos a nuestra familia

Petardo

La violencia de género nace de normas perjudiciales, abuso de poder y desigualdades de género. La violencia de género constituye una grave violación a los derechos humanos; al mismo tiempo, se trata de un problema de salud y protección que pone en riesgo la vida.  

En Guatemala debemos todos a evitar los delitos sexuales que cada día han sido más comunes. Llegan al extremo de que ni los carros de alquiler se puede estar seguro. Esta semana acaban de dar a conocer por medio de un boletín quienes con valentía están enfrentando ese problema que todo debemos de combatir.  «Las duermen en los taxis»: así denunciaron asociaciones civiles el secuestro y abuso sexual de mujeres en San Juan Sacatepéquez. Este domingo 18 de septiembre, un grupo de asociaciones de sociedad civil y comunitarias denunciaron actos de violencia sexual y abusos contra mujeres en San Juan Sacatepéquez. «Una de las tantas maneras de operar es que las duermen en los taxis, luego aparecen en terrenos baldíos o aldeas lejanas”, dijo la promotora psico jurídica de Eprodep. 

El término violencia sexual hace referencia al acto de coacción o amenaza hacia una persona con el objetivo de que lleve a cabo una determinada conducta sexual, por extensión, se consideran también como ejemplos de violencia sexual, «los comentarios o insinuaciones sexuales no deseados, o las acciones para comercializar o utilizar de cualquier otro modo la sexualidad de una persona mediante coacción por la relación de ésta con la víctima, en cualquier ámbito, incluidos el hogar o el lugar de trabajo».   La violencia sexual se manifiesta con actos agresivos que mediante el uso de la fuerza física, psíquica o moral reducen a una persona a condiciones de inferioridad para imponer una conducta sexual en contra de su voluntad.

Este es un acto que busca fundamentalmente someter el cuerpo y la voluntad de las víctimas.  Los casos más frecuentes de violencia sexual son ejercidos sobre niños (la pedofilia y el abuso sexual intrafamiliar) y la violación de mujeres. El delincuente sexual lo puede ser en exclusiva (sobre todo en el caso de los pedófilos), pero también puede ir acompañado de otros perfiles delictivos, tal es el caso de robos, agresiones, maltrato físico, etc.  El agresor sexual no es necesariamente un desconocido para la víctima; en ocasiones es, precisamente, su cercanía cotidiana a la misma la que le ha facilitado un determinado grado de confianza que ha derivado en la imposición de una determinada relación.La mayoría de las víctimas son mujeres ya que los datos de la OMS indican que 1 de 3 mujeres han sufrido algún tipo de violencia sexual (2021).

A lo anterior se le suma que aproximadamente solo el 5% de las víctimas lo reportan a la policía (Organización Mundial de la Salud, 2013). La mayoría de los agresores de este tipo de violencia son hombres. Esta predominancia del agresor sexual masculino se debe a diversos factores. En el origen de la violencia sexual se encuentran, al menos, tres factores esenciales: En primer lugar están los factores psicológicos: la imposibilidad de conseguir la excitación sexual sin el uso de la violencia; la falta de autocontrol; una autoestima deficitaria en lo sexual; la ausencia de empatía sexual, que puede llevar a una distorsión cognitiva que justifique su agresión (a ella le gusta, ella lo ha buscado, el sexo con niños es darles cariño…); algún trastorno de personalidad; una historia personal como víctima de abusos sexuales; etc.  En el caso de las violaciones, por ejemplo, en muchas ocasiones más que el placer sexual es la necesidad de satisfacer necesidades de dominación, autoafirmación, competitividad o poder las que están en el origen de estas. En segundo lugar, están los factores sociales: el prestigio que da la violencia para ciertos individuos en determinados grupos sociales; la cosificación de la mujer a través de los medios de comunicación y lenguaje sexista; etc. En tercer lugar, están los factores situacionales: como el consumo de drogas y alcohol, el contagio emocional de la vivencia grupal, pertenencia a alguna pandilla y antecedentes de abuso sexual o físico en la niñez. Es importante que todos eduquemos a nuestros hijos sobre este tema.

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Leonel Guerra Saravia

Médico y cirujano con maestrías de ciencias sociales, política, relaciones internacionales y filosofía.

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