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La hambruna en Irlanda

Editado Para La Historia

Admiradores y detractores de los Estados Unidos están de acuerdo en algo fundamental. Es un gran país. Uno de los elementos que contribuyó a la grandeza de los Estados Unidos es el flujo de inmigración que ha tenido desde antes de que fuera una nación independiente. No es difícil encontrar en las ciudades norteamericanas barrios enteros donde residen ciudadanos de otros países: la Little Italia, el Chinatown, la Pequeña Habana, la Pequeña Haití, los barrios mexicanos de las grandes ciudades norteamericanas… Chicago es la segunda ciudad polaca del mundo.

Hubo un fuerte flujo de inmigración de gente buena y trabajadora que llegó de Irlanda. En grandes cantidades. Es por eso por lo que, con tanto fervor y alegría, en los Estados Unidos se celebra el 17 de marzo, día de San Patricio, patrono irlandés. Ese día salen a las calles las gentes vestidas de verde, color representativo de Irlanda, se ven representaciones de tréboles y hombres disfrazados de lepechaun, el famoso, travieso y pelirrojo duende irlandés, siempre vestido de verde.

Pero ¿cuál fue el motivo para que tan grandes cantidades de irlandeses llegaran a los Estados Unidos? Porque debemos decir que si bien este país recibió el mayor contingente, hubo un momento en la historia de Irlanda que sus hijos emigraron también a Canadá, a Australia y a Inglaterra. Estoy hablando en particular de los años 1845 a 1850. La razón tiene nombre: tizón tardío, una terrible plaga provocada por un hongo, cuyo nombre científico es Phytophtora infestans. Pero ¿cómo es que un solo hongo causó esta estampida de irlandeses hacia el extranjero?

Debemos remontarnos al comienzo de los años 1500, a la época del descubrimiento y conquista de las Américas. En el imperio inca se cultivaba un tubérculo que a todos nos gusta: la papa, también llamada patata en España. En Perú existen más de 400 variedades diferentes de papa. Los españoles la trajeron primero a su país y de ahí pasó con rapidez al resto de Europa. Los franceses no querían comer el tubérculo por considerarlo venenoso aunque sí comían sus hojas. Le pusieron el nombre de “pomme de terre”, manzana de tierra, porque es cierto que la textura de los dos productos es muy similar. Los alemanes le pusieron el nombre de kartoffel, nombre con el que pasó al ruso. Irlanda no fue la excepción. En estos momentos, Irlanda formaba parte de la Gran Bretaña. Era y sigue siendo un país mayoritariamente católico. Al llegar los ingleses a conquistar las tierras irlandesas, se apropiaron de las tierras y se las alquilaron a algunos individuos que a su vez, para sacarles jugo, las subparcelaban para arrendárselas a los campesinos pobres.

La papa se aclimató con mucha facilidad en Irlanda, porque encontró tierras y condiciones climatológicas favorables, a saber, clima muy lluvioso y tierras de turba. Los campesinos estaban obligados a sembrar para los propietarios de la tierra, quienes exigían fundamentalmente el cultivo de trigo, trigo que se enviaba prácticamente en su integralidad a Inglaterra. El campesinado irlandés se tenía que contentar con una pequeña parcela en la que cultivaban papa. Y las razones son muchas. En una pequeña parcela de papa que, por demás, es muy fácil de cultivar, se produce suficiente cantidad de papas como para alimentar a toda una familia durante casi todo el año. Amén de que carece de algunas vitaminas, la papa es un alimento rico y un ser humano puede alimentarse solo de papa en sus tres comidas diarias. Y era eso lo que comía más de la mitad de los irlandeses… solo papa acompañada por un poco de productos lácteos… los más afortunados

Pero había un problema mayor. En Irlanda se cultivaba una sola variedad de papa. Desde América, se presume que, desde el valle de Toluca, viajó el hongo del tizón tardío. De México pasó a Estados Unidos y de Estados Unidos a Europa y al resto del mundo. Si bien en otros países europeos el daño fue mitigado por el hecho de que cultivaban más de un solo producto, en Irlanda la pudrición de las plantas de papa fue una verdadera catástrofe. Pero es necesario puntualizar que la catástrofe no fue solo natural. En Inglaterra existía un fuerte sentimiento xenófobo contra los irlandeses. Eran considerados inferiores, haraganes y poco fiables. Por demás, católicos, el peor de los males para un anglicano. Los políticos de la época incluso proclamaban abierta y públicamente que lo que ocurría en Irlanda era un castigo divino.

Un primer ministro de la época, a ocultas, trajo una importante cantidad de granos de maíz importado de los Estados Unidos, pero fue tarde. Los irlandeses no sabían cómo utilizar esos granos de maíz y, por demás, el maíz carece de vitamina C, por lo que se presentaron casos de escorbuto. Los irlandeses que emigraban por cientos de miles salían de su país debilitados y enfermos. Amontonados en la cubierta o en las bodegas de los barcos, como mercancía barata, hacían el viaje que podía durar, en el caso de Australia, varias semanas. Muchos no llegaron a su destino.

Lo más lamentable es que, en ese momento, Irlanda formaba parte del imperio más rico, más poderoso y grande del mundo. Si bien en suelo inglés, de alguna forma, se intentaba palear la pobreza de sus ciudadanos, muchas veces con medidas tomadas personalmente por la propia reina Victoria, a los irlandeses se les abandonó en el más puro estilo malthusiano. Se calcula que el 12% de la población murió directamente de hambre o de enfermedades a ella relacionadas. Si contamos con los que emigraron, Irlanda perdió más de la mitad de sus pobladores en este momento.

Las medidas eran tan draconianas que los campesinos que no podían pagar el arriendo de sus tierras eran echados a la calle. Se destruían sus casas para que no pudieran regresar. El irlandés moría.

Desde el punto de vista cultural, esta hambruna también fue una desgracia porque era en el campo donde fundamentalmente se hablaba la lengua nativa de ese país, el gaélico. Habiendo muerto o emigrado los campesinos, el idioma se fue perdiendo poco a poco a favor del inglés. Desde el punto de vista político, a posteriori, Inglaterra tuvo que pagar un precio muy alto porque, y con mucha razón, los irlandeses consideraron que desde Londres se podía haber hecho mucho más para, de alguna manera, ayudar a quienes finalmente eran sus súbditos.

Esto llevó a un fuerte movimiento independentista que culminó en 1926 con la creación de la República de Irlanda. En estos momentos, la isla se encuentra dividida entre la República de Irlanda e Irlanda del Norte. En Irlanda del Norte viven fundamentalmente anglicanos y aún continúa siendo parte de la Gran Bretaña. Los problemas ocasionados por esta hambruna hace ya 180 años siguen presentes, ahora exacerbados por el Brexit y los estira y afloja en la frontera que divide las dos partes de la isla. Hoy, la República de Irlanda forma parte de todas las instituciones europeas, de la OTAN y también del espacio Schengen. Gracias al trabajo de los irlandeses, que nada tienen de vagos ni de holgazanes, este país puede considerarse hoy como un país rico.

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Franck Antonio Fernández Estrada

traductor, intérprete, filólogo ([email protected])

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