La tierra: Un paraíso enfermo
Sueños…
En un rincón del universo, en una zona al extremo de una galaxia, nació un planeta capaz de albergar vida. La fantástica creación de seres capaces de comunicarse, tener sentimientos, reproducirse, evolucionar, transformarse, tener sexo, generar colores, sabores, sonidos, superficies, olores, vibraciones. Aquellos seres que manifestaban vida, eran plantas, animales, combinaciones maravillosas de ellos mismos. Era un trino de la naturaleza, una bendición, un lugar eternamente cambiante. Un mundo radiante de belleza, era una realidad maravillosa, que generaba colores y resplandecía azul en todo el universo, como otros millones de planetas, que en su infinidad pueden albergar la realidad angustiante y milagrosa de la vida. Era lo maravilloso obtenido por la prestidigitación de la casualidad, de magia de la vegetación, de los millones de animales que puede crear la naturaleza. Millones de años tardó el planeta en dar sus frutos, la creación y evolución de la vida. Y, su creación más perfecta tenía que aparecer. Un ser con un cerebro capaz de ser inteligente. Pudo ser una rama, un vegetal, un tigre, un zorro, un réptil. Pero, el cerebro superior apareció en un primate. Unos seres que aparecieron harán 60 millones de años, y que en la evolución del paraíso alcanzaron la inteligencia hará 20 mil años.
Este ser inteligente, resultado de la fortaleza de la evolución, tuvo dos caminos para usar su capacidad de pensar y diseñar. Uno, pudo comprender que era una pequeña parte de la creación y que tenía que convivir en armonía y respeto del resto de seres vivos. Dos, decidió imaginar que era un ser especial, creado para dominar, hacer sufrir, someter y aniquilar al resto de seres vivos y todo el planeta para satisfacer sus necesidades. Decidió la segunda opción, se sintió superior, no siéndolo y se inventó que un ser superior lo había creado para dominar todo el planeta. Hoy, 20 mil años después, este ser superior ha empezado el final de su tarea histórica: destruir la vida en el paraíso y convertirlo en una sólida piedra sin vida en el vasto universo.
En su más reciente informe[1], el WWF, señala lo siguiente: Nos enfrentamos a dos emergencias interrelacionadas, que generan amenazas extraordinarias para las condiciones de vida en el planeta, y que son provocadas por el ser humano, con su prodigiosa capacidad de producir y consumir masivamente, generando un crecimiento espantoso de la cantidad de seres humanos sin límite para el planeta. Esas emergencias son: el cambio climático y la pérdida de biodiversidad. Es decir, la destrucción de ríos, mares, bosques y especies es una amenaza real para todos los seres vivos.
Según los científicos, nuestro futuro depende por completo de la biodiversidad y de la estabilidad climática, tenemos que comprender y actuar sobre las causas últimas del deterioro ambiental y la pérdida de diversidad de la vida en este que fue hace mucho un paraíso.
WWF nos alerta: “el cambio de uso del suelo sigue siendo actualmente la mayor amenaza para la naturaleza, pues se destruyen o fragmentan los hábitats naturales de muchas especies de flora y fauna terrestres, de agua dulce y marinas.” El humano solamente toma consciencia de sus impactos cuando su propia existencia se ve limitada o tiene problemas, le importa un comino la suerte de especies de animales, árboles y plantas.
Prácticamente es imposible limitar el calentamiento global, incluso no eliminarlo sino tan solo reducirlo a un 1,5 °C, en su afán de aumentar el inútil PIB, como símbolo de “prestigio”, el humano avanza en el cambio climático que, junto al desmesurado aumento poblacional y de consumo, ya es la principal causa de pérdida de biodiversidad en todo el mundo.
Los analistas nos hacen un llamado a todos los humanos, que recobremos los sentimientos de caridad y solidaridad entre nosotros y con el resto de los seres vivos. Todos tenemos los mismos derechos, todos debiéramos de gozar de una vida tranquila y sin ser amenazados. De lo contrario lo que quede del planeta será un peligro mortal e inminente para todos.
El informe de WWF, es una de las pesadillas más horribles; sin quererlo nos abrumaba con toda clase de calamidades y de horrores futuros. Nos recuerda WWF que hay un descenso abominable del número de especies que vivían en el planeta hace poco; “un descenso medio del 69% en la abundancia poblacional relativa de especies animales de todo el planeta entre 1970 y 2018. Latinoamérica registra el mayor declive regional de la abundancia poblacional media (94%) y, en cuanto a especies, las poblaciones de agua dulce muestran un mayor descenso general a nivel mundial (83%)”.
Un resumen aterrador, en apenas 50 años el humano en su voraz apetito suicida ha destruido casi el 70% de las especies de la creación. Los “latinoamericanos” somos de los humanos más destructivos, y en general la maquinaria que usamos para saquear bosques, mares y ríos tienen un impacto suicida sobre la creación que duró millones de años.
Concluye este documento con una predicción más aterradora que los libros apocalípticos de las religiones: “Es sobrecogedor… en un momento en que por fin estamos empezando a comprender las repercusiones cada vez más profundas de las crisis interrelacionadas del clima y la naturaleza, así como el papel fundamental que desempeña la biodiversidad para mantener la salud, la productividad y la estabilidad de los incontables sistemas naturales de los que dependemos, tanto la humanidad como toda la vida en la Tierra.”
[1] WWF (2020). Informe Planeta Vivo 2022. Hacia una sociedad con la naturaleza en positivo. Almond, R.E.A.; Grooten M.; Juffe Bignoli, D. y Petersen, T. (Eds). WWF, Gland, Suiza.

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