Ninata Rawrarichisun o Revivamos el Fuego
Llegó a mis manos el libro REVIVAMOS EL FUEGO de la poeta, compositora y cineasta Nora Alarcón. Esto fue en el marco de la conferencia sobre literatura quechua dictado por la poeta, docente e investigadora Gloria Cáceres. El trabajo de Nora en las diferentes ramas del arte que maneja, la ha llevado a ser merecedora de diversos premios y menciones.
Poética:
Nora, en su libro, está dividido en dos, hay un cuento, donde el idioma quechua se escucha como un canto dulce, y la segunda parte es de poesía. Divide su poética tanto en idioma quechua por un lado y su traducción al español en la siguiente página. El canto a la tierra, al terruño, es el estandarte que lleva presente en esta poética. Identificar su yo poético y su yo lírico es bien marcado en su poética.
Sus poemas son como un río. Sus aguas no son las mismas conforme van corriendo, tienen la fuerza telúrica, la melancolía, el gozo, la angustia. Lo observo en el poema “Nuestra Poesía” (pg. 15)
“Cuánto sufrimiento nos trajo/ el habernos vuelto parias de pronto/”. Empieza el poema, volvernos parias. Completamente diferentes y ajenos a la tierra y al pensamiento… “Las canciones que sueles cantar poeta/ están viajando por el cenit del viento turbulento/ muy por encima de la miseria/ sensible al dolor de aquellos que no pueden expresarse/ Por eso ellos/ esperan con ansiedad la revolución completa de los sueños/ con la poesía de mi pueblo”.
La nostalgia también es bien marcada en sus letras. Así lo encontramos en el poema Cuando Yo Huía (pg. 21)
“Cuando ya resonaron las balas en nuestras cabezas/ me encuentro confundido a las orillas del río/ ¿Dónde está el amanecer?/ ¿Dónde está todo?/ ¿Dónde, dónde?”
La poesía, no solo es la expresión de los sentimientos, también es la experiencia artística de lo indecible. Los versos de Nora Alarcón están dotados de alegorías, símbolos, muestra una reminiscencia de los lugares y el terruño. Específicamente de Ayacucho que es la tierra de nuestra laureada poeta. Leamos los versos de su poema Rellano de Esperanza (pg. 35) donde nos abre la posibilidad a la esperanza, a ese anhelo que nunca muere.
“En la lluvia se acrecienta tu presencia/ la noche te trae desde muy lejos/ para revestirte en este rellano/ en este jardín donde me invade el sueño.
Memoria sagrada de mi madre/ en que esta soledad quisiera que me protejas en un abrazo/ tu súplica callada/ me dice que no me olvidas/ en tus besos que no se enfrían”.
Relación con el lector
Existe, en la memoria del lector, la poeta surrealista argentina Alejandra Pizarnik (1967) sobre la relación del poeta con el lector. Y cito:
“Si me preguntan para quien escribo, me preguntan por el destinatario de mis poemas. La pregunta garantiza, tácitamente, la existencia del personaje. De este modo somos tres: yo, el poema y el destinatario… el triángulo ideal depende del destinatario o lector. Únicamente el lector puede terminar el poema inacabado, rescatar sus múltiples sentidos, agregarle otros nuevos. Terminar equivale, aquí, a dar vida nuevamente, a recrear…”
El poeta recrea no solo su pensamiento, vivencias, sentimientos. Es el lector el que intenta, en su memoria, recrear esa sensación que el escritor quiso transmitir. La exquisitez del lenguaje, muchas veces, no conjuga ni complementa con la sencillez de lo expresado a través de la pluma. Y es que el poeta no busca, con palabras grandilocuentes darse a entender, sino, a través de la simplicidad del léxico busca generar una emoción que se da en cada palabra. Como dije una vez, sentí el quechua una lengua dulce, talvez para otros no sea de esa manera.
La poesía crea una matemática pura. No necesitas números complejos para darte cuenta que en la poesía solo confluyen tres elementos: el poeta, el poema y el lector, y, como dirían los amantes de la matemática, forman el trinomio perfecto, no sería cuadrado porque no se duplican los elementos, pero con los que trae, es más que suficiente para formar ese triángulo equilátero que el poeta entrega el poema al lector y este regresa al poeta creando ese sincretismo especial de doble dirección, creando así lo que se denomina el trinomio cuadrado perfecto.
“…un lector franco, que nos dijera de sus preferencias literarias, su lista de autores preferidos, nos revelaría seguramente que, las más de las veces, no son motivos técnicos los que le llevan a tener por favoritos tales autores o tales tipos de lectura. Al contrario, la consideración artística mueve a contadísimos lectores, a los dotados de una gran cultura y un exquisito gusto y refinado. Los demás se dejan mover, en primer término, por impresiones completamente personales que dicen referencia al pensamiento fundamental… en cuanto evocan recuerdos de la propia vida, o halagan sentimientos o ideas actuales del que lee… en virtud de la cual suele ver, en lo escrito por el autor lo que no hay, interpretando a su manera lo que este dice o haciéndole decir cosas muy distintas a las que quiso expresar.” (R. Altamirano 1929, p. 71)
Quiero decir, para concluir esta reseña que, la obra poética Revivamos el Fuego tiene esa capacidad de adentrarse a los diferentes gustos de lectura. Desde el más sencillo al más fino y exquisito de los amantes de la lectura. El poeta debe ser filósofo, educador, historiador. Crea historias a través del uso del lenguaje poético y eso lo convierte en un libro, no solo para el plan lector dentro de los centros educativos, sino también, en un referente de la historia, la vida y la naturaleza que la rodea.
Le invitamos a leer más de la autora: