La necesaria reingeniería del estado
Lugar Hermenéutico
Sin duda alguna, el 20 de octubre, del cada vez más lejano 1944, es una de las fechas más emblemáticas, si no es que la más, en la historia contemporánea de Guatemala, hay quienes siguen rumiando los fantasmas inventados por la CIA, “una puerta al comunismo en la región”, vaya historieta, mientras otros le vemos como el punto de inflexión que demarco un redireccionamiento en la cosa pública del país.
Dependiendo del lado que queramos ver la luna, de esa manera se interpreta este momento, lo que no puede pasar inadvertido, es que fueron 10 años de modernización del Estado, priorizando el bienestar de las mayorías, por algo se le recuerda a este tiempo como el de la primavera democrática, el resto de la historia es un terrible desenlace por todos conocido, que justo ahora aún padecemos, que incluso ha sido novelizado por el Premio Nobel, Mario Vargas Llosa, en su obra, “Tiempos recios”.
77 años después de este importante punto de inflexión, merece la pena repensar como estamos saliendo al encuentro del centenario de esta fecha, ¿cómo podría estar Guatemala el 20 de octubre de 2044?, igual, mejor o peor que aquel contexto.
Con que indicadores, económicos, sociales, ambientales, estará Guatemala al momento de estar festejando un siglo de su revolución del 44. No importa si para ese entonces estemos vivos o no, es necesario pensar que país, que sociedad que medio ambiente le estamos heredando a los hijos, a los sobrinos, a los nietos.
Todo futuro se construye sobre la interpretación de un pasado y de la acción en el presente, pero no podemos cada año seguir celebrando sobre lo que fue y no volverá, es necesario que los diferentes sectores sociales y económicos del país, se planteen una verdadera reingeniería del Estado para el corto, mediano y largo plazo.
Ese largo plazo podría darnos ese horizonte temporal para el 2044, que nos permite plantear un Estado incluyente y que brinde oportunidades para que las personas nacidas en cada rincón de este lindo país, expandamos a plenitud nuestro máximo potencial.
Por ahora, lo que seguimos llamando Estado, no es más que una fábrica multiplicadora de asimetrías en casi todos sus órdenes, basta tomar cualquier indicador social para confirmar dicho enunciado.
Así mismo, algunos de los logros de la revolución del 44, han quedado rebasados en sí mismos, por ejemplo, lo que sucede en el IGSS, o bien la Autonomía de la USAC o del Comité Olímpico Guatemalteco, por mencionar tres ejemplos.
La Reingeniería del aparato burocrático del Estado guatemalteco, es una prioridad impostergable, que mejor fecha para fijar un horizonte temporal para el centenario del 44, para plantearnos un imaginario de Estado moderno que responda a los intereses de la población y no de sectores en particular ni de extremos ideológicos desfazados, que son vitales para un conversatorio académico, en el mejor de los casos, o bien una discusión de cantina en las muchas cervecerías que afloran el paisaje local.
Sin embargo, discusiones validas, pero insuficientes para el pragmatismo necesario para alcanzar mínimos acuerdos, en una sociedad que necesita eliminar las hambrunas de su gente, elevar el nivel de vida de la población y mejorar sus indicadores económicos, sociales y ambientales, que hoy diversos organismos, le sitúan en la cola de la región.
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