Señor Ned Price: Usted es portavoz de la estulticia de Joe Biden
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Señor Edward Ned Price, portavoz del Departamento de Estado: recientemente declaró usted que el Gobierno Estados Unidos de América está alarmado por las acciones que se han emprendido en mi patria, Guatemala, contra magistrados, jueces y fiscales que combaten la corrupción, y contra defensores de los llamados derechos humanos. Su declaración me impone este juicio: el gobierno del presidente Joe Biden es gobierno de la estulticia.
He aquí algunas razones de mi juicio, señor Price:
Primera. Es estulticia del gobierno del presidente Biden ocuparse abusivamente de los asuntos internos de Guatemala, sin que los guatemaltecos hayan solicitado que se ocupe de esos asuntos, o sin el consentimiento de los mismos guatemaltecos. No puede serle prohibido al gobierno del presidente Biden alarmarse por esos asuntos; pero debe guardar su alarma en algún rincón de la Casa Blanca, y abstenerse de convertirla en motivo de hostil asedio o arrogante agresión a la soberanía de Guatemala.
Segunda. El Ministerio Público, institución creada por mandato de la Constitución Política de Guatemala, debe emprender la persecución penal de quien presuntamente ha delinquido. No importa que el ciudadano sea magistrado, juez o fiscal, o defensor de los llamados derechos humanos. Es estulticia del gobierno del presidente Biden pretender que determinados ciudadanos acusados de delinquir estén excluidos de persecución penal. Tal pretensión es delictiva. Séame permitido acusarlo de incitar a delinquir, y declararlo defensor de la criminalidad en Guatemala.
Tercera. El régimen judicial de Guatemala no debe concederle a ningún ciudadano el privilegio de ser eximido de proceso judicial penal. No importa que el ciudadano sea magistrado, juez o fiscal, o defensor de los llamados derechos humanos. Es estulticia del presidente Biden pretender que determinados ciudadanos sean eximidos de tal proceso. Tal pretensión es delictiva. Séame permitido insistir en acusarlo de incitar a delinquir, y declararlo defensor de la criminalidad en Guatemala.
Cuarta. Las decenas o centenas de magistrados, jueces y fiscales, y de defensores de los llamados derechos humanos, que se han exiliado, no son exiliados. Son prófugos, y deben ser capturados y sometidos al proceso penal que intentan eludir. Es estulticia del gobierno del presidente Biden pretender que las autoridades judiciales de Guatemala declaren que esos prófugos son gloriosos exiliados, y los inviten a volver y concederles privilegiada impunidad. Tal pretensión es delictiva. Séame permitido insistir nuevamente en acusarlo de incitar a delinquir, y declararlo defensor de la criminalidad en Guatemala.
Quinta. Un motivo de aquella alarma del gobierno del presidente Biden ha sido la persecución penal del juez Miguel Ángel Gálvez, acusado de cometer varios delitos de los cuales ha sido víctima la justicia misma, y quien, aparentemente, ha huido de nuestro país, y es ahora un prófugo. Es estulticia del gobierno del presidente Biden pretender que el juez Gálvez es inocente, como si ya hubiera sido juzgado y absuelto. Tal pretensión es no solo estulta y delictiva, sino también absurda y abusiva.
In suma, señor Price, es estulticia del gobierno del presidente Biden pretender que el régimen de investigación criminal, persecución penal, acusación, proceso penal y sentencia, de Guatemala, se someta servilmente a ese gobierno para complacer su interés político e ideológico de defensa de la criminalidad y clamor impunidad. Es estulticia del presidente Biden, la vicepresidente Kamala Harris, los senadores y los diputados del Partido Demócrata, el Secretario de Estado, Antony Blinken; usted mismo y el embajador en Guatemala, William Popp, genuino embajador de la estulticia. Sugiero moderar esa estulticia. Algún sabio de antigua Grecia advirtió que “todos los excesos son malos”.
Señor Ned Price: el estulto gobierno del presidente Biden debería estar alarmado, no por asuntos internos de Guatemala, sino por asuntos internos de Estados Unidos de América, como el desprecio del ideal de libertad, la corrupción del derecho, la perversión moral, la expansiva drogadicción, la degeneración sexual y la absurda criminalidad, y el surgimiento de una tendencia a la decadencia general de esa gran nación. Más alarmado aun debería estar porque él mismo contribuye, con admirable eficacia, a tal desprecio, destrucción, perversión, drogadicción, degeneración y criminalidad, y a esa tendencia.
Post scriptum. Con generosa cortesía y aprecio de la elegancia, no he llamado al gobierno del presidente Joe Biden, por su pretensión de intervenir en asuntos judiciales internos de Guatemala, gobierno de la estupidez o gobierno de la imbecilidad.

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