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El oscurantismo ensombrece la recta final del año 2022, el 2023 avisora la claridad de la normalidad plena

Pinceladas Democráticas

El inicio de la tercera década del siglo veintiuno, oportunidad para reinventarnos, convertirnos, servir y trascender para fortalecer la paz y la prosperidad.

La segunda década del siglo veintiuno se inició con grandes expectativas que nos hacía creer que habíamos salido del túnel en donde la negrura de la delincuencia, la corrupción, nepotismo, impunidad, populismo, organización de estructuras criminales y la mentira en los gobiernos de turno, el irrespeto a la independencias de los tres poderes del Sistema Republicano, un sistema educativo de baja calidad por su nivel académico, falta de cobertura y la deserción, según señalan las evaluaciones diagnósticas del mismo sistema y la pérdida de valores morales y cívicos, la desnutrición y la pobreza se dejaría en ese oscuro túnel; eventos que provocan lo oscuro que no permiten ver la claridad, sin embargo, seguimos viviendo dentro de ese interminable túnel.

Cuando se iniciaba un nuevo período de gobierno en donde los discursos del gobernante electo sentenciaba enfáticamente los errores de los gobiernos anteriores, siendo comprobado que sus discursos falaces desmoronaban las expectativas de un gobierno lleno de esperanzas, transcurridos tres años, llegó el desengaño, porque el fin de ese túnel nos sometió nuevamente a la negrura, pero no claudicaremos, creyendo que con sabiduría y fe en Dios llegaremos al final de esta encrucijada y ver la ansiada luz al final del túnel.

Sumado a lo anterior, se vinieron los nubarrones haciendo más tormentosa la negrura de la convivencia humana, que afectó drásticamente la economía, la salud y la educación sin discriminar a grupos sociales, los destrozos de la pandemia que azotó dándose como valor agregado a esa hecatombe del comportamiento humano, que cada vez se envuelve de avaricia, ambición y envidia; desafiando a los mandatos divinos del amor y la convivencia de paz y felicidad, que contrasta con la belleza de la eterna primavera.

La violencia que se incrustó como parte de la cultura, por no tener estrategias, ni equipos de inteligencia por parte de los gobernantes de turno para erradicar esta maldición que rodea a la sociedad guatemalteca, sumada a la delincuencia, es como una patología incontrolable que lleva la pesadilla a miles de familias que imploran el castigo a esos arquitectos del mal, quedando como alternativa esperar que la recompensa venga como centella del creador del mal.

Situación que no permite recibir el castigo merecido de aquel delincuente, que por ser parte de las estructuras criminales de los que gozan de antejuicio, tomándolo como escudo para no recibir el castigo que las leyes dictan y merecen; evitando caer a lo que conocemos como impunidad, que es común en los países en los que se carecen de la democracia plena, mancillado la limpieza de elegir y ser electos y que repercute en un sistema judicial corrupto y débil, encargado de impartir justicia, constituyéndose este en denominador común del deterioro social que nos aqueja, tan bien organizado que las distintas cortes manipulan la elección de los magistrados de las distintas Cortes, para cumplir con las pactos del mal.

Otro de los males que nos aqueja, es la manipulación perversa de los recursos financieros del pueblo que manipulan los tomadores de decisiones del gobierno. Es común esta enfermedad social que como cáncer se ha diseminado en los más importantes organismos del Estado, desde los altos niveles de gobierno hasta los de más baja jerarquía, incluyendo organizaciones sociales, sindicatos y dirigentes del poder civil que distorsionan el funcionamiento del Estado. sin poder rescatar los valores morales y cívicos para sentir la identidad nacional con el agregado de alienarnos robándonos la creatividad  para reinventar un país libre, soberano e independiente que pueda convivir con la globalidad como ciudadanos del mundo simultáneamente conservar nuestra identidad teniendo como desafío de compartir la solidaridad global de la pobreza y el hambre que azota a los países de la periferia.

Los funcionarios que dirigen la nación se olvidaron de los grupos más vulnerables; los pacientes de los hospitales que carecen de servicios de calidad, muertes de inocentes por causa de accidentes viales, destrozos de los recolectores de aguas pluviales y aguas servidas trágicos en múltiples casos y que posteriormente deben hacerse inversiones millonarias para repararlos, cuando se pudo evitarlos previendo acciones que son funciones inherentes de técnicos y profesionales que tienen a su disposición la tecnología de punta en instituciones como INSIVUMEH, la CONRED, DGC, COVIAL que al final son cómplices de tantas muertes que tiene olor a genocidas y de lesa humanidad; agregado a todo esto los delincuentes confesos y con comprobada corrupción que están en la cárcel que para no ofenderlos les llaman “privados de libertad” fraguando componendas con políticos para salir de ella, que al final la condena legal y moral debe sentenciarse con la devolución de las cantidades astronómicas de millones de quetzales robados, obligándolos a implementen proyectos de desarrollo, proyectos de vivienda, proyectos de alfabetización y de apoyo a la desnutrición.

La ciudadanía está agobiada cuando los mismos personajes políticos forman estructuras perversas para perpetuarse en el poder para seguir castrando los recursos que le corresponde al pueblo, el sistema democrático que permite elegir a los nuevos gobernantes en las elecciones del 2023, tiene dos opciones, una, garantizar el proceso de un modelo óptimo para la convivencia de nuestro pueblo y la otra, encubrir la aparente honestidad, creando Partidos Políticos identificándose con nuevos símbolos, pero con las mismas intensiones y ambiciones de poder y enriquecimiento ilícito, haciéndose rodear de los mismos corruptos, armando estructuras para imponernos candidatos que aparentan ser servidores del pueblo. A pesar de todo se mantiene la esperanza de salir de ese túnel de maldad.

¿Qué hacemos para frenar esta hecatombe de maldad de estos rufianes vende patrias, y poder salir de lo oscuro del túnel para ver por fin la luz diáfana de la vida? ¿Reinventar la productividad? ¿Recrear a la patria? ¡Crear nuevos e innovadores métodos de enseñanza? ¿Reconstruir el sistema político obsoleto y caduco?

En último caso; ¿Hacer un verdadero movimiento revolucionario y volver a vivir otros 36 años de guerra? ¡Noooooo permitamos este extremo!, ya sentenciaron que esto “Nunca más”, Es fácil encontrar el final del túnel, únicamente basta que todos los funcionarios, empresarios, religiosos, militares, profesionales, dirigentes sindicales y ciudadanos perversos, se conviertan del mal al bien y que volvamos a ser los descendientes de la gran civilización maya y ser respetuosos de las leyes divinas, para ser hombres sabios y probos para recrear a la patria nuestra.

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