La comunicación – la anti comunicación
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No queda duda para muchos que estamos en un periodo de esplendor de las comunicaciones; En el presente año en la región centroamericana se contabilizaban 11.62 millones de habitantes y un total de 21,7 millones de líneas móviles activas según los datos de la Superintendencia de Telecomunicaciones, según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal)
El país con la mayor cantidad de celulares en la región es Guatemala, están registrados[1] 22 millones 124 mil 839 dispositivos móviles o celulares, para un total 17.4 millones de habitantes, es decir que existen aproximadamente 4.6 millones de celulares más que la cantidad de personas. Otra muestra de ello sin decir una cifra en particular es la cantidad de centros, pulperías, supermercados, donde puede realizar una recarga, que han crecido exponencialmente.
¿Dónde apreciar personas comunicándose? En automóviles (¡peligrosísimo!) en las paradas de buses, creo que no hay lugar que se escape de este mundo donde alguien no hable a través de un celular, y para colmo en el medio del aula – clase. ¡Qué!, así como se lo cuento un docente dando clases y ahí un tono que va desde el rap, una canción dependiendo de la persona que le llama en ese momento, en fin, un distractor que faltando el respeto no solo al docente, sino también a sus compañeros y compañeras de clase en atender al desarrollo de la clase. Supongo que la llamada no es de urgencia.
Y qué decir de aquellos “cirujanos en potencia”, ¿por qué cirujanos se preguntará? Hábiles en el movimiento de sus dedos a través de un mini teclado, como los mejores cirujanos utilizando sus bisturíes chateando, como otra nueva manifestación de no prestar atención a la clase y atender problemas banales, que lógicamente no son ninguna prioridad.
¿Chat? Constituye un anglosajón, utilizado para denominar a una conversación en línea en tiempo real que se establece entre dos o más personas, básicamente a través de textos escritos; también celulares que permiten enviar correos electrónicos con la diferencia que la interacción no es en forma simultánea mientras que en el chat sí.
Algo también que resulta hasta alcanzar la categoría de denigrante, es el vocabulario que se emplea en el “chateo” donde si bien lo positivo o el propósito es escribir más en menos tiempo o al menos la idea principal del mensaje, por ejemplo, en vez de poner que, se usa q o qe; que decir de la frase siguiente: ¿q t sused? (trato de traducir; ¿qué te sucede?, conlleva a una destrucción de la ortografía, y así nos lo expresan los docentes que tienen que ver con la enseñanza de nuestro idioma.
Lo que debiera ser – el chateo[2], la comunicación una adecuada transmisión o reforzamiento del uso del lenguaje, suele convertirse bien en la destrucción del mismo por una parte y por otra parte en el crecimiento de analfabetos funcionales.
Si a lo anterior sumamos, los mensajes que pasan los canales de televisión a la par de un programa cualquiera y debajo subtitulares que se repiten con n faltas de ortografías, llegará un momento tal en que no sabremos a quien hacerle caso, si es el profesor el que lo escribe mal ante la duda de leerlo muchas veces mal.
[1] Al 31 de diciembre del 2021
[2] Nota aclaratoria: la palabra chatear aún no ha sido aceptada con esta definición por la Real Academia Española y por otra parte debiera ser definitivamente prohibido en las aulas –clases su uso.
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