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La democracia, el destino final

Sueños…

Los humanos soñamos con un mundo mejor. Desde hace siglos el ser humano aspira a poder construir una mejor sociedad, llena de solidaridad, confianza, equidad y progreso. Guatemala entra en un nuevo proceso electoral. Un proceso que se repite cada cuatro años, y que siempre deja el mismo sabor en la garganta chapina. Es un proyecto sin variantes, sin novedades y sin resultados para la república. Los resultados sociales, económicos y ambientales ubican a Guatemala en los últimos lugares del desarrollo. Pero, como la convocatoria de eliminatorias mundialistas, el pueblo se vuelve a ilusionar ante la posibilidad de un nuevo fracaso.

Alejandro Garcé, en una publicación de la Konrad Adenauer Stiftung[1], se pregunta ¿cuál debiera de ser el principal objetivo de la humanidad?, y resume que debiera de ser la construcción de sistemas democráticos reales. No democracias ficticias, de publicidad como las que existen en gran parte del mundo. Garcé afirma que debiéramos avanzar en la construcción de democracias plenas y debiéramos de evitar limitarnos a aceptar con resignación nuestras prácticas e instituciones actuales. En forma clara afirma que los sistemas políticos existentes en América del sur, según la atinada definición de América del sur, mencionada por Luis Enrique, el mejor entrenador del planeta, según sus humildes palabras, no son ni eternas, ni elaboradas para no tener cambios nunca. Todo lo contrario, los líderes, los intelectuales, y los pueblos pueden generar variaciones y mejores con el fin de construir sociedad solidarias, equitativas, pacíficas y de convivencia con la naturaleza.

Garcé, realiza una crítica certera a la intelectualidad del continente. La academia y los analistas políticos se orientan demasiado a buscar explicaciones sobre la realidad existente, a diagnosticar lo existente, a buscar culpables y faltas; pero, no aportan nada en cuanto a propuestas de solución. Nos quedamos al borde señalar los problemas y no se aporta nada en buscar salidas posibles. Especialmente con la derrota de los movimientos revolucionarios de los 70s, y su ausencia de autocrítica.

En efecto, los humanos hacen su propia historia, pero tienen algunos límites. Los humanos crean sus instituciones y sistemas, pero no basados en su libre albedrío. Construyen sus sociedades bajo circunstancia ya existentes y transmitidas por el pasado. Y aquí que algunos pueblos tienen una visión progresista y realizan los cambios adecuados cuando cambian la tecnología, la cultura, la productividad de la sociedad, son pocos pueblos con esa visión. La mayoría permanecen estancados por siglos, prisioneros de los prejuicios de creyentes antiguos. “La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos.” Que se espera de un nuevo proceso electoral, no hay que ser temerosos y buscar soluciones en los espíritus del pasado, ni prestar nombres de supuestos esclarecidos que nunca nos alumbrarán el camino, no tenemos que tomar prestados trajes y fantasmas del pasado, hay que crear un proyecto de Estado que permita avanzar hacia una sociedad solidaridad, inclusiva y progresista, en lo fundamental protectora de la naturaleza.

Cómo fortalecer la democracia en Guatemala, suena como un ideal imposible. Hace muchos años, un gringo amigo de la región, Lawrence Harrison, afirmaba que para consolidar una democracia real son dispensables ciertas condiciones, especialmente que todos los ciudadanos esperen un trato justo, que sus esfuerzos positivos sean premiados y sus defectos sociales no tengan un premio; que todos tengan acceso a la misma calidad de educación; la disponibilidad de servicios de salud iguales y de calidad para todos; estímulo a la experimentación, que quién trata de innovar, de cambiar no sea castigado o reciba la burla de la mediocridad, sino todo lo contrario; que se estimula la crítica, de manera de poder notar nuestros errores y debilidades colectivas para superarlas; equiparamiento de las habilidades y trabajos, que todos reciban ingresos y estímulos por trabajos iguales; recompensar los méritos, el esfuerzo, la continuidad de la búsqueda de calidad; y que se garantice, en forma generalizada la estabilidad.

¿Cuáles son algunas bases del desarrollo?

En su flamante libro, El subdesarrollo está en la mente, Harrison examina como Costa Rica se convirtió en el país de mayor crecimiento económico, con la democracia más estable y madura, y los índices sociales de mayor progreso en la región. En primer lugar, los colonizadores de lo que es hoy esta nación, no pudieron establecer un régimen esclavista controlado por una clase privilegiada. Al no existir masas de indígenas para ser esclavizados y sometidos a crueles trabajos y discriminación, se creó una sociedad en que el trabajo manual no era despreciado, en donde trabajar no se veía como secundario. En el país siempre existió repugnancia natural por el servicio militar, en las pocas oportunidades que los ticos han tenido que empuñar las armas, no tardan en echarlas al basurero de la historia. Otra característica para construir un país progresista es la unidad de la nación. Que en Guatemala tiene el gran obstáculo de ser un país conformado por varias naciones: mestizos, quichés, kakchiqueles, y muchas más. El reto de integrarlas a todas y construir una nación inclusiva y colaborativa son un reto permanente.

En síntesis, que el próximo proceso electoral sea la base de un rayo de luz para el desarrollo nacional depende de que la definición del desarrollo nacional, de los distintos grupos económicos, políticos, sociales y académicos coincidan en algo, que se orienten a resolver los graves problemas de protección de la naturaleza del territorio en toda su riqueza, que se orienten a revolver los problemas sociales y que busquen fortalecer una sociedad pluralista, con instituciones respetables, basadas en la eficiencia y el combate a la corrupción.

Hay que reconstruir la utopía de una Guatemala admirada en el mundo.


[1] Garcé, A. (2022). “Construir la utopía democrática” en DP No.11, Konrad Adenauer Stiftung, Montevideo.

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Cristobal Pérez-Jerez

Economista, con maestría en política económica y relaciones internacionales. Académico de la Universidad Nacional de Costa Rica. Analista de problemas estratégicos, con una visión liberal democrática.

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