La educación de calidad y la educación por competencias (Parte 4)
Nueva Sociedad
Competencias para la Educación Ciudadana.
Es necesario que el estudiante sea tomado como una persona y como un ciudadano. Que en el proceso formativo interiorice, acepte e incorpore lo que lee, escribe o bien observa de los diferentes textos y fenómenos; luego comprenda su contenido y pueda expresar sus pensamientos. No solamente, para hablar, hacer una presentación o una crítica y lograr su participación, sino que lea y piense sobre lo que ha leído u observado y PUEDA INCORPORARLO A SU PRÁCTICA DIARIA; que comprenda y contraste con lo que sabe, y pueda expresar lo que conoció o entendió y opinar sobre ello.
Participar en intercambios de conceptos, ideas y opiniones, de acuerdo con los temas de investigación, estudio, análisis, discusión o reflexión definidos o que están siendo desarrollados en clase, para lograr realizar una asignación o tarea. Participar en la discusión colectiva que le permita aportar algo, fortalecer o renovar sus ideas, como forma o como parte del estímulo requerido para ahondar en el análisis de diversos temas sobre la democracia y la paz en los que pueda demostrar su importancia y actualidad; y a su vez, con una educación de calidad, lo ayude a lograr su comprensión e interpretación propia.
De allí que se considere que un aprendizaje general o superficial no es suficiente invitación a la búsqueda de nuevas formas para abordar las prácticas democráticas y las realidades existentes en los entornos de aprendizaje. Es crucial revertir cualquier concepción no democratizante del conocimiento. Tanto el docente como el estudiante están llamados, a mediar, el primero, el proceso formativo que procure un enfoque profundo hacia el aprendizaje, que le haga posible poder plantearle al sujeto cognoscente los problemas para que él llegue a procesar sus respuestas en escenarios nuevos o quizás, ya conocidos.
Es necesaria la educación ciudadana en el sentido aristotélico que es el que se ocupa del bien común actualizándolo para competir con los medios de comunicación masiva y la tecnología en sus contenidos y su capacidad para comunicar contenidos y formas para aprender y para entretener. Es uno de los grandes retos del profesorado contemporáneo. Se considera que mucho de lo que se estudia en el aula es viejo, poco útil y formativo. No son cuestiones de fondo como la participación de la acción ciudadana que le da protagonismo al estudiante.
Para el estudiante la cantidad de contenidos a la que está expuesto no es representativa de la calidad del aprendizaje que podría estarse promoviendo en el aula, ya que lo busca, es una formación para una construcción más amplia de nuevos conocimientos para pensar y para desplegarse mejor, tanto en su vida diaria, como en su labor profesional. Que tienda hacia un modelo de ciudadano responsable, justo y solidario para construir una sociedad fundada en la dignidad humana.(Marina P. 138) Las implicaciones que tiene para la educación esta opinión se orientan a redefinir el papel de la educación de este siglo XXI, la cual requiere una reorganización de su gestión docente, curricular y administrativa, para ofrecer a los alumnos programas de formación profesional y de investigación en el ámbito de una gran diversidad de ambientes de aprendizaje, tales como laboratorios, talleres, trabajos de campo, organizaciones, archivos, bibliotecas tradicionales y virtuales.
La finalidad de la educación es aumentar los recursos del sujeto para dirigir su vida. Para Marina (p. 28) las competencias sociales son competencias básicas para la vida, son impersonales y cívicas. Las competencias interpersonales que en la Ley Orgánica de Educación de España se denominan competencias sociales y ciudadanas, (Marina citando esta ley p. 28) son fundamentales porque “comprenden todo tipo de comportamientos que un individuo debe ser capaz para participar de forma eficiente y constructiva en la vida social, y para poder resolver conflictos cuando sea necesario…” Las competencias cívicas le permiten al individuo una participación en la vida cívica. (p. 28)
La educación ética y cívica nos sitúa en un entorno de normas y valores universales que la relaciona con lo moral por medio de una competencia que supone el propósito de evaluar el propio comportamiento y el comportamiento ajeno desde el punto de vista de los valores humanos. (p. 29) Haciendo análisis profundos de los hábitos éticos, pues no solo es enseñar a convivir, sino a convivir bien.
La competencia social y ciudadana consiste, según Marina tomando en cuenta la Ley Orgánica de Educación española, en lo siguiente:
Comprender la realidad social, cooperar, convivir, ejercer la ciudadanía, comprometerse utilizar el conocimiento sobre la evolución y la organización de las sociedades, sobre los rasgos y valores de la sociedad democrática.
Utilizar el juicio moral para tomar decisiones, ejercer los derechos y deberes.
Comprensión crítica de la realidad, conciencia de las diferentes perspectivas, análisis multi causal y sistémico de los hechos sociales e históricos.
Ciudadanía global e identidad local
Habilidades sociales, resolver conflictos de intereses y valores dentro de la normalidad de la convivencia.
Dimensión ética, valores de entorno, sistema de valores propios comportamiento coherente.
Habilidades psicológicas: conocerse, valorarse, comunicarse, expresarse, ponerse en el lugar del otro, comprender otros puntos de vista, tomar decisiones, valorar las diferencias, reconocer la igualdad de derechos, dialogar, negociar, llegar a acuerdos.
Ciudadanía activa e integradora, conocer el funcionamiento de los estados democráticos, reflexionar sobre conceptos como democracia, libertad, igualdad, solidaridad, corresponsabilidad, participación ciudadana. Conocer las declaraciones internacionales de Derechos Humanos (y en este caso la Constitución Guatemalteca).

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