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Remontando la historia

Ventana Cultural

Bien dicen que, “quien no conoce su historia, está condenado a repetirla”. No hay nada más cierto que eso. El Salvador, tristemente, ha olvidado su historia, y como tal, está condenado a repetirla. No solo por quienes no la conozcan, sino, por aquellos que no hacen nada por buscarla.

Enero ha sido un mes de luto para los cuscatlecos. Es un mes donde han ocurrido levantamientos y matanzas. Y no es para menos. La historia siempre nos ha contado la versión de los ganadores y nunca la visión de los vencidos. Así que daremos un vistazo a la historia y como esta tiene mucha relevancia en el recuerdo que hace 91 años, surgió una de las matanzas más sangrientas que ha tenido este país.

Hace poco recordaba una plática con una amiga mía. Una investigación que se realizó sobre Identidad Cultural. Después de la firma de la independencia el 15 de septiembre de 1821, la idea de “libertad” fue tomada de diferente manera por los diferentes sectores del país. Ciento once años de tensiones, de buscar la dignidad humana, la equidad, y la armonía. Durante el período del martinato se terminó de ocultar aquello que trababa de mantenerse a flote. El orgullo de los pueblos nativos. Escondiendo sus trajes, su idioma, tanto que sus hijos y nietos lo desconocen, si el náhuat agonizaba, en ese tiempo, se terminó de “morir”, perdiéndose en el tiempo sus costumbres, sus tierras y su libertad. Y vamos a ver por qué.

Desafortunadamente, somos muy pocos en el país y fuera de él que estamos investigando y buscando en diferentes medios para conocer nuestro origen. Recordemos que lo más grande que tiene un pueblo es su gente y su legado, eso hace a una gran nación.

Esta masacre no fue tan así nomás, tiene sus antecedentes. Independientemente de los casi quinientos años de saqueos de parte de los españoles – porque hay que reconocerlo, los españoles no vinieron en son de paz, vinieron con hambre de poder y riquezas – luego de la independencia, las “catorce familias” aun gobernaban el país, entre 1881y 1882 el presidente Rafael Zaldívar había promulgado una serie de leyes que afectaban directamente a la comunidad indígena a través de la extinción de los ejidos que eran tierras comunales donde los campesinos e indígenas se ayudaban mutuamente. Con la Ley de Extinción de Ejidos fueron obligados a abandonar este sistema de economía.

Esto permitió que los terratenientes, la oligarquía cafetalera y el gobierno de turno mantuvieran subyugados al sector campesino e indígena, considerados como mano de obra barata. Estos eran empleados de las fincas que tenían sus propias monedas, que debían ser usadas en sus tiendas, ya que carecían de valor en las otras haciendas.

En 1931 surgieron nuevas elecciones, ganando en las urnas el doctor Arturo Araujo del Partido Laborista, propuesto por el escritor, poeta, maestro, político Alberto Masferrer. Su triunfo se debió a que prometió ayudar a los campesinos, indígenas y habitantes de las zonas rurales durante la crisis económica que afectaba al país con la caída de los precios del café a nivel internacional en la bolsa de valores. En diciembre de ese año, el vicepresidente Maximiliano Hernández Martínez da un golpe de estado militar derrocando a Araujo y estableciendo una dictadura militar que se mantuvo luego de su caída en 1944.

El 22 de enero de 1932, los caciques Augusto Farabundo Martí y Feliciano Ama encabezan una revuelta hartos de las desigualdades sociales, la corrupción política, las brechas económicas, en contra de los terratenientes y el gobierno que fue tomado como una amenaza. Todos los que parecían indígenas fueron pasados por las armas, mujeres, niños, ancianos, todos, específicamente en el occidente del país, en Izalco donde se conmemora esta tragedia.

Han pasado 91 años y aun se recuerda este suceso con danzas, ofrendas. Esto fue causa también de la lucha armada entre 1979 y 1992, de un pueblo en las profundidades de una pequeña porción de tierra que representa la sangre de todos nosotros.

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Claudia Alexandra Figueroa Oberlin

El arte siempre lo llevé de la mano con la literatura, me dediqué al teatro, a la danza por más de quince años, y a las artes marciales, ahora soy miembro de diferentes asociaciones y academias de poesía: Asociación Actuales Voces de la Poesía Latinoamericana, donde participo con crítica literaria, Academia Nacional e Internacional de Poesía de la Benemérita Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, América Madre, Unidos por las Artes, Movimiento Literario de Centroamérica, y locutora de la radio el barco del romance con el programa Una Ventana al Mundo, donde hablo de los viajes, la historia y la cultura, recito poemas y leo cuentos o fragmentos de otros autores y propios.