La ansiedad: Enemigo mortal
Salud y Mente
La ansiedad ha sido uno de los motivos de consulta más tratados en las clínicas de salud mental, sobre todo en estos últimos dos años debido a la pandemia los índices han sido más altos.
A mi consulta llegan día a día personas de todas las edades con problemas físicos, cognitivos, emocionales y conductuales, esto como resultado de los altos niveles de ansiedad. Muchos de los jóvenes y adultos que llegan con este motivo de consulta, antes de llegar a psicología ya han pasado por una larga lista de médicos y exámenes; esta trayectoria incluye como principio al médico general, luego por varias especialidades como cardiólogo (por la taquicardia) gastroenterólogo (gastritis, colon irritable) Neumólogo (por problemas para respirar) y otros más. De igual manera la lista de exámenes que se han realizado antes de llegar a psicología es amplia y lo curioso es que los resultados de el electro cardiograma es normal, pulmones normal, presión normal. Esto genera una frustración en las personas pues no tienen un diagnóstico para los síntomas que presentan y cuando el médico le comunica que todo lo que siente es derivado del estrés y por lo tanto tendrá que asistir a terapia uno de los primero pensamiento del paciente es “yo no estoy loco/a” “lo que siento no me lo estoy inventando” y por supuesto que no es así, el cuerpo se defiende ante lo que la mente considera que es peligro y comienza a producir una serie de activaciones bioquímicas y hormonales en cascada que desembocan luego en síntomas fisiológicos, cognitivos y conductuales.
Por esta razón es necesario que podamos entender cómo funciona la fisionomía de la ansiedad y estrés para poder abordar los síntomas de manera efectiva.
Ansiedad y estrés como método de adaptación al medio.
El estrés es habitual en nuestras vidas. Lo que distingue y caracteriza a los seres vivos es la facultad de adaptación al cambio. Cualquier cambio al que debamos adaptarnos representa estrés ya sea negativo como por ejemplo despido laboral, enfermedad, ruptura amorosa, muerte de un ser querido o positivos como realización profesional, inicio de un proyecto, nuevas amistades, nueva relación amorosa etc. Las experiencias estresoras provienen de diversos estímulos como el tráfico, la carga de trabajo, de exigirse en el estudio, a veces de cambios hormonales, los pensamientos y cada persona reacciona de diferentes maneras ante este estrés. El problema no es el estrés y la ansiedad en sí, sino como la manejamos.
La hormona que llega como respuesta al estrés es el cortisol, tener niveles adecuados de ella nos permite estar con óptimos niveles de alerta para activar la respuesta adaptativa de luchar o huir, también nos ayuda a iniciar y terminar proyectos, a estar alertas al pasar la calle, para ponernos a salvo ante situaciones de peligro sea este real o imaginario. Si usamos el clásico ejemplo en donde vemos un perro que viene hacia nosotros, el cerebro comienza a hacer una serie de interpretaciones como que el perro se ve agresivo, que esta en postura de ataque, se le ven los colmillos de fuera; esto hace que el cortisol se eleve y active todo nuestro sistema simpático el cual inerva casi todos los sistemas de órganos del cuerpo para soportar las exigencias físicas en situaciones de estrés y prepararnos para luchar contra el perro o huir de él, esta activación estimula principalmente suministros de sangre, oxígeno y energía al corazón, así como ojos (pupila dilatada) pulmones (dilatados) sistema cardiovascular (taquicardia) sistema metabólico (se convierte la glucosa y lípidos en energía) sistema digestivo (se inhibe la digestión) temperatura corporal (reacción de sudoración) sistema inmunitario (la inervación simpática puede regular la inflamación hacia arriba o hacia abajo). En teoría al desaparecer el peligro, el perro de nuestro ejemplo, el cortisol tendría que bajar a sus niveles óptimos y enviar el mensaje de “fuera de peligro” al sistema simpático para que este se nivele promoviendo la homeostasis o equilibrio en el cuerpo.
¿Qué pasa en el cuerpo ante el estrés o ansiedad crónicos? Sucede que, como dijimos al inicio el cerebro no sabe distinguir entre un peligro real a uno imaginario, ese es trabajo de nuestra mente.
Si no estrenamos a nuestra mente para que pueda limpiar las interpretaciones erróneas que le da al entorno, entonces constantemente interpreta peligro manteniendo activo el sistema de alarma mediante la elevación del cortisol y no permite que el cuerpo pueda llegar de nuevo a su equilibrio.
Este estrés y ansiedad cronificados permanecen produciendo cortisol en el eje hipotalámico entorpeciendo una seria de comunicaciones sistemáticas importantes para el buen funcionamiento del ser humano. Este cortisol elevado da como resultado respuestas fisiológicas como glucosa alta en el cuerpo ya que el páncreas debido a una hiperactivación pierde función para poder degradar y convertir la glucosa en energía de manera efectiva, afecciones de colon irritable, colesterol alto, cefaleas, problemas gastrointestinales, condiciones coronarias, baja de libido trastornos del sueño, trastornos alimenticios. En niños los altos niveles de estrés y ansiedad afectan el crecimiento, producen tics por estrés, conductas mal adaptadas, mal manejo de emociones. Entre las consecuencias cognitivas veremos que el cortisol entorpece el aprendizaje produciendo un bajo rendimiento académico, reduce la atención y concentración pues se ve afectado el volumen cerebral a nivel de lóbulos frontales, se afecta la memoria ya que hay una reducción de los hipocampos a consecuencia del estrés oxidativo, menor capacidad para poder controlar impulsos. A nivel de conducta las personas presentan menor tolerancia a la frustración, se comportan más agresivas e irritables.
Si no se esta consciente de todos estos procesos el cuerpo está en constante defensa y alarma hasta que llega el momento del colapso. El estrés y ansiedad mal manejados debilitan el sistema inmunológico perdiendo capacidad para defenderlo de la enfermedad, dejándolo vulnerable ante condiciones que en ocasiones ya no podrán ser retroactivas.
Es de suma importancia entonces atender nuestra salud mental y contar con herramientas científicas y efectivas para manejar la ansiedad y estrés de manera adecuada y poder gozar de una vida saludable física, mental y cognitiva.
No olvides que el gran desencadenante de estrés y ansiedad es lo que PIENSAS, así que procura que tus pensamientos jueguen a tu favor y no en tu contra.
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