OpiniónColumnas

Constitución Política, sociedad y cooperación

Guatemala Constitucionalista

Menos poder de los gobernantes es más libertad de los gobernados y más prosperidad de todos.

La historia intenta saber cuándo comenzaron las sociedades humanas. La antropología intenta saber cómo fueron las primeras sociedades; y la sociología intentar saber cuáles fueron las causas de su surgimiento. Nosotros, fundamentados en la praxeología, o teoría de la acción humana, afirmamos que el origen de la sociedad es la acción deliberada del ser humano, o acción consciente, voluntaria y racional que él emprende para lograr una finalidad, y estar mejor.  Es decir, el ser humano actúa deliberadamente con el fin de vivir en sociedad porque en ella está mejor que en una solitaria vida individual. Y está mejor porque obtiene un beneficio mayor.

No presuponemos, entonces, algún biológico instinto social, ni alguna maravillosa propensión natural a la sociedad, ni algún misterioso espíritu que clama por la vida social y repudia la vida individual, ni algún agente mágico ansioso de suprimir la individualidad y sustituirla por una sagrada colectividad idílica. Presuponemos individuos reales y no imaginarios, concretos y no abstractos, que forman una sociedad para estar mejor.

La sociedad humana, por ser obra de una acción deliberada, ha podido evolucionar; y hay una infinita diferencia entre las primeras sociedades primitivas humanas, y las más avanzadas sociedades actuales. La sociedad animal, por ser obra del instinto, es decir, de procesos puramente biológicos, no ha evolucionado; y no hay diferencia entre las pasadas y las presentes sociedades de abejas.

En sentido estricto, entre una sociedad humana y una sociedad animal no hay una diferencia de grado. Hay una diferencia de naturaleza, que es diferencia entre acción deliberada y acción instintiva. Entonces, la palabra sociedad, en el caso de los seres humanos, no denota lo mismo que en el caso de los animales.

Una causa por la cual en sociedad el ser humano obtiene un beneficio mayor que el que obtendría en un estado de solitaria vida individual, es la cooperación mediante la división del trabajo y el intercambio económico. No es, pues, una cooperación que surge de una intención benefactora, sino surge del mayor beneficio que cada uno obtiene de esa división y de ese intercambio.

Esa cooperación contribuyó a la preservación y el progreso de las sociedades primitivas. Por ejemplo, podemos imaginar que, en alguna etapa de ese progreso, alguien se dedicaba solamente a cazar, y ya no se dedicaba también a recolectar frutos; y alguien se dedicaba solamente a recolectar frutos, y ya no se dedicaba también a cazar. Entonces, mediante el intercambio, el cazador podía obtener frutos y el recolector de frutos podía obtener carne. Empero, el cazador dedicado solo a cazar, cazaba más y podía intercambiar más carne por más frutos, y por más bienes de otro género; y el recolector de frutos dedicado solo a recolectarlos, recolectaba más y podía intercambiar más frutos por más carne, y por más bienes de otro género.

La cooperación mediante la división del trabajo y el intercambio ha progresado de manera extraordinaria. Ese progreso ha posibilitado producir bienes y servicios que, sin esa cooperación, los seres humanos jamás podrían producir. Por ejemplo, ha posibilitado producir computadores electrónicos, aviones, naves para exploración de minerales en asteroides, robots industriales, tractores agrícolas robóticos, brazos robóticos para operaciones quirúrgicas y máquinas agrícolas sembradoras inteligentes.

Proponemos esta definición de sociedad: grupo de seres humanos que actúan de manera deliberada con el fin de obtener cada uno, cooperativamente mediante la división del trabajo y el intercambio de bienes y servicios, un beneficio mayor que aquel que obtendrían individualmente de modo no cooperativo. La sociedad es, pues, un medio. No es un fin en él mismo: el ser humano no vive en sociedad por la sociedad misma. La sociedad tampoco es un ser independiente de los individuos; y, estrictamente, no hay sociedad sino socios, es decir, individuos cooperantes.

El primer postulado de Guatemala Constitucionalista es la individualidad del ser humano. El segundo es el valor absoluto del ser humano El tercero es que el ser humano actúa consciente, voluntaria y racionalmente para lograr un fin, y estar mejor.  El cuarto es que el ser humano está mejor en sociedad porque obtiene de ella un beneficio mayor que el que podría obtener sin ella. Conforme a este cuarto postulado, una Constitución Política debe ser constitución que no obstruya las oportunidades de cooperación que puede brindar la sociedad para que cada uno esté mejor.

Area de Opinión
Libre emisión de pensamiento.

Le invitamos a leer más del autor: