Cultura

Sófocles compite con Game of Thrones, Stranger Things o Black Mirror

La tecnología está cambiando la forma en que leemos y concebimos el mundo, por una parte, amplía el panorama del saber en todos los sentidos y por otra, el leer de forma digital reduce la comprensión, la calidad y el tiempo de lectura, por las distracciones, la superficialidad que suponen los dispositivos y la rapidez de las sociedades contemporáneas. Para que el campo de las humanidades llegue a estratos más públicos y sociales es necesario, primeramente, un gran esfuerzo por parte de todos, desde la familia, la escuela, el trabajo, la calle, en todos los estratos económicos, para que la sociedad pueda transformarse de forma íntegra con valores más sólidos, empatía y solidaridad.

En el siglo XXI estamos ante un quebrante, una gran grieta: la base del lenguaje literario y humanístico se desvanece, el “otro” se bifurca en pedazos. La reivindicación de las humanidades se logrará solo si cada quien pone un grano de arena localmente en el día a día, difundiendo ideas, poemas, libros, proyectos de manera accesible y por el bien común, sin esperar algo a cambio. Solo así, y con grandes esfuerzos las humanidades tendrán más importancia tanto físicamente como digitalmente, pero primero la gran tarea es “enamorar” a las personas, atraerlas como se pueda, con los recursos que se cuenten, mediante anuncios, películas, telenovelas, experimentos sociales, aplicaciones móviles, páginas web, etc. Se necesita elaborar proyectos digitales originales y humanísticos que impacten, que sean tendencia para que todo el mundo se entere, pero que afecten la vida práctica no simplemente con el afán de entretener.

¿Lo lograremos? Solo el tiempo tiene la respuesta. Por eso decidí entrevistar a un especialista de las humanidades, para establecer en dónde nos ubicamos y qué es lo que nos falta hacer como sociedad para lograr algún cambio en México. Espero que esta entrevista sea del agrado de los lectores.

Juan Carlos Vásquez Pérez es profesor-investigador en el nivel superior, periodista y corrector de estilo. Tiene un doctorado en Humanidades por la Universidad Autónoma Metropolitana y un diplomado en Literatura Europea Contemporánea por el Instituto Nacional de Bellas Artes. De 2013 a la fecha es profesor de asignatura de la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma del Estado de México. Algunas de la unidades de aprendizaje que imparte son: investigación sobre ensayo latinoamericano, literatura universal de los siglos XVII, XVIII y XIX, géneros narrativos no ficcionales, novela, comedia, tragedia, entre otras. Ha escrito artículos especializados, capítulos para libros y ponencias.

Está incluido en las compilaciones: Monstruos y grotesco. Aproximaciones desde la literatura y la Filosofía (México, UAEMéx-Aldus, 2014), Devenires de la literatura y la filosofía (Toluca, Eón-UAEMéx, 2014) y Tradición y transgresión, aproximaciones a la poética de Josué Mirlo, (Norte-Sur, Toluca, 2011). Ha impartido conferencias y presentado ponencias en la Universidad Iberoamericana, la Facultad de Ciencias de la Conducta de la UAEMéx, la Universidad Autónoma Metropolitana Iztapalapa, la Universidad Nacional del Comahue, en Viedma, Río Negro, Argentina y en la Facultad de Humanidades de su alma máter. En 2020, dio la conferencia magistral “Esquizoanálisis y posmodernidad: dos acercamientos a la obra literaria” en la Universidad Pedagógica Nacional Sede Regional Acambay.

Ha sido reportero en los diarios Impulso, Portal, La Extra de El Sol, El Sol de Toluca y productor del programa “Acércate Radio”, del Instituto Mexiquense de Cultura de Radio Mexiquense (1600 am). Ha colaborado en los programas “Pasacalle” y “En el camino” de Uniradio 99.7 fm con cápsulas sobre curiosidades del idioma español y guiones musicales.

Entrevista:

Melissa Nungaray: Estimado Juan Carlos, en tu experiencia como docente en el sistema presencial y a distancia, ¿qué piensas del aprendizaje digital?, ¿cuáles son las áreas de oportunidad que encuentras en los programas de estudio para transformar la enseñanza?

Juan Carlos Vásquez Pérez: —Hola, Melissa, muchas gracias por invitarme a tu espacio de difusión. Creo que el aprendizaje digital tiene muchas posibilidades para transformar la manera en que aprendemos, pero también los contenidos que aprendemos. La pandemia reciente de COVID nos dejó en claro que la educación pública y, en mi caso, en las universidades autónomas, no estábamos preparados para lo digital, lo virtual y otras maneras diferentes de “ir a la escuela” que no sea la tradicional. Por lo menos así fue en la Facultad de Humanidades. Como profesores, nos costó mucho cambiar, de inmediato, nuestra forma de acercar los contenidos y saberes a los estudiantes; pero también ellos sufrieron con el cambio. Una de las áreas de oportunidad que encuentro es que el aprendizaje digital nos permitirá hacer una revisión de los contenidos de las unidades de aprendizaje, para valorar aquellos conocimientos y saberes esenciales para los estudiantes y enfocarnos en ellos.

¿Cuál crees que sea el mayor desafío de la educación actual?

Creo que si hay un desafío mayor es, precisamente, el de empatar de manera correcta y ética la educación con las tecnologías de la información y la comunicación. No es solo un asunto de lograr programas de estudio que consideren las TIC, sino de lograr que maestros y alumnos tomen conciencia de lo que implica el universo de información que hay en la red y la mejor manera de aprovecharla. Para mí, ser profesor es difícil —no es queja, me gusta mucho— y cada semestre, cada año que pasa lo es más, porque yo cada vez me vuelvo más viejo u obsoleto y los alumnos cada vez tienen más distractores: en clases, por ejemplo, tengo que capturar la atención de los alumnos con Edipo rey, pero Sófocles compite con Game of Thrones, Stranger Things o Black Mirror. Puedo decir que, en apariencia, es fácil hacer que si alguien se interesa en una serie de televisión puede hacerlo también en un libro, pero no es así, porque leer un libro implica más tiempo y esfuerzo y eso es, justamente, lo que la gran mayoría de alumnos evita. Por otro lado, también los profesores luchamos contra Google y sus buscadores: pedir un trabajo escrito, de cualquier cantidad de páginas, puede convertirse en un infierno, pues en lugar de leer lo que deberían ser las opiniones de los alumnos sobre una obra literaria, termino leyendo resúmenes sacados de internet.  Cuando mencionaba, anteriormente, que es necesario lograr una integración ética de las TIC en la educación, me refiero a eso, precisamente. Pero eso no se soluciona con planes de estudio, normas o leyes: eso lo debemos interiorizar en lo personal, tanto maestros como alumnos.

¿Cómo fue tu experiencia como maestro durante el COVID? ¿Qué retos encontraste y cuáles fueron las estrategias que utilizaste?

Como te mencionaba anteriormente, a todos nos agarraron descuidados. A unos más y a otros menos, pero nadie se salvó. Lo primero que hice fue hacer una revisión de los contenidos de los programas de las unidades de aprendizaje que impartía. La finalidad de ello era recortar esos planes a su versión más esencial. Esto lo hice porque supe que los estudiantes tampoco estaban preparados para esta nueva forma de estudiar y me pareció que necesitaban tiempo para asimilarla; además, reconocí que una clase a través de una pantalla podía ser pesada, por lo que el segundo paso fue trabajar en las clases. Opté por grabarlas ayudándome con pequeños y elementales esquemas de las obras a comentar. Aunque algunas clases resultaron largas, creo que fue acertado grabarlas, porque así los estudiantes tenían la posibilidad de verlas cuando tuvieran tiempo, siempre y cuando fuera antes de la próxima sesión. Y el tercer paso fue modificar la forma en que revisaría que los alumnos realmente estaban viendo las grabaciones, leyendo las obras y, sobre todo, reflexionando sobre ellas. Así, resultó que no podía pensar en exámenes, sino en una revisión continua del trabajo, con esquemas, cuadros comparativos, dibujos, reflexiones escritas breves, infografías. Creo que a mis estudiantes les gustó y yo, por otro lado, me di cuenta de cuán creativos pueden ser, pero no solo eso, sino que muchos se quedaban con ganas de leer más sobre cierto autor y la red me ayudó mucho a repartir obras clásicas que no estaban en el programa de estudios. Todo lo anterior se desarrolló en una especie de aula invertida en un entorno virtual: solo teníamos una sesión sincrónica por semana, pero el tiempo de la sesión, a veces, resultaba insuficiente, porque todas las estudiantes tenían algo qué decir de la obra. En esas sesiones yo hablaba poco, solo era un moderador, pues la voz la llevaban ellas. Fue una grata experiencia que, por otro lado, me sirvió para replantear mis clases presenciales y ya he retomado muchas cosas que aprendí en la pandemia sobre educación y didáctica.

¿Cómo defines a las “Humanidades Digitales”?

Para mí, las humanidades digitales son una de las mejores formas de recuperar las viejas humanidades y acercarlas a las nuevas generaciones, y ese acercamiento es totalmente distinto a como se hacía en el pasado, pues las herramientas tecnológicas de comunicación e información ofrecen un panorama más integral. Además, gracias a las humanidades digitales ha sido posible la construcción de enormes bibliotecas digitales que ponen el conocimiento al alcance de quien tenga acceso a una computadora con internet. En el caso de mi rama, que es el estudio de obras literarias, la tecnología ha sido de mucha ayuda al momento de analizar ciertas obras en particular, porque puedes obtener detalles tan fascinantes en cuestión de minutos, como, por ejemplo, el tipo de palabras preferidas por los autores (adjetivos, sustantivos), cuántas veces se repite una palabra en una obra, qué palabra no hay en cierta obra o cómo un texto de un escritor se relaciona con toda su obra… Estas cosas pareciera que no tienen importancia, pero cobran mucho relieve al momento de hacer un acercamiento a los autores y quien las lleva a cabo resulta gratamente sorprendido.

¿Qué nuevos objetos de estudio propones para realizar un cambio de paradigma en los dispositivos cognitivos actuales?

Así como en la actualidad se habla de aprender a aprender, creo que también sería necesario volcarse sobre el pensamiento mismo e incitar a los estudiantes, desde pequeños, a que reflexionen sobre su proceso de pensamiento. Si aprender a aprender es tomar conciencia de la manera en que se aprende, pensar en pensar o pensar sobre pensar sería dar cuenta de nuestro proceso de pensamiento sobre cualquier cosa. Aunque esto ya se da desde hace unas décadas, aún no se aplica de manera general en las escuelas y creo que debería inculcarse desde niños, porque es maravilloso que un sujeto pensante se dé cuenta y registre su proceso de pensamiento, ¿no crees?

¿Cuál es el panorama de las Humanidades Digitales en México?

Desde mi experiencia, creo que aún se encuentra en proceso de descubrimiento y asimilación, es decir, creo que se ha trabajado poco en las humanidades digitales. Ciertamente, estas humanidades digitales las hemos comprendido como el acercamiento de las TIC a las humanidades, pero solo nos ha servido para hacer bases de datos y bibliotecas, pero falta que las explotemos aún más y, sobre todo, que no olvidemos que no solo se trata de digitales, tecnología y esas cosas, sino que, ante todo, está la palabra humanidades.

¿Qué opinas de la interacción social mediada tecnológicamente? ¿Qué desventajas y aciertos encuentras en las plataformas de Social Media?

Me parece formidable que la distancia ya no sea un impedimento para estar en contacto con seres queridos o para conocer a otras personas. Lamentablemente, hay algunas cuestiones que hacen de las redes sociales algo no tan positivo, y esas cosas van desde la excesiva publicidad hasta el esparcimiento de las noticias falsas o los grupos de tráfico de cualquier cosa. Adicionalmente, y gracias al desarrollo de los teléfonos inteligentes, las redes sociales se han utilizado para lograr hacer que los seres humanos perdamos el poco tiempo que nos queda libre en ver las pequeñas pantallas, ya sea interactuando con otros o no. Otro de los puntos negativos que le encuentro es el hecho de que, paradójicamente, estas plataformas nos están alejando de la escritura correcta; con ello no me refiero nada más al uso de cosas como “k”, “cc” y otras, sino que escribimos tan mal y leemos peor que todo lo que se registra suena a insulto. Y entonces hay discusiones sin sentido solo porque no se usó correctamente una palabra, un signo de puntuación o un acento. Pero, creo que son problemas inherentes al uso de la tecnología y con las que tendremos que enfrentarnos.

En los ámbitos académicos es común presentar productos y evaluaciones solo con el fin educativo. Desde un enfoque experimental, ¿cómo se podría cuestionar la cultura académica para que el valor social de las disciplinas humanísticas y sociales tenga un enfoque público?

Es una pregunta muy difícil de responder. Yo solo puedo decir que los humanistas, es decir, los que estudiamos humanidades, deberíamos ir esparciendo la palabra y el comportamiento ético dentro y fuera de nuestra área de acción laboral, pero pensar eso es utópico, porque somos seres humanos y no estamos exentos de cometer errores. Creo que ya es parte de la formación de cada persona y de los valores que tengas y que cultives.

¿Qué satisfacciones has tenido como maestro de la Facultad de Humanidades en la UAEMéx?

Me gusta mucho dar clases. A veces es frustrante por diversas razones: porque no puedes hacer que todos tus alumnos se enganchen, porque debes dedicar mucho tiempo a la preparación de clases y a la burocracia, porque estar frente a un grupo llega a cansar y, en mi caso, como profesor de asignatura, porque debo trabajar en varios lados para poder tener un salario digno y, además, cada semestre me estoy estresando porque no sé cuántas clases tendré. Por lo demás, recibes muchas satisfacciones: el agradecimiento sincero de tus alumnos, asistir a sus exámenes de titulación, encontrarlos en trabajos una vez que salen y que te reconozcan como “su” profesor. Eso es, por decir lo menos, muy satisfactorio.

Gracias, estimado Juan Carlos, por la entrevista.

Gracias a ti, estimada Melissa.

Comparto el canal educativo del académico Juan Carlos Vásquez Pérez, para que los lectores se suscriban y comenten el contenido.

https://youtube.com/@apuntesdeclases4533

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Melissa Nungaray

(Guadalajara, Jalisco, 1998) es escritora, collagista y promotora cultural. Dirige la revista digital En la Masmédula y colabora en diversos periódicos digitales. Licenciada en Lengua y Literatura Hispánicas por la Universidad Autónoma del Estado de México. Es autora de los libros de poesía Raíz del cielo (Secretaría de Cultura de Jalisco/Literalia, 2005), Alba-vigía (La Zonámbula, 2008), Sentencia del fuego (La Cartonera, Cuernavaca, Morelos, 2011), Travesía: Entidad del cuerpo (La Zonámbula, 2014) y la plaquette El cuerpo descansa en algún lugar (La Tinta del Alcatraz, 2022). En 2014, ganó el segundo lugar del IV Premio Nacional de Poesía Joven “Jorge Lara”. Fue becaria del Festival Interfaz ISSSTE-Cultura Los Signos en Rotación San Luis Potosí 2017.

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