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Súbito ejercicio dialéctico: ¿Hay verdad absoluta?

Logos

Una vez me dijo un amigo: No hay tal cosa como la verdad. Yo le respondí: Tu negación, o es verdadera, o es falsa. Si es verdadera, entonces incurres en una contradicción; pues hay tal cosa como la verdad, que es precisamente la verdad de tu negación. Y si tu negación es falsa, entonces también incurres en una contradicción; pues si es falso negar que hay verdad, entonces es verdadero afirmar que la hay.

El amigo argumentó en estos términos: Tú estás razonando según la vieja lógica tradicional, en la cual un juicio necesariamente es verdadero o es falso. Yo razono según la lógica dialéctica de Karl Marx y Friedrich Engels, que es la noble lógica del proletariado, y no la miserable lógica de la burguesía. En esa lógica dialéctica, dadas cosas opuestas, que son la tesis y la antítesis, la oposición entre ellas se supera en una tercera cosa, que es la síntesis. Supongamos que la verdad es la tesis, y que la falsedad es la antítesis. Entonces la síntesis no es la verdad ni la falsedad, sino algo diferente de una y otra. Mis juicios, por consiguiente, no necesariamente son verdaderos o falsos. Están allende la verdad y la falsedad. Están en el reino maravilloso de la dialéctica de Marx y Engels.

Esa poderosa argumentación me abrumó tanto, que estuve próximo a abandonar lo que comenzaba a ser una discusión. Sin embargo, me rescató un sorpresivo ánimo polémico, y respondí en estos términos: Tú afirmas que tus juicios no necesariamente son verdaderos o falsos; pero pretendes que tu afirmación es verdadera.  Entonces tienes que admitir que hay algo tal como la verdad no aliada con la falsedad, y algo tal como la falsedad no aliada con la verdad. Algo, pues, que no es una fusión o una confusión sintética de verdad y falsedad.

Mi amigo renovó su energía discursiva; y con un lúcido intelecto, auxiliado por una temible cólera, decidió proseguir la discusión. Dijo así: Aún si hay verdad, no hay verdad absoluta. Toda verdad es relativa. Para proseguir la discusión, decidí plantear una humildísima pregunta: ¿Pretendes que tu afirmación es una verdad absoluta, o pretendes que es una verdad relativa? Acosado por esta pregunta, mi amigo me dijo: Eres un hábil sofista. Si pretendo que mi afirmación es una verdad absoluta, entonces no puedo pretender que toda verdad es relativa; y si pretendo que mi afirmación es una verdad relativa, entonces tengo que admitir que puede haber verdad absoluta. No seré víctima de tu ardid sofístico. No te contestaré.

Opiné que el problema no es que haya o no haya verdad absoluta, sino cuál verdad sería absoluta, y cuál no lo sería. Afirmar, por ejemplo, que hoy es sábado, si realmente es sábado, sería una verdad relativa, ya que en el día siguiente sería falso afirmar que hoy es sábado; pero afirmar que la suma de cinco unidades y de siete unidades es igual a la suma de siete unidades y de cinco unidades sería una verdad absoluta, ya que, como dicen los lógicos o los matemáticos, por definición, la suma es independiente del orden de los sumandos, es decir, hay una ley conmutativa de la suma.

Mi amigo me preguntó: ¿Qué pretendes, finalmente? Le respondí así: Pretendo demostrar que la verdad no puede ser negada sin suponer alguna clase verdad, ni la verdad absoluta puede ser negada sin suponer también alguna clase de verdad absoluta. Le advertí a mi amigo que la ciencia busca la verdad absoluta. La misma teoría de la relatividad, de Albert Einstein, es una teoría de lo absoluto. Según esta teoría, por ejemplo, la velocidad de la luz es absoluta, es decir, no es relativa a la velocidad de otros objetos. La teoría de la relatividad tendría que ser propiamente teoría de la absolutidad. Por supuesto, es posible que aquello que parece absoluto, finalmente no lo sea. Empero, no por ello se detiene la búsqueda de lo absoluto, y así progresa el conocimiento científico.

Ni el escepticismo, que afirma que no podemos conocer la verdad, ni el relativismo, que niega la verdad absoluta, son teóricamente defendibles. El escepticismo es indefendible: tiene que reconocer que es verdad afirmar que no podemos conocer la verdad. El relativismo también es indefendible: tiene que reconocer que es verdad absoluta afirmar que toda verdad es relativa.

Algunos relativistas afirman que cada ser humano tiene su propia verdad. Cometen un error. La verdad pretende ser objetiva, es decir, aquello que es verdad pretende serlo para cualquier ser humano, y hasta pretende que cualquier ser humano pueda comprobar que lo es. La verdad huye de la subjetividad como de un mundo en el que puede residir con holgura el error, y que en falsedad puede ser fecundo. No. Cada ser humano no tiene su propia verdad. Cada ser humano tiene su propia creencia, que puede ser verdadera o falsa.

Post scriptum. Immanuel Kant, en Crítica de la Razón Pura, en la parte que trata sobre Ideas trascendentales, afirma que absoluto es aquello que es válido en todo sentido. Se deduce que relativo es aquello que es válido solo en determinado sentido. Verdad absoluta es, por consiguiente, verdad en todo sentido; y verdad relativa, verdad solo en determinado sentido.

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