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Centroamérica: Crisis upon crisis

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“Cambia lo superficial
Cambia también lo profundo
Cambia el modo de pensar
Cambia todo en este mundo.
Y así como todo cambia
Que yo cambie no es extraño”
Julio Numhauser

¿Será cierto que tenemos hambre?, ¿en estos países americanos tan fértiles, cómo pueden existir niños con hambre?, en medio de la abundancia nunca tendremos paz y tranquilidad. Esto dicen los datos.

¿Cómo garantizar la seguridad alimentaria en esta olvidada región del mundo? En el marco de países que no tienen clara la ruta del desarrollo ¿será posible soñar con eliminar la pobreza y el hambre? En los inicios de la guerra fría, la derecha tenía un proyecto de desarrollo, la Alianza para el progreso, que ilusamente creía poder convertir a estos países en economías liberales de la noche a la mañana. La izquierda tenía otra ilusión, realizar revoluciones, en donde una camarilla iluminada ingresaba a la capital, vitoreada por las muchedumbres con la instantánea aparición del hombre nuevo.

Esos sueños murieron con la caída del muro de Berlín, y solo queda construir el día a día, buscando productividad elevada, inversión social en educación y salud de calidad; con ejercicios cada vez menos creíbles de elecciones periódicas. Elecciones que terminan siempre en la mayor desilución popular.

Ya no existe derecha ni izquierda, solo en las mentes rezagadas de los 70s. Hoy la humanidad se esfuerza por sobrevivir al cambio climático, a las crisis financieras, al deterioro social, a las guerras y la tristeza.

Es impresionante, no obstante, que la región de Centroamérica es una de las partes del mundo que mejor resiste a la crisis. En su último informe sobre Centroamérica la CEPAL nos presenta la siguiente tabla del crecimiento económico:

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Fuente: CEPAL, Informe de Centroamérica, 2022.

El FMI en su informe Crisis sobre crisis, afirma que “el apoyo monetario, fiscal y financiero sin precedentes, incluida la histórica asignación general de derechos especiales de giro (DEG) del FMI de aproximadamente $650 mil millones, hicieron posible una recuperación global.” Y pese al derroche monetario del FMI y los bancos centrales, los problemas se acumulan y las crisis se superponen, generando incertidumbre y son una señal de que se tiene que cambiar. En ese sentido, los próximos procesos electorales debieran de ser la señal de olvidar el pasado y reiniciar la construcción de una segunda república, que sea liberal, defensora del ambiente e inclusiva.

De lo contrario las tensiones geopolíticas y sociales se van a desbordar, intensificadas por la pobreza y la desigualdad.

Es que el futuro depende de enfrentar una situación caótica con una estrategia de crear una verdadera república democrática. Parece que la inflación empieza a ceder, pero las nubes grises siguen rondando por el mundo, la guerra europea en torno a quién se apoderará de Ucrania, puede incrementar los riesgos de guerra nuclear; y los precios de la energía, los alimentos y las materias primas, así como la interrupción de las rutas comerciales puede generar un mundo en graves contracciones.

En forma retórica, las Naciones Unidas (UN) mencionan que el segundo objetivo del desarrollo “sostenible” es eliminar el hambre para 2030. Precisamente de ese tema nos habla un reciente informe del BID[1]. En forma espantosa, ese informe nos dice que en el 2019, el 39% de la población de CA+PA+RD (Centroamérica, Panamá y Dominicana), enfrentaba inseguridad alimentaria moderada o grave, superior al promedio de ALC (31.7%).

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Que el 50% de la población de un país americano, con tierras tan fértiles y tan orientados a la producción de alimentos sufra hambre, es la señal de un claro desastre social y la locura de grupos que viven en la abundancia rodeados de miseria. Haití, Guatemala, Perú, Jamaica y Honduras están en esa zona del infierno social. Los únicos que se salvan, relativamente, son Chile, Bahamas y Costa Rica.

La pobreza en la región no es solamente alimentaria y de ingresos. También la falta de datos estadísticos es notable. Aún así, el BID informa que “en el momento más álgido de la pandemia, más del 40% de hogares en Guatemala, Honduras y Dominicana declaró haberse quedado sin comida debido a la falta de ingresos.” Solamente en CAPARD, “la inseguridad alimentaria se incrementó un 42.1% en 2020, afectando a 19 millones, de personas, y a 62 millones si se agregan México y Haití”.

Los shocks internacionales han provocado vaivenes al alza de los precios de la energía y los alimentos básicos. Nos quedamos anonadados cuando se percibe que estos países tan llenos de vida y fertilidad importan alimentos. Según el BID, las importaciones de maíz y trigo representan entre 15% y 20% del total de alimentos importados en Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua. El siguiente gráfico nos muestra una implacable realidad, los hombres de maíz ahora importan el maíz para sobrevivir.

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Las próximas elecciones serán un paso más al abismo de Estados fallidos o hacia el progreso, reinterpretando a Emma Goldman, la tendencia inherente del Estado es a concentrar, reducir y monopolizar todas las actividades sociales; la naturaleza de la democracia es, por el contrario, crecer, ensancharse y diseminarse en círculos cada vez más amplios. En el marco de países que no solo ya no producen sus alimentos, sino que usan sus tierras para productos agrícolas producidos en condiciones industrializadas, deteriorando los terrenos con fertilizantes, abonos y otros productos químicos. En su informe el BID indica que Costa Rica, Guatemala, Belice, Dominicana y Honduras son más intensivos en el uso de fertilizantes que el promedio de ALC y del mundo, todos los cuales principalmente importados. Como lo muestra la siguiente figura.

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La figura siguiente, del mismo BID, nos deja perplejos, ¿cómo es posible que casi la mitad de los niños guatemaltecos tengan retraso en su crecimiento?, qué valores tan pobres tiene una sociedad que en pleno siglo XXI mantiene esas condiciones tan rezagadas. Por supuesto, las condiciones de vida y las instituciones chapinas se establecen en la herencia colonial de la que nunca hemos renunciado como sociedad, es decir, la opresión de la mayoría por los grupos hegemónicos (exportadores, importadores, banqueros, religiosos, funcionarios públicos).

Cambiar la cultura de criollos, de herederos de la colonia, dejar atrás esa cultura de arlequines, disfrazados de “conquistadores”. Hay reformas sociales, económicas y culturales que habrá que realizar para construir una república democrática. Es la tarea de este siglo, la podremos cumplir antes de que termine el siglo. ¡Ojalá!

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[1] BID (2022). Seguridad alimentaria en Centroamérica, Panamá, República Dominicana, México y Haití.

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Cristobal Pérez-Jerez

Economista, con maestría en política económica y relaciones internacionales. Académico de la Universidad Nacional de Costa Rica. Analista de problemas estratégicos, con una visión liberal democrática.

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