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¿Quién paga el costo de oportunidad del tráfico vehicular?

Lugar Hermenéutico

Ha calculado alguna vez, el alto impacto que tiene en su calidad de vida, las largas horas que desperdiciamos diariamente en el tráfico, así como los recursos monetarios esparcidos, relacionados con los tiempos de desplazamiento diario desde y hacia la ciudad de Guatemala.

En términos prácticos, el costo de oportunidad, se reduce a las “n” posibilidades que dejamos de hacer por hacer algo, por ejemplo, el hacer una hora de gimnasio diariamente, me priva de ocupar esa hora en leer, meditar, trabajar en una nueva actividad o en todo caso, en dormir, cada uno pondera el nivel de importancia de tal o cual actividad, y en función de ello, decide qué hacer y que no.

En promedio, los guatemaltecos pasamos como mínimo tres horas en tráfico diariamente, para conducirnos a nuestras actividades laborales, empresariales, académicas u otras, pasando de cola en cola a casi cualquier hora del día, en cualquier rincón de la ciudad, 

Este podría ser un buen indicador que la economía del país marcha bien, pues con los precios actuales de los combustibles, moverse en carro no es una opción barata, no digamos si a ello agregamos el costo de los parqueos.  Quizá, muchos utilizamos el vehículo por cuestiones de seguridad, pues las opciones de transporte público son prácticamente nulas, en una ciudad que desmantelo su sistema urbano de transporte.

Sea cual sea la razón, lo cierto, es que, gracias a la ineptitud de las corporaciones municipales de la ciudad de Guatemala y municipios aledaños, al menos, tres maravillosas horas de nuestro día con día, se las tenemos que dedicar a estar resignados, haciendo religiosamente interminables colas.

Tres horas, son 180 minutos diarios, en las cuales, podríamos hacer un sinfín de actividades más, que, estar en medio del pavoroso tráfico, pensemos lo que significan esas tres horas por los casi tres millones de guatemaltecos que nos movemos diariamente de los municipios aledaños a la ciudad.

Si lo extrapolamos a factores de competitividad, el costo económico, es demasiado alto, la pérdida de tiempo de los trabajadores, los costos de transporte de materias primas y productos terminados, definitivamente inhiben el potencial crecimiento de la economía del país, no digamos, en términos de calidad de vida, problemas emocionales y nerviosos para los ciudadanos, ello es incalculable, sin embargo, pasa factura diariamente con la serie de trastornos de agresividad observados en cualquier calle o avenida de la ciudad.

La respuesta tradicional que las “munis” dan al problema del congestionamiento vial, ha sido el construir más servicios que otorgue más opciones viales, sin embargo, el tiempo ha demostrado que la construcción de puentes y caminos incrementa la demanda por el uso de infraestructura, lo que se traducen en el mediano y largo plazo en mayores niveles de congestionamiento.

Entiendan, no necesitamos más pasos a desnivel para las constructoras de sus cuates, necesitamos sistemas de movilidad urbana eficiente y sostenible, que propicie el crecimiento y productividad económica de la ciudad de Guatemala y municipios aledaños.

Más que una promesa de campaña, el metro de la ciudad de Guatemala, en al menos cuatro líneas que integren las entradas principales a la ciudad, debe ser una realidad, en un país, cuyo modelo macrocefálico de Desarrollo, nos ha llevado a diferentes niveles de caos, que están socavando la tan golpeada calidad de vida de esta sociedad.

Del Modelo macrocefálico, podemos hablar otro día, lo que es urgente, es seguir insistiendo en la necesidad del metro en la ciudad de Guatemala, pero un metro de verdad, como lo hicieron recientemente en Ciudad de Panamá y ahora mismo en San José, Costa Rica.  Aunque como en la mayoría de los temas importantes, vamos bastante tarde, más vale tarde que nunca.

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