Las desdichas de un proceso de elecciones y de hambre

“Tú con tu boina, yo con barba, viva El Che
Recién conversos a la fe del hombre nuevo
No había caído el Muro de Berlín
Ni reventado el polvorín de Sarajevo
Porque la revolución tenía un Talón de Aquiles al portador”
Sabina & Asúa

Siento decirte que el ensayo que tienes en tu ordenador no es nada agradable.  Parafraseando a Lemony Snicket podríamos decir que es la historia de una región muy triste. No podemos decir con mala suerte, pero sino con una pesada herencia de servidumbre, discriminación racial y tufosos dueños de la tierra.

El BID[1], en su estudio de la seguridad alimentaria en CAPARD (Centroamérica, Panamá, República Dominicana, Belice), añadiendo aquí a México y Haití, nos muestra una realidad, de países encantadores por su cultura, historia, bellezas naturales, con flora y fauna de maravilla, llevando sin embargo, una vida llena de desgracias e infortunios.

Ya desde la primera página de la guerra de conquista, las turbas atrasadas de Europa, arrinconaron y destruyeron las culturas indígenas, rompieron los libros y quemaron las esculturas de miles de años de creación.

Nos dicen los datos que hoy CAPARD, México y Haití representan el 31% de la población de América “latina” y el Caribe, ALC, lo que inicia la información del desastre, pues concentran aproximadamente el 36% de la población en situación de inseguridad alimentaria grave o moderada. Es impresionante que los dirigentes de estas naciones no les interese, no vean que la subalimentación en CAPARD se mantiene por encima del promedio de ALC.

Los datos de los organismos internacionales indican que el súbito aparecimiento de una nueva catástrofe, el COVID-19 a inicios de 2020 significó el incremento del hambre y la desnutrición en la región.

Snicket nos diría, si estáis interesados en historias con un final feliz, será mejor que leáis otra columna; ya que en esta no sólo no hay un final feliz, sino que tampoco hay un principio feliz y los datos del medio son aterradores. Por ejemplo, en la región la pérdida de ingresos de las familias por la destrucción de empleos de forma prolongada redujo significativamente la capacidad de compra de alimentos básicos. El desempleo en la región de Mesoamérica aumentó entre 4 y 12%, en promedio.

Para aumentar la incertidumbre, estos países de tierras fértiles, importan maíz y trigo, como si fuera un cuento de fantasmas. Esas importaciones representan entre el 15% y 20% del total de alimentos que compran Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua, como si fuera una novela de terror, la mayoría de estos países, en medio de la riqueza natural, son dependientes de las importaciones de granos básicos para su consumo. Estos productos importados representan más del 20% de la canasta básica alimentaria (CBA) en Costa Rica, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Panamá y el Salvador.

El aumento en los precios de los alimentos generan un aumento en el hambre y la tristeza de masas de la población. (El siguiente gráfico nos muestra los efectos de la inflación en productos alimenticios).

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Los expertos hacen un recuento de características que afectan la nutrición. Primero, la utilización de los recursos en favor del bienestar, o mejor dicho del malestar. En los últimos dos años se reporta un aumento de los casos de desnutrición aguda en Guatemala, con una cantidad de más de 14 mil casos. (Ver figura 9).

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Se menciona que en la mayoría de los países, alrededor del 30% de hogares reporta una reducción en la calidad de los alimentos consumidos. Sin mencionar que estos países carecen de acceso al agua potable y saneamiento, que puede llegar a alcanzar hasta el 20% de la

población, en los casos de los países con mayor pobreza.

Segundo, la productividad del sector agrícola en los países de CAPARD es menor al promedio de ALC (Figura 10). La baja productividad de la actividad agropecuaria en estos países responde a un problema acumulado desde la descolonización, el predominio de terratencias de la tierra dedicadas a producir productos que degradan los terrenos, pero que generan grandes ganancias a los pocos exportadores. Lo que implica que el alimento interno se genera en unidades productoras a pequeña escala, con limitadas inversiones en tecnología, poca innovación agrícola e infraestructura rural; así como exposiciones a desastres naturales y eventos de cambio climático.

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Según el BID, esta realidad dificulta la óptima disponibilidad de alimentos en zonas urbanas y pone en riesgo a los hogares dedicados a la agricultura en zonas rurales, quienes dependen del autoconsumo.

Es difícil entender por que no suceden demasiadas cosas felices en las vidas de la mayoría de habitantes de estos países. Así en el 2022 se observan caídas en la producción agropecuaria en varios países. Los recortes generalizados en el comercio que fueron inducidos por la pandemia han dejado huellas a casí dos años y medio de la tragedia, y son perjudiciales para la

disponibilidad de alimentos en países que dependen altamente de las importaciones, llevando al límite la deteriorarda estabilidad alimentaria.

Como salir de este infortunio. Se necesita un nuevo proyecto de nación. Un proyecto que incluya aumento de la productividad, protección de la fauna y la flora, inversión en educación primaria y secundaria, y un sistema institucional sólido basado en elecciones libres, democráticas, inclusivas. ¿Quién o qué grupo político-social será capaz de construir una nación unida y fuerte?

[1] BID (2022). Seguridad alimentaria en Centroamérica, Panamá, República Dominicana, México y Haití. Washington. De este documento provienen todos los gráficos y tablas de este ensayo.

Le invitamos a leer más del autor:

Cristobal Pérez-Jerez

Economista, con maestría en política económica y relaciones internacionales. Académico de la Universidad Nacional de Costa Rica. Analista de problemas estratégicos, con una visión liberal democrática.