De la diplomacia climática, al gran engaño por el clima

Lugar Hermenéutico

Han pasado más de 30 años, desde que se celebró la primera cumbre de la Tierra, en Río de Janeiro en 1992, con el objeto de adoptar un programa de acción sobre medioambiente para el siglo XXI.  Ello, marcó un hito en la historia, un antes y un después, dado, que fue en ese momento, cuando se conformó la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio climático, (CMNUCC), a la cual se han sumado más de 200 países.

En 1995, se celebró la primera Conferencia de las Partes, (COP) en Berlín, en donde, se decidió preparar y aprobar por primera vez, un convenio mundial, conocido, como el Mandato de Berlín.  El siguiente hito, tuvo lugar en la tercera COP, en 1997 en Kioto, con la aprobación del Protocolo de Kioto.  El primer gran acuerdo mundial sobre cambio climático.

En esta conferencia, se definió la reducción de gases de efecto invernadero en un 3.2%, para los países desarrollados y donde el Principio de las responsabilidades comunes pero Diferenciadas, según sus respectivas capacidades, comienza a adquirir una dimensión transnacional.

Recordemos, que, dicho principio, ha sido una de las normas constitutivas de la gobernanza global del cambio climático, señalando particularmente, que, los países desarrollados tienen una mayor responsabilidad, debido a la mayor presión que han ejercido históricamente sobre el ambiente, mucho de lo cual, redunda para que, en la actualidad, cuenten con grandes capacidades financieras y tecnológicas.

Sin embargo, pasado este tiempo y la cantidad de recursos y costo de oportunidad que ha significado cada COP, merece la pena preguntarse, ¿qué tan efectivos han sido los acuerdos firmados en estos 30 años de “negociaciones globales del clima”?, por llamarle de una manera, ¿que grado de efectividad ha tenido y cuál es el compromiso de las mayores economías y sectores que generan gases de efecto invernadero en el mundo?

A todos los Estados, incluido el nuestro, se les ha obligado a realizar las famosas “contribuciones nacionalmente determinadas”, (NDC, por su sigla en inglés), que en su deber ser, constituyen compromisos asumidos por los países que forman parte de la (CMNUCC) y que deben llevar a cabo para intensificar sus acciones contra el cambio climático, sin embargo, en la práctica, no son más, que listas de buenos deseos, que a final nadie cumple.

A la fecha, solo la aviación civil internacional, por conducto de la OACI, ha planteado un esquema serio de implementación, para reducir o en todo caso compensar, las emisiones de carbono del sector aéreo internacional a partir del 2021, con miras a neutralizar las emisiones del sector al 2050, esquema que han denominado como CORSIA, fuera de ello, muy poco se sabe de un sector económico con un genuino interés por el clima, plasmada más allá del papel, en mecanismos concretos de alcance.

Desde hace años, las COP, han venido a menos, se convirtieron en espacios de diplomacia climática, puntos de encuentro para remarcar buenas intenciones y la necesidad de plantear formas de cooperación y gobernanza por el clima, sin embargo, cuando no se esperaba que todo podría ser peor, se designa al presidente de la compañía petrolera de Emiratos Árabes Unidos, para presidir la COP 28, algo que sin duda, más parece una burla y bofetada a la dignidad de las personas que visualizaron en este espacio, un centro de debate para discutir la estrategia mundial que permitiese la descarbonización de la economía.

Según el ministro de Industria de los Emiratos y presidente del gigante petrolero ADNOC, Sultán Ahmed al-Jaber, «Aportaremos un enfoque pragmático, realista y orientado a la búsqueda de soluciones”, esta, es la primera vez que el presidente de una empresa preside una COP. Merece la pena referenciar que Emiratos Árabes Unidos, es uno de los mayores exportadores de petróleo del mundo, vaya pequeño detalle.

La pasada conferencia mundial sobre el clima, la COP 27, celebrada en noviembre en Egipto, estuvo marcada por la adopción de una resolución sobre la compensación a los países más pobres por los daños causados por el cambio climático.  Sin embargo, la COP 27, no consiguió ningún acuerdo en cuanto a la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero para mantener el objetivo de limitar el calentamiento global.

Muy probablemente, mi escasa inteligencia, producto de una mala nutrición, o la estreches mental, con la cual el primer mundo se refiere a los que nacimos en este lado del subdesarrollo, no logre entender, dimensionar o descifrar la estrategia de los genios de Naciones Unidas, en esta designación, sin embargo con lo vulgar que parezca la analogía, esto me hace recordar a los curas y pastores de iglesias evangélicas de los pueblos mágicos de mi país, cuando van a “bendecir” los moteles de paso, a cambio de la ofrenda o el respectivo diezmo.