Una travesía por la inspiración de: Angie Lu
Desde La Ventana De Mi Alma
De su poemario inédito. “Poemas y una carta de amor interminable”
En esta oportunidad quiero hacer una breve reseña de dos poemas de la autora. Lucy Angélica García (Angie Lu.) inspirados en esos momentos emocionales donde se ve sumida una mujer ante la incomprensible tarea de avanzar hacia adelante en un proceso en el que muchas mujeres de hoy se encuentran. Paradójicamente en la relación de pareja es donde se libra una batalla frente a los antivalores de la otra persona producto de una sociedad machista. La mujer de hoy a diferencia de las de décadas de los 80 y 90 y con la tecnología mal canalizada libera sus frustraciones en las redes. Sin embargo es en este obscuro panorama donde tantas mujeres se exponen a ser víctimas de femicidio, sometidas por el mismo entorno social a copiar el mismo modelo de las tantas que han perdido sus hogares, sus hijos, su buen nombre, a falta de una cultura donde se resiembren y rescaten los valores, la ética y la moral en pro del bienestar de la familia como el núcleo más importante de la sociedad.
En este contexto y en este mundo dual en el que vivimos algunas tenernos la valentía de salir de ese patrón sociocultural sombrío y sumergimos en un oasis de meditación e inspiración como la única tabla de salvación que nos conduce a soñar con días mejores. Sin embargo no todas corremos con esta misma suerte puesto que no siempre se sabe canalizar de forma positiva la frustración. Cabe la importancia de recalcar la urgencia de la intervención del estado, en la educación ética y moral de la familia por ser esta una estructura humana tan frágil por los antivalores, por el descuido y la falta de apoyo. Esta circunstancia pone en peligro esta base fundamental para las generaciones futuras.
MI LAMENTO
Y me encontré en un campo de batalla,
entre gritos y desesperanza
entre risas de locura y lágrimas,
entre desidia y maltrato
entre agravios y amenazas.
Y el desconcierto hacia ronda
ante toda esta ignominia,
y era como estar expuesta a una espada.
Cómo entender mas allá de la lógica, tanta insensibilidad
anteponiendo muros
y lanzando al vacío
la razón de una palabra.
Y de repente ya no estaba ahí,
imposible permanecer
indiferente ante tanta
pobreza humana.
Entonces mi alma
empezó a diluirse
en un torrente río de lágrimas
deslizándose por las grietas
de mis mejillas pálidas.
y con el cuerpo inerme,
postrado en una silenciosa plegaria.
Se había raído la cortina,
que ocultaba mis designios
y porqué no decirlo…
mi desgracia.
Ya mi cuerpo, mi pecho
y mi corazón
eran como una caja,
una caja llena de rocas
de hojas muertas
y desesperanzas.
donde ya nada germinaba.
Y pasó el tiempo
sin rendirme,
porque aprendí
a no sentir
y no deja que nada me tocara.
Porque me era más fácil
sentirme
incomprendida
censurada y herida.
que pelear moribunda
en esta cruenta batalla.
SUEÑO DE MARZO
Era un cuarto obscuro,
donde dormitaban profundamente,
cosas olvidadas.
El alto ventanal,
me invitaba,
a levantar la mirada
donde observe
la quietud del bosque,
florecillas dispersas,
altos y deshojados arboles
desteñidos por el otoño,
que procuraban,
tomarse de las ramas,
como aquellos amantes,
que no quieren separarse.
El cielo gris,
con matices azulados,
parecía más alto,
eran estas imágenes,
las que veía
en aquel sueño de marzo.
Y aquella extraña sensación,
de estar prisionera
y débil,
con la esperanza rota,
triste e inválida,
en aquella silla de ruedas,
que sostenía mi cuerpo,
cómplice, de mi pena,
de mi grito sin sonido,
por mi libertad perdida,
en aquel cuarto olvidado.
Mi memoria,
sigue dándome más recuerdos.
Y ahora,
aquellos brazos,
cubiertos de verde musgo
que tomándome con compasión,
me elevaron por el espacio.
Mientras yo,
con mi mirada,
hacia el cielo limpio,
y despejado,
respirando libertad,
le pedía casi implorando,
me llevara a un país lejano,
donde pudiera reconstruir,
mi corazón destrozado.
Pero …
aún en aquel sueño de marzo,
no tenía derecho a cruzar,
las fronteras del espacio,
y con el corazón partido,
en mil pedazos,
aquellos brazos
me regresaron a las sombras,
de aquel cuarto olvidado,
donde yace,
todo mi pasado.

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