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Diferentes visiones sobre la inflación

Evolución

Hace unos diez meses publiqué un artículo en el cual exponía algunos de los factores que han inducido al incremento de precios en una magnitud que en Estados Unidos no se había visto en los últimos 40 años, y que se ha sostenido a lo largo del último año. Señalaba que en ese momento en la Reserva Federal de Estados Unidos se discutía elevar las tasas de interés bajo la premisa de frenar la inflación y que la decisión que tomasen tendría un impacto mundial. Lo que era previsible acorde al razonamiento que aplica la FED se materializó, y sus consecuencias también. Concluí el artículo diciendo que hablar de una fuerte contracción y reducción del gasto público; imponer una seria disciplina fiscal; o reducir impuestos para fomentar inversiones y creación de empleo, así como para abaratar costos para productores y consumidores, son temas de los que la mayoría de gente no quiere ni hablar, ni siquiera en las circunstancias de entonces. Agrego que hoy que la situación es más crítica, tampoco.

Las políticas fiscal y monetaria de los Estados Unidos últimamente han seguido la tradición Keynesiana que piensa que, por un lado, se puede estimular el crecimiento económico mediante políticas de gasto público, incluso ignorando los riesgos de déficits fiscales. Primero se cerró buena parte de la economía y posteriormente para sostenerla y estimularla se introdujeron programas de gasto sin precedentes, los cuales condujeron a una expansión monetaria significativa. Por el lado de la política monetaria, la FED había reiniciado el ciclo de expansión luego de la crisis del 2008, fijando las tasas de interés relativamente muy bajas, bajo la idea que esos incrementos de liquidez también se traducen en mayor crecimiento económico. Esa política se mantuvo por casi dos décadas. Las consecuencias inevitables de esa expansión se produjeron en el sentido que conducen a una pérdida del valor adquisitivo de la moneda, lo cual se ve reflejado como aumento de precios o lo que se denomina inflación. Como era de esperarse, para contrarrestar dicho efecto, en la misma creencia, la FED subió abruptamente las tasas de interés más recientemente, lo cual también ha generado distorsiones hoy visibles para todos.

Desde la óptica del supply-side economics, se sostiene que el crecimiento económico se defiende con políticas adecuadas sobre esencialmente tres líneas. En cuanto a la política fiscal, la idea es incentivar las inversiones de capital, lo cual a su vez fomenta la creación de empleo e incrementos en la productividad, lo cual se traduce en aumentos en los ingresos reales. La lógica contraria implica esquemas tributarios progresivos y redistributivos, en parte, bajo la idea que a mayor ingreso la propensión marginal hacia el consumo es menor y, por lo tanto, se pueden castigar progresivamente los rendimientos al capital para subsidiar parte de la demanda. La realidad ha demostrado ampliamente la diferencia entre estas visiones y la correlación que existe entre las inversiones de capital y el crecimiento económico. En cuanto a los aspectos regulatorios, una carga regulatoria exagerada o innecesaria obstaculiza el desarrollo de los mercados y el crecimiento. Si a eso se le añaden otras escuelas de pensamiento que evidencian los fenómenos de captura del regulador y de búsqueda de rentas, el argumento cobra aún más peso. Un ejemplo son las regulaciones excesivas bajo posiciones políticas e ideológicas sobre temas ambientales que han contribuido a reducir la oferta e incrementar los costos de la energía. En cuanto a la política monetaria, la emisión monetaria debería ser tendiente a mantener un valor de la moneda estable a lo largo del tiempo, por lo que, en términos generales, debería ser acorde al crecimiento económico. La idea contraria sostiene que se debe utilizar como un instrumento para intencionalmente afectar la economía en determinado sentido, por ejemplo de forma anticíclica. Una adecuada teoría del dinero y del crédito demuestra que más bien los ciclos se producen como resultado de dichas intervenciones. Hoy, por ejemplo, estamos viendo el punto de inflexión del ciclo que se inició a partir del 2008. La incertidumbre tiene un efecto negativo sobre los mercados, y el hecho que se den esas intervenciones abruptas en la moneda, si bien de alguna forma se pueden anticipar porque siguen la lógica convencional, induce a errores en cálculos, estimaciones, planificación, administración de riesgos, etc. Por último, la realidad es que la política monetaria no crea valor económico.

Incentivar las inversiones, lo cual incluye proteger el ahorro; eliminar la sobre regulación; fomentar el emprendimiento, la innovación, la competencia y la apertura comercial; reducir costos y trabas para mejorar la competitividad; dar certeza jurídica y estabilidad, sobre todo de la moneda; son medidas determinantes que se podrían implementar para incrementar la productividad, reducir costos, mejorar los ingresos reales y consecuentemente incrementar el poder adquisitivo de los ciudadanos; muy a diferencia de manipular la oferta de dinero y sus efectos sobre su valor real. Considero oportuno el contexto para entender, analizar y discutir estas ideas.

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Alejandro Baldizón

Abogado y Notario, catedrático universitario y analista en las áreas de economía, política y derecho.

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