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Nueva aventura electoral de la izquierda exguerrillera

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La izquierda política exguerrillera competirá por la Presidencia de la República en el proceso electoral del presente año, 2023. El candidato presidencial es Amílcar Pop, propuesto por el partido Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca fundado por ex guerrilleros, aliado con el partido Winak fundado por la ex guerrillera Rigoberta Menchú, y con el Movimiento Amplio de Izquierda, fundado por la misma guerrilla.

Esa izquierda ex guerrillera de Guatemala emprende una nueva aventura electoral cuando sufre una grave crisis cuyo síntoma más inquietante es la miseria intelectual, ideológica, partidaria, electoral y programática. Empero, es una miseria de todas las modalidades de la izquierda, desde aquella que todavía se refugia en los sueños de Karl Marx y encuentra en ellos una consolación anticapitalista, hasta aquella que cómodamente admite cualquier mescolanza de capitalismo y socialismo, para exhibir, como si fuera un caro tesoro nacional, su barata preocupación por los pobres; o desde aquella económicamente estéril que predica la repartición coercitiva de la legítima riqueza, hasta aquella psicológicamente resentida que pugna por la imposición de la igualdad.

Una manifestación de la miseria intelectual de la izquierda consiste en que no exhibe un impresionante esplendor teórico, que cause admiración por ser filosóficamente profundo, o asombro por ser conceptualmente preciso, o respeto por ser formalmente consistente, o estupor por su dominio magistral del materialismo dialéctico, o infortunio del adversario por ser obra de un implacable razonamiento lógico, o renacimiento espiritual del socialista que agonizaba en su desesperanza. Y algunos de quienes pretenden ser intelectuales de la izquierda tan solo pueden invocar torpemente conceptos marxistas que pretendieron ser ciencia; pero que solo pudieron ser aciago engendro de una licenciosa degeneración intelectual, que se complacía en profesar una inventada dialéctica materialista, que insultaba a la dialéctica hegeliana.

Una manifestación de la miseria ideológica de esa misma izquierda es su incapacidad de proponer un régimen económico que sustituya al capitalismo. No aludo a ese pseudo capitalismo que es obra de la restricción de la libertad económica, impuesta por políticos ineptos, ignorantes, corruptos e imbéciles. Esa incapacidad es también la incapacidad de proponer un nuevo régimen económico socialista que pretenda corregir los errores causantes del colapso mundial del socialismo durante la década de 1990; colapso precedido por aquel festivo preludio que fue la gloriosa aniquilación del muro de Berlín oriental, el 9 de noviembre del año 1989. Es tal la magnitud de esa miseria ideológica de la izquierda, que se regocija por el triunfo de la izquierda en países latinoamericanos, como si fuera su propio triunfo, y no una delación de su propia miseria.

Una manifestación de su miseria partidaria consiste en que no ha podido constituir un poderoso partido político o una colosal alianza partidaria que sea el temible fantasma que ha de provocar, en la derecha, un inquietante terror o un horrible espanto. Ha ocurrido lo opuesto: consumida por ambiciones intestinas, e incapaz de imponer la disciplina entre quienes contienden por adquirir poder, se ha disuelto en tantas facciones como ambiciones personales tienen sus líderes. Y aquel Movimiento Amplio de Izquierda que ha creado realmente es reposo porque no prospera, y los límites de la pretendida amplitud son tan imprecisos que se imposibilita saber qué es o qué no es izquierda. Es un movimiento que parece estar más próximo a una fraudulenta ficción que a una efectiva realidad.

Una manifestación de su miseria electoral consiste en que, en procesos electorales, ha sido objeto del repudio de los ciudadanos. Precisamente ese repudio demuestra que las Fuerzas Armadas Rebeldes, aunque eran armadas y rebeldes, no lo eran de un pueblo rebelado; que la Organización del Pueblo en Armas, aunque era una organización armada, no lo era de un pueblo armado; y que el Ejército Guerrillero de los Pobres, aunquepretendía ser ejército y guerrillero, no lo era de los pobres.

Es un repudio expresado, por ejemplo, en las elecciones de la década del año 2010. Efectivamente, en las elecciones del año 2011 su candidato presidencial obtuvo 3% del número total de votos, y fueron ganadas tres de 158 diputaciones y tres de 333 alcaldías. En las del año 2015 su candidato presidencial obtuvo 2%, y fueron ganadas dos de 158 diputaciones y tres de 338 alcaldías. En las del año 2019 su candidato presidencial obtuvo 2%, y fueron ganadas tres de 160 diputaciones y seis de 340 alcaldías.

Una manifestación de la miseria programática consiste en que no propone un programa político, en el que el ciudadano pueda encontrar novedosas opciones económicas, políticas, sociales o jurídicas. ¿O ese programa son los acuerdos de paz, convenidos entre funcionarios gubernamentales y comandantes guerrilleros? Si es así, el programa político de la izquierda es, absurdamente, obra de guerrilleros derrotados, que intentaron ocultar la derrota con decenas y centenas de acuerdos de paz. Más precisamente, fueron acuerdos de derrota, destinados a fracasar.

Post scriptum. Las tediosamente persistentes quejas, y críticas, y protestas, y reclamaciones de la izquierda ex guerrillera no logran ocultar su miseria intelectual, ideológica, partidaria y programática. Tampoco logran ocultar algunos fenómenos conexos, como la envidia, la frustración, la obsolescencia, la ineptitud, la decadencia y la nostalgia patológica por las ruinas del imperio socialista soviético.

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