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Síndrome de desgaste por empatía

Salud Y Mente

Cuando haces tuyos los problemas de otros

El concepto de desgaste por empatía es un término que nació en el año 1995 de la mano de Charles Figley, bajo el nombre de “compassion fatigue”. Para Charles Figley el desgaste por empatía (o fatiga por compasión) es un concepto que se relaciona con el coste de cuidado. Para poder comprender este síndrome de primero es necesario que entendamos qué es la empatía.

Según Galimberti (2002) la empatía es una habilidad que poseemos las personas para poder reconocer los sentimientos y pensamientos de otros al punto de comprenderlos. Es un proceso que permite por medio de la proyección o lo que coloquialmente decimos “ponernos es sus zapatos”  sentir hasta cierto grado lo que la otra personas esta sintiendo sin perder nuestra identidad. Otro concepto muy certero es el de Rogers (2009) quien la define como “la capacidad de adentrarse en la realidad subjetiva de otra persona y participar en sus experiencias. Eso supone ponerse en el lugar del otro y ver el mundo como el otro lo ve.” 

Como podemos ver la empatía es necesaria para humanizarse y sensibilizarse ente el dolor ya sea físico o emocional de otros, esto nos genera una necesidad de ayudar, ayuda que puede ser emocional, económica, psicológica, espiritual etc… el problema no está en ser empático, sino en no reconocer nuestros límites con relación de hasta donde y de qué manera podemos ayudar; cuando no hay reconocimiento de limites entramos a un punto ciego y podemos caer en el Síndrome de Desgaste por Empatía.

¿Qué es elSíndrome de Desgaste por Empatía?

Figley (1995) explica que la percepción del sufrimiento ajeno crea espontáneamente empatía hacia quien sufre. Esto puede producir efectos positivos o negativos sobre quién comparte durante un tiempo prolongado las experiencias de sufrimiento de personas significativas. Cuando el trabajo profesional consiste en compartir de forma prolongada historias cargadas de dolor, se está expuesto a una situación de desgaste emocional. Profesionales que trabajan en el ámbito de la salud, psicólogos, neuropsicólogos, la carrera de leyes, desarrollo, pueden generar este síndrome de desgaste por empatía. Fuera de estas profesiones las personas más vulnerables a padecer este síndrome son aquellas que tienen una alta tendencia a salvar a los demás, personas que están siempre atentos, siempre dispuestos, quienes usan palabras como “las personas siempre acuden a mi” “yo debo estar para quienes me necesitan” es frecuente también que las personas más propensas a sufrir las consecuencias negativas de ayudar a los demás suelen presentar mayor auto-juicio e inflexibilidad psicológica y muestran niveles más elevados de estrés. Estas personas tienen alta necesidad de control y de protección, por lo que pierden de vista la propia salud física, emocional y psicológica.

Los procesos socioculturales juegan un papel importante ya que, existe una demanda a la colectividad, es decir el sufrimiento de otros es el mío, lo que genera una necesidad de intervenir constantemente en la vida y decisiones de los demás, o de lo contrario se experimenta un sentimiento de “soy mala persona” “soy una mala madre” “soy pésimo amigo/a”, generando sentimientos de culpa que desembocan posteriormente en un síndrome de desgaste por empatía.

¿Cómo evitar el desgaste por empatía?

En primer lugar hay que saber las diferencias entre la empatía y la simpatía. Como lo definimos anteriormente, la empatía es la capacidad para poder interpretar estados de ánimo, problemas y pensamientos de otras personas y con base a ello desarrollar habilidad para poder dar una respuesta emocional adaptada que le haga sentir a la otra persona que podemos comprender por lo que esta pasando sin perder nuestra identidad, mientras que la simpatía va más allá de la empatía, es vivir en la misma piel lo que alguien más pasa, al punto de experimentar depresión, desesperanza e impotencia.

Otro punto importante es el reconocimiento de los propios límites. Es importante estar conscientes de que no nos corresponde salvar a los demás y que nuestra ayuda llega hasta donde no nos esta afectando de manera negativa, saber que hay un 80% que no estará bajo nuestro control y que por salud emocional, mental y física es necesario aceptarlo, asimilarlo y trabajar solo como el otro 20% de lo que si esta bajo nuestro control.

Derecho a decir NO sin que esto genere una sensación de culpabilidad y auto castigo. Cuando no aprendes a decir NO de manera asertiva y no reconoces tus limites, tu mismo/a estas saboteando tu bienestar emocional y calidad de vida, ya que sin importar las consecuencias pones a todos por encima de ti.

Valoración del costo beneficio, ¿Cuál es el costo de tengo que estar para los demás? Aunque nos duela reconocerlo el estar constantemente para otros a pesar de la propia estabilidad en un alto porcentaje es por nosotros y en menor por los demás. Si, así como lo lees, hacemos en bien para sentirnos bien con nosotros mismos y de paso las demás personas se benefician. Te has preguntado ¿Qué pasaría si tu no estuvieras para los demás? Pues lo que pasaría que las personas tendrían que buscar recursos para aliviar su pena, resolver su problema o tomar sus decisiones y seguirían con su vida. Es un buen momento para cuestionarte ¿Para qué necesito siempre ayudar? Recuerda es un ¿para qué? No un ¿Por qué?

Y finalmente nadie puede ayudar si no se ayuda a si mismo, si cuantas con inteligencia emocional te darás cuenta de que tu calidad de vida es importante para impactar a tu entorno, si tu no cuentas con estabilidad emocional, física o psicología será difícil que puedas ayudar a otras personas de manera efectiva y saludable para ti.

Recuerda que “El peor amor no correspondido es el amor propio” (Gómez 2022)

Le invitamos a leer más de la autora:

Zoe María Gómez

Psicóloga Clínica por la Universidad Mariano Gálvez, Postgrado en Neuropsicología por la Universidad del Valle de Guatemala.

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