¿Show de estúpidos o fiesta electoral?
Desde Mi Trinchera
La primera campaña electoral que conservo entre mis recuerdos es la de 1985, no perfectamente clara, debido al paso del tiempo y porque en esa época era un niño, pero con un básico entendimiento político heredado de mi señor padre, el suficiente para darme cuenta de que las mentiras, discursos populistas y cancioncitas pegajosas, predominaron en la “primera contienda electoral de la era democrática”. Los resultados de esas elecciones, la patria los carga hasta nuestros días, muchos ladrones de cuello blanco de esa época, ya en etapa de putrefacción en la actualidad, aún siguen teniendo alguna o mucha influencia en nuestra vida política, siguen y se niegan a desprenderse de la teta del Estado, esa teta que los hizo gordos no solo a ellos, también a hijos, nietos y amigos.
Con el proceso electoral de 1985, con 2 millones de empadronados y 8 candidatos presidenciales, se inició el periodo más fantasioso y mentiroso, el periodo donde ya no solo se dio atol con el dedo al pueblo, se le empezaba a dar por cucharón, y ahora actualmente, con el riesgo de cambiar el atol por algo más repugnante que digerir y por garrafones…
Escribir para mi persona, a tan solo 41 días para que el pueblo elija a quienes dirigirán los destinos del país durante 4 años, me resulta complicado, ya que en esta oportunidad no solamente lo hago como columnista de mi querido medio El Siglo, ahora también como candidato a diputado al Congreso de la República; sin que esto signifique que deje de pensar como un ciudadano común y corriente, con la única diferencia, que estoy consciente, que desde los medios y redes sociales y la crítica política desde las tertulias en compañía del café poco se podrá incidir de una forma real en el rumbo político y social de Guatemala. Se siente extraño participar entre “especies raras”, o mejor dicho en hordas de estúpidos que por dinero, amistad, conveniencia política, o por imposición extranjera, llenaron espacios en los diferentes listados que presentaron los 30 partidos políticos (no intento generalizar). Luego de 38 años de falsa vida democrática, he visto todo… o eso creía, hasta estas elecciones 2023; en los 80s y 90s pegajosas canciones y eslogan, dejamos atrás el siglo XX, y las compras de la voluntad de voto paso de láminas, a rifas de casas, carros, motos, refrigerados, salas, etc., en fin haciendo un mercado “Del Guarda” los meses de proselitismo.
Nadie es perfecto ni como humano y mucho menos de político; no existe garantía alguna en la vida política, que garantice las reales intenciones de un proyecto político, ni las de sus candidatos, no garantiza nada todo el dinero del mundo, ni todos los títulos, o exitosas empresas, y mucho menos el pertenecer a grupos que se autonombraron defensores de la “sociedad civil”, sin que el pueblo se los haya pedido, esos parásitos que por guaridas y centros de operaciones eligieron ongs, fundaciones, esos grupos que a base de terrorismo marxista, derramaron sangre inocente en todo el país, pero que ahora son flamantes funcionarios o candidatos, usando de excusa a la clase pobre, a la indígena, al campesino, a los mismos que han usado una y mil veces, para saciar intereses personales, ideológicos y económicos, envenenándoles con el discurso enfermo de la lucha de clases, el divisionismo, y racismo; un sector al que no le interesa terminar con la pobreza e injusticia, por la sencilla razón que ellos viven, consiguen puestos y votos a costillas de la miseria y de la misma clase pobre. Pero de vividores y parásitos no se limita únicamente la izquierda, también existe esa falsa derecha mercantilista, que se acomoda camaleónicamente cada proceso electoral con el probable gallo vencedor, desde los que se resbalan “chaqueteando” y lambisconeando candidatos, creyendo que publicando twits merecen o tienen la esperanza de pescar un ministerio, hueso, o hacer negocios si en caso quedara el candidato a quien le “echaron el ojo”, otros invierten, como si las elecciones fueran un gran casino, esperando pegarle al “gordo”, esos que jamás saldrán de su estúpida burbuja, que los hace pensar que ellos son la única Guatemala, que interesa que este bien y desarrollada, claro que me refiero a sus negocios personales, o los de sus patronos, ya que algunos son simplemente choleros de lujo de alguien más, que no les gusta sacar la cabeza y menos ensuciarse las manos…; por supuesto que hay que diferenciarlos de la clase productiva, la buena clase productiva, que en conjunto con todos los sectores honestos del país, creemos en la propiedad privada, el desarrollo individual y general, evitado que Guatemala caiga en manos de la pobreza, miseria, represión, esclavitud , y atraso, que la izquierda impone, en los países que logra capturar sus gobiernos.
Cada vez más lejos, miro las Elecciones Generales como una fiesta cívica, donde el platillo principal sean las propuestas coherentes, y la voluntad de querer hacer de Guatemala un gran país; candidatos a presidentes, diputados, y alcaldes parecieren ser bromas de mal gusto, con excepciones por supuesto, pero existe de todo, criminales, depravados, mentirosos compulsivos, corruptos, y ahora hasta “estúpidos sinceros”, les llamare así, porque no ocultan su nivel de ignorancia en lo más mínimo, porque en nuestros tiempos llama la atención, la ridiculez, el show, y la vulgaridad, el tomar un proceso electoral como un juego o “chingadera”, esos candidatos que se hacen acompañar de personajes patanes, que no respetan ni a la madre que los parió, y que utilizan para darse a conocer, y captar la intensión de voto, me pregunto ¿Qué mérito y capacidad pueden tener para dirigir nuestro país?, simplemente son patéticos, pero más aún, a quienes les pasa por la cabeza votar por ellos; tenemos que estar claros que votar por ignorantes, populistas mentirosos por rebeldía, no castigan a la clase política tradicional, en realidad sentencian a Guatemala a caer en un profundo abismo, del que costara muchísimo tiempo y sangre salir del mismo.
Todos en la vida política tenemos un techo de vidrio, unos claramente más frágil que otros, pero existen quienes deseamos una patria realmente libre, soberana, independiente, prospera, desarrollada, que sea orgullo para cada uno de nosotros y por eso mismo tomamos la decisión de participar en política partidaria, para evitar que esa clase “estúpida” y sinvergüenza coopte todos los espacios, y haga de nuestro Estado su hogar.
Como candidato a diputado, en esta oportunidad, muchos de mis lectores se preguntaran, ¿cuál candidato presidencial apoyo y respaldo?, les puedo responder de una manera honesta y sincera, porque sé que estoy con la persona, con quien puedo seguir siendo yo mismo, puedo seguir siendo el mismo ciudadano común y corriente, donde mi lucha por la defensa patria, jamás ha sido cuestionada o restringida, esa lucha la cual he llevado, en las calles, en las instancias y tribunales de justicia, en los medios de comunicación, en las redes sociales, en mis columnas, donde mis opiniones públicas jamás han sido censuradas y esa persona es Zury Ríos Sosa, ¿por qué ella? Porque simplemente creo en ella, creo en su liderazgo, capacidad, su conocimiento en el funcionamiento y administración del Estado, creo en su virtud de hacernos ver aún, que existen líderes con un gran sentido humano, que entiende que el gobierno es para todos y no solo para unos pocos, porque creo en su nacionalismo, en su visón de desarrollo, en definitiva como la oportunidad de los guatemaltecos en este proceso electoral, de votar de forma madura y correcta, libre de arrepentimientos; lo escribo con toda paz y con el compromiso de ser lo más objetivo posible, ya que lo mismo pensaría y escribiría, aún sin ser candidato en el proyecto que ella encabeza.
Sabemos que los jardines más hermosos del mundo, y hasta las mismas rosas tienen sus espinas, por lo mismo no podemos exigir perfección en ningún proyecto político, pero si apostar por las buenas personas que deseamos un país mejor y participamos en esos proyectos políticos, porque nosotros tomaremos el compromiso y su confianza, no solo para defender y trabajar por la nación, también para convertirnos en la herramienta perfecta, para podar desde adentro, esas espinas que pinchan nuestros anhelos, que hacen tanto daño, y evitan que Guatemala sea grande, desarrollada, en paz, para todos y cada uno de los guatemaltecos.
“No hay que temer a los que tienen otra opinión, sino a aquellos que tienen otra opinión pero son demasiado cobardes para manifestarla”, -Emperador Napoleón Bonaparte-

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