Democracia no es votar cada cuatro años
Barataria
Después de la inestabilidad política desde mediados del siglo pasado hasta la década de los ochenta, Guatemala entró en un proceso para democratizar las instituciones, para que existieran elecciones libres y que ya no se accediera al poder a través de los golpes de Estado que fueron muy comunes en épocas anteriores. De esa cuenta, con una nueva Constitución decretada en 1985 se inició un proceso que debía dar como resultado el desarrollo de una democracia en dónde el Estado persiguiera el fin común y todas las instituciones, ministerios y poderes del Estado funcionaran para garantizarlo con el respeto de las garantías fundamentales.
Pasaron pocos gobernantes para que nos diéramos cuenta de que para muchos la democracia significó ir a las urnas cada cuatro años. En medio de cancioncitas, el hastío de tanta propaganda electoral y los ofrecimientos irreales de los candidatos a presidente y vicepresidente, alcaldes y diputados todos concurrimos una y otra vez a elegir autoridades. Así llegó Vinicio Cerezo, Jorge Serrano, Álvaro Arzú, Alfonso Portillo, Oscar Berger, Álvaro Colom, Otto Pérez, Jimmy Morales y Alejandro Gimmattei en total se han electo en elecciones libres nueve presidentes y a ellos hay que sumarles a Ramiro De Léon Carpio y Alejandro Maldonado que no fueron electos por el pueblo pero que igualmente ocuparon el poder. De todos los presidentes unos han superado a otros en la corrupción, la avidez para robar los dineros públicos y las ansias de enriquecerse. Ninguno se ha salvado de ellos, todos han perfeccionado sistemas para socavar la institucionalidad del país, controlar el Estado y servirse del erario. Las malas acciones de un gobernante han sido corregidas y aumentadas por el siguiente.
Así, a partir del momento en que se defenestró al señor Pérez Molina, se evidenció la trama de corrupción que existe en Guatemala en dónde no solo se utiliza el dinero del erario para enriquecerse, sino que también es el dinero que sirve para financiamiento de las campañas electorales, a través de la sobrevaloración de obras, bienes y servicios que el Estado adquiere y que los contratistas, gracias a esa sobrevaloración, comparten las coimas con los funcionarios. En otras palabras “del mismo cuero, salen las correas”. Además del erario, otra fuente de financiamiento resulta ser el crimen organizado que campea sobre el país sin el menor recato, porque las instituciones de seguridad y de justicia nunca les van a alcanzar y resulta común ver a un funcionario corrupto que se embolsó más de 67 millones de quetzales del hospital de Chimaltenango libre con una irrisoria medida sustitutiva o un Diputado transa que defraudó millones de quetzales del INSIVUMEH sin que se le haya levantado su derecho a antejuicio protegido por el mismo sistema.
Al final, la lección aprendida por los gobernantes a partir de 2016, es que para permanecer en impunidad y no terminar como Roxana Baldetti y Otto Pérez Molina, además de enriquecerse con el dinero público, “invertir” cual empresarios en bienes, servicios y establecimientos comerciales, se debe socavar las instituciones, secuestrarlas y como dicen comúnmente cooptarlas hay que mantener el poder y a todos los funcionarios fieles, dóciles y serviles en sus cargos; de allí que no se ha electo, ni se elegirá nuevos Magistrados de la Corte Suprema y Corte de Apelaciones, porque los actuales le sirven al “sistema”. Si algo aprendieron todos lo corruptos es que, no se pueden dar ventajas, no se pueden “dormir” en sus laureles, que ahora no se pueden confiar en el nuevo gobernante, porque así como el actual le ofreció cárcel a la señora Torres y posteriormente pactó con ella impunidad a cambio de votos, se puede confiar. Por ello, la lección es ejercer el poder con corrupción de la más obscena y protegerse a través de tener cooptadas las instituciones y, si se puede repetir en la elección comprando partidos, comprando candidaturas y comprando alcaldes, pues mucho que mejor porque ello garantiza otros cuatro años de “negocios”. En efecto, ahora mismo además de asegurarse un futuro como grandes millonarios, hay que protegerse manteniendo cooptadas las instituciones porque con ello no solo garantiza impunidad, sino que además se pueden garantizar la permanencia en el poder.
Así estamos a las puertas de otras “elecciones libres y democráticas” en donde vamos a acudir a las urnas con mas sombras que luces. Nos están invitando a votar, por las personas que ellos quieren y en dónde nadie, (Porque el Tribunal Supremo Electoral es un chiste de mal gusto) puede garantizarnos la pureza del proceso electoral. Al ver la forma en que el Tribunal Supremo Electoral, la Corte Suprema de Justicia y ahora hasta una Sala de lo Contencioso Administrativo y la Corte de Constitucionalidad han resuelto a favor de unos, en contra de otros bajo circunstancias que nada tienen que ver con el apego al derecho nadie nos puede garantizar que el día de mañana no haya más sorpresas en las elecciones.
La Democracia de un país, no solo es ir cada cuatro años a votar, la democracia de un país es la fortaleza de las instituciones, la alternabilidad en el ejercicio de la función pública, la fortaleza de un sistema judicial independiente y un Congreso de la República cuyos diputados no se vendan cual meretriz al gobierno de turno a cambio de asignación de obras, de dinero o poder sino que respondan a los intereses del electorado y un sistema electoral cuyos magistrados sean honorables, intachables y no caraduras, embusteros y mafiosos.
Si antes, nos quejábamos de que la democracia en el país cada día no representaba las aspiraciones del pueblo, hoy en día estamos frente a una democracia que languidece, esta gravemente enferma cuyos responsables de esta debacle tienen nombres y apellidos, muchos de ellos van a ser electos y van a ocupar una alcaldía, una diputación o la misma presidencia y vicepresidencia; además están aquellos actores tras bambalinas cuyo interés en manipular este proceso electoral responde a garantizarse impunidad y disfrutar del saqueo que han hecho del dinero público. Otros muchos que han dictado sus resoluciones complacientes, han apañado los actos corruptos, han descalificado candidatos o han dirigido este proceso electoral viendo sus propios intereses no los intereses del pueblo, van a resultar en posiciones de poder como siempre. En realidad, no hace falta ser adivino ni un experto analista para entender con tanto manoseo al proceso electoral, la compraventa de partidos y candidaturas, la descalificación de candidatos y un Tribunal Electoral descarado y complaciente no nos extrañaría ver que el partido oficial repita en el poder por cuatro años más.

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