La Patria dividida (I)
Zoon Politikón
¿Y por qué contar esta historia?, pues simplemente porque ya no puedo seguir callando y siento la necesidad de darla a conocer; no olviden que la escritura dice: “Si estos callan, gritarán las piedras» (Lc. 19, 40).
Érase una vez una familia como cualquiera… en donde la madre, era el centro de todo, doña Guatemamá, una mujer sin marido como muchas, y sus tres hijos Policarpo, el mayor, llamado así en honor a su cualidad de producir muchos frutos con su trabajo; la hija intermedia Conciencia, quién contaba con una cualidad muy especial, darse cuenta de todo y guardar siempre la serenidad; y el hijo más pequeño, quién llego a casa junto con el segundo matrimonio de Guatemamá (el cual no funcionó… pero le agrego una boca más a la familia), este se llamaba Narciso un personaje muy especial llamado así por su complejidad y por su muy diversas características, tenía una apariencia muy llamativa y un pensamiento diferente sin comprensión del sacrifico que realizaba Mamá para que la familia no se muriera de hambre, como ocurría con las familias vecinas.
Guatemamá, a quien de aquí en adelante llamaremos simplemente Mamá, era una persona noble, trabajadora, abnegada y ante todo muy amorosa con todas las personas sin distinción alguna. Ella daba todo lo que ganaba para el sostenimiento del hogar, pero a pesar de ello esto no era suficiente para las necesidades y exigencias del resto de la familia… pues solo faltaba darles de comer en la boca.
Mamá tenía un gran potencial con muchos atributos a su favor, pero no le era posible explotarlos porque no había tenido la oportunidad de desarrollar todas las facultades que necesitaba, le faltaban una buena educación, estaba mal alimentada y vivía en un ambiente muy peligroso.
Corrían días muy tumultuosos y por lo mismo todos estaban desorientados en esa casa, a diario se recibían noticias alarmantes de todas partes y les invadía una gran zozobra por no saber a quién acudir por socorro y no sabían también a quién creer. Eran tiempos en los que no podían dejar de estar descorazonados y heridos por tan malas noticias que circulaban a su alrededor, experimentaban la angustia que solo puede ser provocada por una noche oscura, en donde la familia estaba envuelta y cegada por un misterio de maldad en el modo de obrar de alguno de sus miembros.
Cada nueva revelación era una noticia estremecedora que desgarraba el corazón de Mamá. Había quienes en la vecindad se atrevían a decir que esa casa estaba invadida del humo de satanás, pues en lugar de que reinara la luz, se había convertido en un antro de tinieblas; en lugar de ser un lugar seguro y apacible, más parecía una cueva de rufianes. Era la conducta de los hijos que, siendo buenos en su naturaleza, incurrían en acciones que los hacía parecer agentes del demonio.
A pesar de los esfuerzos de Mamá por mantener el orden, era innegable que habían problemas en la familia, en donde Policarpo estableció un régimen autoritario y dictatorial para hacer su voluntad, cooptando la autoridad de la casa; actuaba como si su madre no existiera, tomando decisiones que solo le favorecían a él; y como si esto fuera poco, se relacionaba con narcotraficantes y criminales del barrio, quienes lo frecuentaban como Juan por su casa para aprovechar la ubicación y cobertura de la familia, y así poder encubrir sus fechorías. Conciencia se comportaba de manera corrupta en función de sus intereses y negocios, torcía las reglas a favor de personajes – importantes – del vecindario, convirtiendo la casa en un lugar de impunidad. Por su lado Narciso se hacía de amistades poco respetables, con quienes tenía negocios turbios y que lo influenciaron con una mentalidad revolucionaria, disque para luchar por su libertad, creando en él un ansia de poder en donde su madre y hermanos, le estorbaban.
Ciertamente la casa era mal manejada por Mamá, esto como resultado de su falta de conocimiento para administrar una familia, ella solo sabía trabajar duro para llevar el sustento de sus hijos.
Narciso por su lado intentaba aprovechar esta coyuntura para sus intereses, bajo la figura de un lobo vestido con piel de oveja.
Para aumentar más la conflictividad, Mamá recibió unos inquilinos los cuales después de vencer el contrato de arrendamiento se negaron a dejar la pieza y encima de todo ya no le pagaban la renta de manera puntual; ignorando con ello el contrato firmado y lo que la ley dicta.
Mamá experimentaba una pasión dolorosa en donde ella era flagelada, todo su ser parecía desgarrarse y con mucho dolor se preguntaba ¿a quién culpar de los golpes? Y en su cabeza retumbaba una voz que le decía ¡A los mismos que deberían amarla y protegerla! Con todo esto no podía más que sentirse traicionada. Pero y cómo hacerse del coraje para decirle a su prole que encararan sus pecados, que se retractaran de la traición forjada que le estaba causando tanto dolor. En algunos momentos pensaba que eran los Judas a quienes ella había entregado su amor y cuidados. Pero no se atrevía a denunciarlos abiertamente. Estaba en crisis, su fe flaqueaba.
Continuará…

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¿Y por qué contar esta historia?, pues simplemente porque ya no puedo seguir callando y siento la necesidad de darla a conocer; no olviden que la escritura dice: “Si estos callan, gritarán las piedras» (Lc. 19, 40).
Érase una vez una familia como cualquiera… en donde la madre, era el centro de todo, doña Guatemamá, una mujer sin marido como muchas, y sus tres hijos Policarpo, el mayor, llamado así en honor a su cualidad de producir muchos frutos con su trabajo; la hija intermedia Conciencia, quién contaba con una cualidad muy especial, darse cuenta de todo y guardar siempre la serenidad; y el hijo más pequeño, quién llego a casa junto con el segundo matrimonio de Guatemamá (el cual no funcionó… pero le agrego una boca más a la familia), este se llamaba Narciso un personaje muy especial llamado así por su complejidad y por su muy diversas características, tenía una apariencia muy llamativa y un pensamiento diferente sin comprensión del sacrifico que realizaba Mamá para que la familia no se muriera de hambre, como ocurría con las familias vecinas.
Guatemamá, a quien de aquí en adelante llamaremos simplemente Mamá, era una persona noble, trabajadora, abnegada y ante todo muy amorosa con todas las personas sin distinción alguna. Ella daba todo lo que ganaba para el sostenimiento del hogar, pero a pesar de ello esto no era suficiente para las necesidades y exigencias del resto de la familia… pues solo faltaba darles de comer en la boca.
Mamá tenía un gran potencial con muchos atributos a su favor, pero no le era posible explotarlos porque no había tenido la oportunidad de desarrollar todas las facultades que necesitaba, le faltaban una buena educación, estaba mal alimentada y vivía en un ambiente muy peligroso.
Corrían días muy tumultuosos y por lo mismo todos estaban desorientados en esa casa, a diario se recibían noticias alarmantes de todas partes y les invadía una gran zozobra por no saber a quién acudir por socorro y no sabían también a quién creer. Eran tiempos en los que no podían dejar de estar descorazonados y heridos por tan malas noticias que circulaban a su alrededor, experimentaban la angustia que solo puede ser provocada por una noche oscura, en donde la familia estaba envuelta y cegada por un misterio de maldad en el modo de obrar de alguno de sus miembros.
Cada nueva revelación era una noticia estremecedora que desgarraba el corazón de Mamá. Había quienes en la vecindad se atrevían a decir que esa casa estaba invadida del humo de satanás, pues en lugar de que reinara la luz, se había convertido en un antro de tinieblas; en lugar de ser un lugar seguro y apacible, más parecía una cueva de rufianes. Era la conducta de los hijos que, siendo buenos en su naturaleza, incurrían en acciones que los hacía parecer agentes del demonio.
A pesar de los esfuerzos de Mamá por mantener el orden, era innegable que habían problemas en la familia, en donde Policarpo estableció un régimen autoritario y dictatorial para hacer su voluntad, cooptando la autoridad de la casa; actuaba como si su madre no existiera, tomando decisiones que solo le favorecían a él; y como si esto fuera poco, se relacionaba con narcotraficantes y criminales del barrio, quienes lo frecuentaban como Juan por su casa para aprovechar la ubicación y cobertura de la familia, y así poder encubrir sus fechorías. Conciencia se comportaba de manera corrupta en función de sus intereses y negocios, torcía las reglas a favor de personajes – importantes – del vecindario, convirtiendo la casa en un lugar de impunidad. Por su lado Narciso se hacía de amistades poco respetables, con quienes tenía negocios turbios y que lo influenciaron con una mentalidad revolucionaria, disque para luchar por su libertad, creando en él un ansia de poder en donde su madre y hermanos, le estorbaban.
Ciertamente la casa era mal manejada por Mamá, esto como resultado de su falta de conocimiento para administrar una familia, ella solo sabía trabajar duro para llevar el sustento de sus hijos.
Narciso por su lado intentaba aprovechar esta coyuntura para sus intereses, bajo la figura de un lobo vestido con piel de oveja.
Para aumentar más la conflictividad, Mamá recibió unos inquilinos los cuales después de vencer el contrato de arrendamiento se negaron a dejar la pieza y encima de todo ya no le pagaban la renta de manera puntual; ignorando con ello el contrato firmado y lo que la ley dicta.
Mamá experimentaba una pasión dolorosa en donde ella era flagelada, todo su ser parecía desgarrarse y con mucho dolor se preguntaba ¿a quién culpar de los golpes? Y en su cabeza retumbaba una voz que le decía ¡A los mismos que deberían amarla y protegerla! Con todo esto no podía más que sentirse traicionada. Pero y cómo hacerse del coraje para decirle a su prole que encararan sus pecados, que se retractaran de la traición forjada que le estaba causando tanto dolor. En algunos momentos pensaba que eran los Judas a quienes ella había entregado su amor y cuidados. Pero no se atrevía a denunciarlos abiertamente. Estaba en crisis, su fe flaqueaba.
Continuara…
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