Acuerdo Educativo en Guatemala
Antropos
“Nadie es autónomo primero para después decidir. La autonomía se va constituyendo en la experiencia de varias, innumerables decisiones, que van siendo tomadas”. Paulo Freire.
En el mes de junio de 2007, la Editorial Oscar de León, me publicó en primera edición el libro: El camino de la educación en Guatemala, en donde planteo la idea de un pacto por la educación, con el propósito que la sociedad y el Estado definan las grandes estrategias, metas y orientaciones de lo que pudiera significar la formación de los estudiantes para los próximos treinta años. Hoy, frente a un proceso electoral en el que la ciudadanía elegirá a los nuevos gobernantes, hago público mi propuesta de un Acuerdo Educativo en Guatemala.
En tal sentido, debo señalar que en el Diseño de la Reforma Educativa se plantea que “el reconocimiento y comprensión de todos los sectores de la sociedad guatemalteca sobre la importancia de la Reforma Educativa y sus ventajas para el futuro del país, así como la apropiación y compromiso con la misma… por esta razón, es importante un amplio respaldo político y social en torno al diseño e implementación, cimentado en concertaciones y consensos al interior del Estado, la sociedad civil y los partidos políticos. O sea, dice este documento, la Reforma Educativa requiere de un alto grado de compromiso político a nivel nacional. La educación debe ser considerada como de la más alta prioridad para el Estado y para los gobiernos municipal y central”.
En este sentido, señala el educador argentino Juan Carlos Tedesco, que las exigencias futuras del cambio educativo permiten formular la hipótesis según la cual la alternativa a la reforma tradicional y a las revoluciones de diferentes signos será una estrategia de cambio por acuerdo, por contrato entre los diferentes actores sociales. Esto significa, dice que definir las estrategias educativas por acuerdos constituye una metodología alternativa a la concepción autoritaria de la planificación centralizada o la propuesta de dejar que el mercado regule las decisiones.
En esta línea de pensamiento, el diseño de la Reforma Educativa señala que es necesario superar los autoritarismos, el centralismo y la verticalidad en la definición de las grandes orientaciones educativas. Sin una participación decidida de la sociedad en su conjunto, es difícil alcanzar metas ambiciosas de una mejor educación para nuestros niños, niñas y jóvenes. De ahí la necesidad de alcanzar un pacto educativo para el desarrollo del bienestar de toda la ciudadania guatemalteca.
Así, ya en el siglo XXI, somos testigos de la necesidad por alcanzar un amplio consenso en torno a la importancia que tienen los procesos educativos como eslabón para articular los diferentes objetivos del desarrollo, a fin de revalorar por esta vía el camino hacia una sociedad justa y solidaria. Las razones de quienes concurren a dicho consenso son variadas, tomando en cuenta el criterio de la centralidad de la educación en función de un futuro deseable, en el que se manifieste la educación como el principal campo de reducción de las desigualdades. Desde estas consideraciones es impostergable para la sociedad guatemalteca saber hacia dónde va en el campo educativo, en tanto que hoy no se trata solamente de resolver temas importantes como la descentralización, gestión administrativa, cobertura, equidad, calidad, entre otras, sino de alcanzar acuerdos mínimos de carácter social acerca del rumbo de la educación.
Es imprescindible saber, por ejemplo, qué tipo de educación esperamos para forjar a las nuevas generaciones. En tal sentido, uno de los aspectos centrales se encamina a superar la improvisación. Debemos de tomar en cuenta que la tarea central consiste en el trazado consciente de un proyecto educativo que nos permita colectivamente una visión de nación.
Significa que la transformación a fondo de la educación en nuestra sociedad no se hace a corto plazo ni con los recursos existentes. Es necesario una voluntad política que garantice el horizonte estratégico, la continuidad y la sostenibilidad creadora de la reforma, que exige un amplio consenso social para la cristalización de un acuerdo político de gran profundidad. Se trata de darle prioridad a la educación en el marco de una visión de país y su coherencia con los avances o problemas económicos, sociales y políticos. Por eso entendemos que se trata de definir políticas de Estado, con la participación de los diferentes sectores de la sociedad.
Si logramos alcanzar una participación responsable con las familias, comunidades, maestros, maestras, alumnos, pueblos originarios, sector empresarial, sector político, sectores religiosos, medios de comunicación, a partir de acuerdos básicos de una concepción de la educación y su relación con el desarrollo nacional, fines y valores del ser humano, estaríamos avanzando como nación.
Esta acción pedagógica, se convertiría en el parteaguas de un gran ACUERDO EDUCATIVO EN GUATEMALA que sería El camino de la educación en nuestro país, punto de partida para avanzar por las sendas de la construcción de una sociedad y un Estado en el que se respete en todas sus dimensiones, la dignidad de la persona humana.

Le invitamos a leer más del autor:
Pingback: Carlos Interiano: Educador, amigo, poeta e intelectual - El Siglo