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Mary Wollstoncraft, del club de fans de Barbie

La Dama Consejera

Cualquier opinión es igual de válida que la mía, pero yo voy a dar la mía con respecto a la película de Barbie, por supuesto, después de haber visto la película, no como hacen muchos que opinan simplemente de la muñeca.

He de confesaros que de pequeña amaba a Barbie, quería ser como ella, tener una melena rubia y larga, y un tipito de infarto, pero para vuestra decepción, el no tenerlo no me ha creado ningún trauma, simplemente era una muñeca bonita, una mujer con la que podía imaginar historias que derivaron en mis novelas románticas. Sí, Barbie me ayudó a desarrollar la imaginación, eso que los niños de ahora no tienen gracias a los videojuegos, pero claro, es más fácil criticar a una muñeca, que criticar a una sociedad en la que las modelos de las grandes firmas de moda parecen anoréxicas, y no me digáis que la sociedad está cambiando porque nada más que hay que echar un vistazo a los catálogos de ropa, por lo menos Barbie tenía caderas, culo y tetas.

Nada más comenzar la película, dan una ostia con toda la mano abierta a los que la critican, porque antes de aparecer Barbie, las niñas solo tenían muñecas de bebés, que, por supuesto, era lo acertado en una sociedad patriarcal en la que la mujer siempre debía desempeñar el rol de mamá.

Barbie lleva muchos años en el mercado, y sí, la sociedad actual está cambiando, a pasos de tortuga, pero algo ha cambiado, y digo algo, porque aún se le hacen a la mujer preguntas y comentarios del estilo: “Ya lleváis un tiempo casados, ¿para cuándo los hijos?”. El problema es que la gente no ve nada extraño en esa pregunta, porque es lo normal, porque creen que una mujer ha nacido para tener hijos, para ser esposa y mujer perfecta. Pero si una mujer no quiere tener hijos, para muchos es el apocalipsis, porque entonces la especie humana puede extinguirse, ahí sí somos importantes, ¿no? Pero solo servimos para seguir pariendo más mujeres que tengan hijos y hombres que puedan seguir pavoneándose.

Vale, he sido algo extremista, pero era para que os dieseis cuenta del poco valor que se le da a la mujer como tal, y lo absurdo de echar la culpa a una muñeca.

Con estos comentarios, que, aunque exagerados, no se alejan mucho de esa realidad oculta que intentan convencernos de que no existe, intento que reaccionéis y os deis cuenta de lo que aún queda por trabajar.

La película de Barbie no es una película infantil, porque los mensajes y la complejidad de su trasfondo sería complicada de entender para los niños. Es una película llena de conclusiones y mensajes que intentan demostrar que es igual de malo un mundo dominado por hombres que por mujeres, porque lo ideal sería un mundo en el que todos fuesen iguales, es decir, lo que llamamos feminismo, esa palabra por la que muchos se sienten tan amenazados y que simplemente significa igualdad.

En el mundo de Barbiland las mujeres son las que dominan, siendo los Kens simples accesorios, y en el mundo real es, al contrario, no os voy a hacer spoiler, simplemente os diré que al final abogan por el camino de la igualdad.

Barbie sufre un cambio a lo largo de la película, su inseguridad es la inseguridad de muchas mujeres, esa inseguridad que se nos crea a lo largo de nuestra vida sobre la idea de que debemos ser perfectas.

Sinceramente, la película de Barbie me ha parecido una auténtica genialidad, no me extraña que esté siendo un éxito, un tratado feminista camuflado dentro de una película que parece superficial. Si Mary Wollstoncraff hubiera vivido para verla, se habría quitado el sombrero y se habría hecho miembro de su club de fan, ya que muchas escritoras, como Jane Austen, tenían que camuflar la crítica de la situación de la mujer en novelas ñoñas para que los hombres les permitieran escribir y no se sintieran amenazados.

El final de Barbie es, para mi gusto, el más acertado, la guinda final a un pastel rosa con sabor agridulce.

Enhorabuena por la película, totalmente recomendable para los que abogan por la igualdad.

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María Beatriz Muñoz Ruiz

Nació el 12 de septiembre de 1977 en Granada, España. Es escritora y poetisa. Directora y responsable de maquetación y diseño de la revista cultural One stop. Columnista internacional y autora de diecisiete obras publicadas, entre ellas tres poemarios.

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