El socialismo espiritualista de Arévalo
Vocación de Libertad
El aspecto relativo a la gestión del llamado primer gobierno de la revolución bajo la batuta del expresidente Juan Jose Arévalo Bermejo – QEPD – abordado por el columnista Dr. Olmedo España en su articulo publicado en El Siglo bajo el titulo: Vigencia de las ideas de Juan José Arévalo Bermejo se torna muy importante para seguir tratando de aprender de nuestra historia política.
Olmedo España, califica al expresidente como “uno de los personajes más importes de la historia guatemalteca”, lo que aunque genera algún regateo para sus rivales ideológicos, no se le puede dejar de considerar como valido, puesto que sus obras que aun hoy perduran, dan testimonio de ello. Pero además, porque, Arévalo Bermejo introdujo un concepto ideológico que seguramente entonces y podemos verlo ahora, cobra un gran valor para quienes lo queremos ver. Me refiero a la idea del Socialismo Espiritualista.
Olmedo lo refiere así tomando de un discurso del personaje:
“Mis ideas, dice, son las de un socialista democrático” Y nacen porque “el programa me lo sugerirá el pueblo guatemalteco que está todavía en la calle, en una revolución que corre peligro de perderse. Yo quiero ser portavoz de ese pueblo, su megáfono, su interprete. Las ideas del líder no deben imponerse: debe prevalecer una consulta a la masa con pie en las necesidades del momento histórico… líder es el que mira, estudia y aprende”. ¿Podrá el futuro Presidente de Guatemala tener estos alcances?
He de agregar, que coincido con el comentario de Olmedo que cito textualmente: “El socialismo espiritualista de Arévalo se fundamentó a partir de su preocupación de lograr despertar confianza de los ciudadanos en sus instituciones y, sobre todo, crear ciudadanía para el emprendimiento de la democracia. Ciertamente está bañado de influencias teóricas, enmarcadas en una época en la que se debatían el monopolio capitalista y el socialismo encabezado por la URSS. Esto lo orientó a pensar en una tercera opción política y de ahí la importancia de insistir en la democracia y la educación.˝
“En una palabra: vamos en línea recta con una transformación de la vida espiritual, cultural y económica de la República… porque, afirma, se trata de crear un clima democrático, devolver al pueblo la fe en sus instituciones y en sus hombres, convencerlo de su capacidad cívica y hacerlo vivir en la plenitud de su dignidad, es algo más valioso y más fecundo que levantar pirámides con sudor y sangre de esclavos”. Esta es, para quien escribe, la verdadera tarea de hoy, en medio de condiciones aun mas difíciles, puesto que el poder el Crimen Organizado, omnipresente en el Estado y profundizado en el Gobierno que nos dirige, esta más fuerte que nunca.
En lo personal, para quien escribe y consecuente con el contexto que la creación del hombre pensada a partir del paradigma cristiano establece, viendo al ser humano como alma, cuerpo y espíritu; es muy claro que Arévalo Bermejo, dada su preparación humanista obtenida en aulas universitarias de Argentina y donde seguramente las ideas nacidas con posterioridad a la Revolución Francesa y recogidas posteriormente por la Iglesia Católica le dieron forma a lo que hemos conocido en la historia política del mundo, con epicentro en Europa, al partido político llamado Democracia Cristiana y en la que el Papa León XIII reconoce su existencia desde finales del siglo XIX, cuando escribió la encíclica Rerum novarum, para algunos, una respuesta al socialismo y a los nuevos sindicatos en la cual la Santa Sede reconoció las privaciones del trabajador y se dispuso a aliviarlas.
En medio de un mundo en conflicto entre comunistas y capitalistas que ya afectaba la vida política de los guatemaltecos, aun anclados en condiciones de pobreza, hambre, desnutrición y aberrante ignorancia del pre-modernismo y frente a la gran influencia del hegemónico poder norteamericano y con ello de las grades corporaciones empresariales transnacionales y fundamentalmente agrícolas, es evidente que Arévalo Bermejo plantea no solamente ideas concretas para incorporar a Guatemala a la modernidad, y por supuesto, lo logro, sino que las vistió de un pensamiento ideológico que bebía del cristianismo de entonces, fundamentalmente catolico, en el que evidentemente no pudo profundizar durante los cortos años de su gobierno y que luego con la elección de su sucesor, Juan Jacobo Árbenz Guzmán y las acciones narradas en el libro de Alvaro Vargas Llosa, “Tiempos recios”, cierran el paréntesis democrático de la llamada Primavera Democrática de Guatemala.
Olmedo refiere como parte de los escritos políticos de Arévalo Bermejo, párrafos que leídos, oídos y vistos con lentes del siglo XXI, hablan por si solos: “Nuestra revolución, en una palabra, es una revolución llamada a lavar, a purificar, nuestro sistema de vida pública, para tranquilidad de todos y para el honor de Guatemala”. Agrega Olmedo: De ahí que se conceptúe esta manera de pensar en el sentido que el arevalismo es un esfuerzo por la liberación moral y económica.
Es aquí cuando, la sola idea de una concepción trina en el hombre y la mujer como seres humanos, creados a imagen y semejanza de Dios, alma, cuerpo y espíritu, inspira en el líder de la revolución del 44 un enfoque visionario que permite constituir la Guatemala moderna y deberíamos ahora en pleno Siglo XXI, confiar en que el hijo, ya electo Presidente de la República de Guatemala y que asumirá el próximo 14 de enero del 2024 podrá en un contexto ciertamente difícil, pero con el apoyo del pueblo, luchar en contra de los grandes y poderosos fantasmas que quieren seguir manteniendo a Guatemala en las condiciones del pasado. Soñemos y trabajemos para que así sea.

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