El futuro de nuestros nietos
Sueños…
El amor sincero por la patria es una fuente de optimismo
Este martes perdido de marzo, cuando las controversias humanas se acumulan y no dejan lugar a los sueños, vamos a conversar sobre el futuro. Vamos a presentar una visión optimista, tal vez liviana, pero necesaria en un momento en que los humanos y las sociedades parece que naufragamos en la pérdida de la fe en un mejor futuro.
Mary Shell, la impresionante autora de Frankestein hace 206 años es un ejemplo digno de imitar, por su calidad de escritora, de mujer que lucho por sus derechos, por sus estudios de ciencias y por su amor a su patria Inglaterra. Ojalá, todos amaramos a nuestra patria igual que ella, ojalá que todos quisiéramos, respetáramos y promoviéramos a los demás países con el mismo cariño. Las siguientes palabras muestran su legítimo orgullo por su nación.
“Soy la hija de un confín rodeado por el mar, de una tierra ensombrecida por las nubes que, si en mi mente represento la superficie del planeta, con sus vastos océanos y sus continentes vírgenes, aparece sólo como una mota desdeñable en la inmensidad del todo…, y que sin embargo, cuando la deposito en las balanzas de la mente, supera con creces el peso de países de mayor extensión y población más numerosa.
Inglaterra, alzada en medio del turbulento océano, muy al norte, visita ahora mis sueños adoptando la forma de un buque inmenso, bien comandado, que dominaba los vientos y navegaba orgulloso sobre las olas. En mis días infantiles, ella era todo mi universo todo. Cuando, en pie sobre las colinas de mi país natal, contemplaba las llanuras y los montes que se perdían en la distancia, salpicados de las moradas de mis paisanos, que con su esfuerzo habían hecho fértiles. El centro mismo de la Tierra se hallaba, para mí, anclado en aquel lugar.”
(Mary Shelley, El último hombre, 1826)
Vamos a comentar un importante discurso de Kristalina Georgieva, Directora Gerente del FMI, sobre Las posibilidades económicas de mis nietos, impartida en el King’s College, de Cambridge[1]. El 14 de marzo de 2024. Este famoso centro intelectual fue fundado en 1441 por el rey Enrique VI y parte de la fortaleza de una nación que basa su poderío en el colonialismo, el conocimiento científico y en la promoción de la participación democrática interna.
La distinguida economista, Georgieva, inspira su ponencia en el ensayo de John Maynard Keynes titulado Las posibilidades económicas de nuestros nietos. Keynes fue uno de los creadores del sistema económico que prevalece en el mundo desde finales de la segunda guerra mundial. Este sistema se basa en el predominio del capital financiero en el mundo bajo el diseño y dirección de las instituciones creadas en la famosa reunión de Nuevo Hampshire en 1944. Estas dos instituciones de Bretton Woods son el FMI y el Banco Mundial, quienes fueron fundamentales para relanzar el capitalismo financiero frente a la supuesta amenaza de un sistema alternativo, el socialismo soviético que se expandía por el mundo.
Según Georgieva, Keynes “…aportó su visión, valentía y optimismo: una fe inquebrantable en el poder de la humanidad para, con el tiempo, mejorar su vida, a pesar de los reveses derivados de calamidades como crisis y guerras.”
Abundan los pesimistas
Con una visión moderna la directora del FMI afirma: “Al igual que en la época de Keynes, hoy también abundan los pesimistas. Con una pequeña ayuda de la inteligencia artificial, podemos escuchar lo que dijo sobre ellos en su ensayo:
“Me atrevo a predecir que los dos errores opuestos del pesimismo, que ahora hacen tanto ruido en el mundo, resultarán equivocados en nuestro propio tiempo: el pesimismo de los revolucionarios, que creen que las cosas están tan mal que nada nos puede salvar más que un cambio violento, y el pesimismo de los reaccionarios, que consideran el equilibrio de nuestra vida económica y social tan precario que no debemos arriesgarnos a hacer experimentos”.
Por supuesto Keynes era un visionario, “proyectó que, en 100 años, los niveles de vida serían ocho veces más altos, gracias a avances derivados de la tecnología y la acumulación de capital. Y tuvo razón: el enorme salto de los niveles de vida se asemeja mucho a lo que predijo.” Abría que indagar en los estudios de aquel economista de prestigio sí vislumbró que aquel éxito económico llevaría a la destrucción de la naturaleza, al uso intensivo de la violencia, el poder mundial del narco y el auge del pesimismo que en todos los rincones del mundo pierden confianza en la naturaleza y en el futuro de convivencia.
En forma honesta, la estudiosa Georgieva, nos indica aquellos resultados que no son tan optimistas. Por ejemplo, que los aumentos de la productividad se convierten en más tiempo de ocio, pero la semana laboral no disminuye para todos. “También fue excesivamente optimista acerca de cómo se distribuirían los frutos del crecimiento. La desigualdad económica sigue siendo demasiado alta, dentro de los países y entre ellos.”
Sea cuál sea nuestra posición social y nuestro papel en el mundo tenemos que ser consciente de “¿Qué puedo hacer —qué podemos hacer— para garantizar que” las nuevas generaciones tengan una vida mejor?, y no solo los humanos, ¿cómo lograr que el resto de seres vivos no sigan siendo acorralados y atormentados por los humanos?
Es una realidad que en el mundo los jóvenes se enfrentan con los retos de tener que pagar por su educación, encontrar trabajo y lograr una vivienda, sentirse presionados por el cambio climático que hace arder el planeta, y la real amenaza de los miles de misiles nucleares que nos rodean.
Un gran problema es que cada día es más fácil ser pesimista.
Es que hasta los optimistas solamente tienen soluciones de largo plazo. Mientras que las guerras, la violencia interna, el poder del crimen y las drogas nos erosionan en el corto plazo.
Que nos dice la historia del capitalismo
Durante los 300 años de capitalismo el uso intensivo de la ciencia aplicada a la producción, los avances de la tecnología de las comunicaciones, el transporte, el almacenamiento de datos, internet, y ahora la inteligencia artificial permitieron al humano, o a las sociedades, empresas y personajes líderes del mundo, aumentar la producción por habitante en forma espectacular, en 300 años el humano a controlado el planeta como nunca pudieron soñar los antiguos.
Como lo muestra el gráfico siguiente, desde finales del siglo XVII hasta hoy, la producción por habitante se incrementó en forma logarítmica.
Según las fuentes del FMI, en los últimos 100 años la población mundial se multiplicó por cuatro, y el ingreso per cápita promedio mundial se multiplicado por ocho. Aunque cueste creerlo, en las últimas tres décadas, 1.500 millones de personas lograron salir de la pobreza. Y la clase media también aumentó. El problema es que la clase media se vuelve aliada del quintil de súper millonarios, mientras que el resto se quedan en una condición de mejor consumo en el marco del abandono. La colonia española construyó un dominio feudal y religioso que mantuvo en atraso a la mayoría de los países de la mal llamada América latina. El gran atraso es que los caudillos libertadores no construyeron repúblicas democráticas sino que se montaron en la propiedad terrateniente y el control de indios y mestizos, dando lugar a Estados capitalistas semifeudales, lo que provocó que no se produjo un cambio en el nivel de vida, similar a la curva con forma de palo de hockey que han experimentado los países de la figura anterior de Core.
También la expectativa de vida ha mejorado, hace 100 años, las personas afortunadas vivían hasta pasados los 40 años. Hoy en día, en promedio, pueden esperar vivir hasta pasados los 70 años. Los avances de las ciencias medidas están llevando a que la humanidad crezca en forma rápida y viva más tiempo en el planeta, presionando al consumo exagerado y la aceleración de la destrucción de los recursos naturales que acercan hacia el final de las condiciones de vida en este planeta.
Es innegable, el capitalismo es revolucionario. Desde la perspectiva de la economía. Según la directora del FMI dos motores impulsan el progreso de la economía: la tecnología y la acumulación de capital. Éxito económico, fracaso en la convivencia planetaria.
Hay una visión internacional cada vez más compartida, el éxito de la ciencia y la economía no necesariamente favorecen la preservación del planeta ni la convivencia humana.
Riesgos en el mundo
Nuestra región está sofocada, al borde de la histeria. Las amenazas de guerra internacionales generalizadas con alto riesgo nuclear, el enfrentamiento en Gaza, la tambaleante democracia gringa, la debilidad de Europa y la perdida de confianza en la construcción de sociedades con democracia nos tienen al borde del shock.
En su informe de política monetaria los bancos centrales de Centroamérica afirman que en el 2024 y el 2025 la actividad económica mundial tendría un crecimiento moderado (en torno a 2,8% en promedio), que en la época previa a la famosa pandemia era de (3,8% en promedio entre 2000-2019). La inflación se estancó y la expectativa optimista es que se logre controlar para el 2025. No hay salida, la política monetaria restrictiva y el control del gasto público, se mantendrán aunque no generen bienestar. La economía global enfrenta vientos nublados, las economías líderes están desaceleradas, se perciben frenos al comercio internacional, los conflictos geopolíticos están candentes y las condiciones financieras restrictivas hacia el tercer mundo, afectan la inversión y el pago de las deudas.
Somos optimistas, no sabemos por qué.
[1] https://www.imf.org/es/News/Articles/2024/03/08/sp031424-kings-college-cambridge-kristalina-georgieva
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