OpiniónColumnas

Sobre la promoción del aborto: Una reflexión crítica sobre su normalización y consecuencias

Zoon Politikón

El aborto desempeña un papel central en la revolución sexual y en la Educación Sexual Integral, ya que busca la normalización social de este acto, el cual se intenta justificar no tanto por el momento en que comienza la vida, sino por el momento en que el feto se considera persona. Sin embargo, la realidad es que el aborto simplemente niega el hecho de que hubo una relación sexual entre un hombre y una mujer que resultó en la concepción de un nuevo ser humano. Se intenta justificar este crimen argumentando que la maternidad debe ser deseada, como si todo lo ocurrido fuera solamente un sentimiento y no un proceso biológico. Se desvía hacia una cuestión identitaria, negando así la humanidad del feto.

Existen numerosas falacias utilizadas para legalizar el aborto, y una táctica central es concienciar a la población sobre temas como la salud de la madre. Sin embargo, la Fundación Guttmacher, dependiente de Planned Parenthood, ha publicado estadísticas que demuestran que en ningún caso el motivo principal para realizar un aborto fue la salud de la madre.

Por otro lado, la teoría de la «justicia climática» sostiene que las personas que poseen propiedades privadas son las que más emiten dióxido de carbono y, por lo tanto, deberían pagar impuestos específicos a los pobres por contaminar el mundo. Sin embargo, los millones recaudados se utilizan únicamente para financiar la superestructura política de la democracia totalitaria progresista. Los pobres no se benefician de estos impuestos, ya que detrás de esta agenda se encuentran los intereses de grandes multinacionales que buscan aprovechar la coyuntura política e invertir en energía «verde». La supuesta solución a la crisis del cambio climático propuesta por los ambientalistas es el uso de anticonceptivos y abortos, financiados con estos impuestos. Se pretende empoderar a las niñas con anticonceptivos y abortos, argumentando que esto ayudará a mitigar el problema. Sin embargo, si los alarmistas del cambio climático tienen razón y el suministro mundial de alimentos disminuye debido al fracaso de las cosechas y la disminución de los peces, la respuesta lógica sería tomar medidas preventivas, como utilizar de manera más eficiente la energía solar y almacenar agua proveniente de un aumento de las lluvias. En cambio, los ambientalistas proponen el aborto, como si eliminar a la mitad de la población resolviera el problema.

Es importante comprender que la agenda del cambio climático se utiliza como medio para imponer el aborto en todo el mundo. Esto no significa que se deba descuidar el medio ambiente y ser irresponsables con el uso de los recursos naturales, pero debe tenerse cuidado con los ambientalistas, ya que su verdadera agenda no es el clima y la naturaleza, sino la supresión del ser humano.

Además, más allá de las posturas filosóficas, religiosas o políticas acerca del aborto, está comprobado que esta experiencia afecta a la mujer a nivel personal y psicológico, dejándole un trauma inevitable. Incluso si la mujer consideró que el aborto era un derecho, siempre surgirán sentimientos de culpa, ansiedad, depresión, recuerdos del momento y pensamientos suicidas, lo que a menudo la lleva a caer en hábitos perjudiciales para escapar de la realidad del pasado.

Asimismo, la enseñanza de las leyes abortistas se impone como un requisito obligatorio en los currículos académicos, con el objetivo de promover el supuesto derecho de las mujeres y personas gestantes, pero desde una perspectiva de género. Se busca que la enseñanza sobre el aborto como derecho se implemente en todos los niveles y en todas las instituciones, sin importar si son públicas o privadas.

El aborto como – derecho – se presenta como un tema central en la Agenda 2030, tal como se estableció en la Conferencia de Pekín de 1995. El objetivo 3 de esta agenda busca garantizar el acceso universal a los servicios de salud sexual y reproductiva. Además, el objetivo 5 es lograr la igualdad de género y empoderar a todas las mujeres y niñas, incluyendo el acceso universal a la salud sexual y reproductiva, así como los derechos reproductivos, que incluyen el aborto.

Es importante destacar que esta realidad refleja la intención de la Agenda 2030 de promover una revolución cultural a través de la Educación Sexual Integral, normalizando el aborto como un acto aceptado por la sociedad. Sin embargo, al poner en segundo plano el valor de la vida humana, la Agenda 2030 comete un grave error ideológico con consecuencias devastadoras. Sin el reconocimiento del derecho a la vida, cualquier propuesta de – desarrollo sustentable – carece de sentido. El derecho a la vida es fundamental y todos los demás derechos son complementarios a este derecho esencial. Si se niega el derecho a la vida, todo pierde su significado.

Esta decadencia ideológica es una consecuencia directa de la negación de Dios proclamada por filósofos e ideólogos de izquierda. El aborto es solo un síntoma de un problema más profundo. Al eliminar el fundamento trascendente de la moral y de la existencia, todo se vuelve arbitrario, incluso la noción de persona humana, que se basa únicamente en consideraciones psicológicas y en el bienestar mental de la madre.

Es evidente que lo que debería ser innegable se vuelve objeto de debate si se aborda desde un sentimentalismo utilitarista que busca la felicidad personal, incluso justificando el aborto después de negar la singular dignidad del ser humano. Este enfoque desvirtúa la importancia y el valor intrínseco de cada vida humana.

En resumen, el aborto desempeña un papel central en la revolución sexual y la Educación Sexual Integral al buscar su normalización social. Se intenta justificar el aborto basándose en el momento en que se considera al feto como persona, pero esto niega el hecho de la concepción de un nuevo ser humano. Se emplean falacias y tácticas para promover el aborto, como utilizar la salud de la madre como argumento principal, aunque las estadísticas demuestran lo contrario. La agenda del cambio climático se utiliza como medio para imponer el aborto a nivel mundial. El aborto tiene consecuencias personales y psicológicas para las mujeres, dejándoles un trauma inevitable. Además, se busca enseñar el aborto como un derecho, promoviendo una perspectiva de género. La normalización del aborto refleja una negación del valor de la vida humana, y esto es consecuencia de la negación de Dios y un enfoque utilitarista que desvirtúa el valor de cada vida humana.

Area de Opinión
Libre emisión del pensamiento.

Le invitamos a leer más del autor:

Edgar Wellmann

Profesional de las Ciencias Militares, de la Informática, de la Administración y de las Ciencias Políticas; Analista, Asesor, Consultor y Catedrático universitario.