Democracia de y para todos
Tanmi Tnam
Hay estudios y acuerdos serios que reconocen a Guatemala como un país que está integrado por varios pueblos. Esta realidad invita a todos los guatemaltecos y pueblos a buscar las mejores alternativas para que el Estado tome en cuenta a todos y que los efectos de sus esfuerzos en los ámbitos político, económico, cultural y educativo lleven solución a los problemas que limitan alcanzar mejores condiciones de vida.
La mayoría de las consecuencias negativas del Estado monocultural con que contamos golpea a los pueblos originarios en cuya vida se reflejan de manera concreta la extrema pobreza, la discriminación, el analfabetismo en el idioma oficial, poca y mala calidad de los servicios públicos. Todo a raíz de tener un Estado excluyente que lleva más de doscientos años aplicando políticas de eliminación de los elementos culturales de los pueblos en mención, en otros tiempos llevando a la práctica la integración a la cultura nacional y en otros imponiendo fuertemente la castellanización. Estas acciones han contado con dinero público, trabajadores, equipo y funcionarios. A estas alturas del tiempo, los pueblos originarios todavía mantienen en uso conocimientos, valores, organizaciones y procedimientos, aunque es sano reconocer que en algunas regiones más, en otras menos y en otras tal vez ya han desaparecido.
El Gobierno actual anunció recientemente el inicio de un proceso de diseño de políticas públicas para la atención a los pueblos originarios. El país debe estar informado de los avances del proceso para que los pueblos y sectores puedan aportar. También es sano escuchar a sectores en desacuerdo. Hay que insistir que las nuevas políticas deben de tener en cuenta la experiencia del país con sus distintas políticas aplicadas desde la colonia y particularmente a partir de 1821 hasta llegar a nuestros días. En los últimos años, están a la vista los resultados de las entidades oficiales que fomentan la segregación en salud, educación y justicia. En tanto haya avances de la participación de los pueblos para contar con un Estado incluyente, ahora, será de ver alternativas de políticas públicas para pueblos indígenas que dependan de manera directa de los ministerios. A nivel de campo, las estrategias y acciones que dependan de las políticas públicas dirigidas a la población indígena del país deben ser administradas por personal con conocimiento de las especificidades culturales de cada pueblo, presupuesto público, indicadores de orden administrativo y técnico desde las altas esferas de la administración pública con presencia a través de servicios públicos en regiones con alta población indígena. Hay que tener indicadores del uso de conocimientos, procedimientos, medios y protagonistas propios de los pueblos. Para los guatemaltecos en general, es necesario que la educación de todos los niveles y áreas del conocimiento estudie profunda y detenidamente la cultura de cada uno de los pueblos de Guatemala para aportar responsablemente al desarrollo integral del país.
Las políticas públicas que lleven atención a los pueblos originarios deben de tener claridad que cada pueblo tiene sus propias organizaciones con roles diferenciados en salud, educación, justicia, cuidado de la Madre Tierra, entre otros temas. Estas entidades deben trabajar la conservación y el desarrollo de los elementos de la cultura de las que son portadoras y desde los espacios en que se aplican. En este sentido, las estrategias y acciones de las políticas públicas no deben asumir prácticas que se dirigen al desplazamiento o desaparición de las culturas de los pueblos.

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