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La sociedad de hoy

La posmodernidad ha llevado a un estado mental de negación y rechazo de todo lo establecido anteriormente. Nos enfocamos más en el presente, sin considerar el pasado, y prevalece la cultura de la inmediatez, lo cual dificulta tener una visión a largo plazo que socava el valor del compromiso. Existe una falta de certeza y se rechazan las figuras clásicas en favor de figuras representativas, mediáticas y mediocres. Este mundo posmoderno da la espalda al verdadero sentido de la realidad, generando una sociedad conformista sin capacidad crítica y falta de fe, incluso en sí misma.

En la actualidad, las verdaderas fronteras son simplemente las etiquetas y clasificaciones que nos imponen, lo cual ha generado una búsqueda de singularidad, donde cada individuo se considera único y exclusivo. Esto provoca frustración, ya que la realidad no siempre coincide con nuestros sueños y aspiraciones. La popularidad, incluso si es artificial o virtual, se vuelve más importante, ya que tememos pasar desapercibidos. Como resultado, hemos creado una sociedad inestable y desigual entre las personas.

Es cierto que la justicia es percibida como un problema social en muchas ocasiones, especialmente debido a la politización de los sistemas judiciales y la influencia de los políticos en ellos, lo que puede condicionarla a favor de sus propios intereses. La falta de independencia judicial es inaceptable en una democracia y pone en peligro el verdadero Estado constitucional.

Es fundamental que exista una garantía de leyes para lograr una convivencia pacífica, pero también es necesario que la mayoría de los ciudadanos estén de acuerdo en su necesidad. No se debe legislar en contra de la mayoría, ya sea por circunstancias coyunturales o por costumbre. Además, nuestras sociedades están llenas de leyes, muchas de las cuales resultan inoperantes o innecesarias. Por lo tanto, las leyes deben ser limitadas en la medida de lo posible para que los ciudadanos las conozcan, ya que de lo contrario es difícil cumplirlas. Aunque se diga que el desconocimiento de la ley no exime de su cumplimiento, la realidad es que no se puede cumplir lo que se desconoce, por lo que se debería reducir el número de leyes.

Existe una tendencia global a considerar al delincuente como un reflejo de la sociedad. La maldad debe recibir su castigo para prevenir la repetición de acciones perversas. Es importante separar a aquellos que han cometido delitos por circunstancias particulares de aquellos que son irrecuperables para la sociedad. Sin embargo, la justicia también debería brindar a los ciudadanos la esperanza de una vida en armonía con el resto de la sociedad. En síntesis, es fundamental que los ciudadanos perciban que la justicia cumple con su nombre y sus principios.

Es cierto que para el año 2030 se espera una población considerable de jóvenes de 15 a 24 años, y es probable que se vean afectados directa o indirectamente por muchas de las situaciones mencionadas anteriormente. En Occidente, hay un sentimiento generalizado de nostalgia por los tiempos pasados, mientras que los jóvenes están preocupados por el presente, su tiempo, ya que ven cómo disminuye la clase media y les resulta cada vez más difícil acceder a trabajos estables y bien remunerados. Esta juventud no solo representa el futuro, sino que también buscará alcanzar todo lo que anhela hoy en el futuro.

Es crucial que las nuevas generaciones no queden al margen, sino que se conviertan en una parte activa de la sociedad que enfrenta desafíos constantes. Para lograrlo, es necesario involucrar a los jóvenes en la toma de decisiones. Por lo tanto, se les debe educar en valores y moral, sin descuidar las disciplinas de humanidades como la filosofía, la historia, la literatura, el lenguaje, entre otras. Además, se debe fomentar en ellos el espíritu crítico como base para su progreso y desarrollo.

La juventud merece más de lo que se les ofrece, ya que son clave para el futuro desarrollo de la humanidad. Sin ellos, el mundo no será lo mismo. Se deben dirigir los mayores esfuerzos hacia la juventud y ofrecerles soluciones satisfactorias, ya que tienen derecho a ello.

Por lo tanto, es fundamental comprender las implicaciones de esta transformación socioeconómica. Además, es necesario adaptar nuestras estrategias educativas y políticas laborales para abordar los desafíos emergentes en el mercado de trabajo.

En resumen, la sociedad actual enfrenta desafíos en términos de desigualdad socioeconómica, disminución de la libertad, aumento de las enfermedades mentales, avance tecnológico, sociedad conformista, desafíos en el sistema de justicia, participación de los jóvenes y cambios en el mercado laboral. Abordar estos desafíos requerirá esfuerzos significativos en diferentes ámbitos para lograr una mejor sociedad.

POR UNA NACIÓN LIBRE, JUSTA Y SOLIDARIA