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El Inca Garcilaso de la Vega: Primer Humanista Mestizo Americano

Antropos

David Brading, académico inglés, especialista en historia latinoamericana, con énfasis en México, Perú y Argentina, a través de su enjundioso libro Orbe indiano caracteriza a Garcilaso de la Vega como un humanista inca en virtud de una vida larga dedicada al estudio y reflexión del origen de su propia humanidad engarzada en los confines históricos de las comunidades andinas.

Garcilaso de la Vega, fue considerado, según sus críticos, como el padre de las letras del continente, quien se formó primero en el seno de la cultura inca y después con lectura y estudio de los clásicos del renacimiento europeo. En ese caminar, conoció a Miguel de Cervantes, quien leyó una de las traducciones que hizo Garcilaso. Por esta formación dual, el escritor Luis Alberto Sánchez, afirmó que fue “el primer mestizo de personalidad y ascendencia universal que parió América”, y como bien lo dijo Vargas Llosa premio nobel de literatura de origen peruano, considerando a Garcilaso como un consumado narrador, destacando su prosa bella y elegante.

El Inca Garcilaso de la Vega, fue reconocido hasta en su vejez, como un referente y sabio de la España que le tocó vivir, después de haber sido ninguneado y marginado por largos años, debido a su origen indígena. En efecto, dice David Brading, “en 1560, un joven mestizo peruano, llamado Gómez Suárez de Figueroa, llegó a España en busca de fortuna. Como había anunciarlo al mundo en su primer libro, era hijo de Garcilaso de la Vega, sobresaliente conquistador y corregidor de Cuzco, y de la princesa inca Isabel Chimpu Occllo, nieta del emperador Túpac Yupanqui”. Junto a este hecho biográfico, se debe tomar en cuenta, la profunda amargura que sufrió cuando su padre se casó con una mujer joven española y a su madre la entregó como esposa de un soldado raso. Este hecho generó contradicciones en toda su vida como escritor y humanista, al no lograr concordar en su libro Historia general del Perú, que “la realidad histórica, según Brading, no se había adaptado a su filosofía. La destrucción causada por la conquista no había rendido el desarrollo y la unión esperados. No se había materializado la creación del Sagrado Imperio Inca, basado en el matrimonio de conquistadores y de mujeres de la nobleza inca, gobernada por una clase de encomenderos mestizos, de religión cristiana, que rigiera un campesinado aborigen de acuerdo con los principios de la legislación inca”.

Nuestro personaje nació con las turbulencias de la conquista del Perú el año de 1539 y creció en medio de familias españolas hasta la edad de 21 años cuando tuvo que partir hacia España. El joven mestizo adoptó el nombre de su padre y aún así, no fue reconocido como tal, obligándolo a refugiarse en un pequeño poblado de Montilla en donde tiempo después expresó que “hasta que la ingratitud de algún príncipe y ninguna gratificación del Rey me encerraron en mi rincón”. Garcilaso con entereza continuo con sus estudios humanísticos y escritura, a pesar de la marginalidad de la que fue objeto, lo cual, de alguna manera, le causaron profundas amarguras y tristezas que vivió en el silencio de la soledad. Sin embargo, años después, su figura señera de sabio y estudioso de las letras españolas e historia americana es reconocida en su ancianidad en los círculos literarios de Córdoba.

El Inca Garcilaso de la Vega antes de escribir su obra cumbre Los Comentarios Reales, se dedicó a estudiar los escritos de Fray Bartolomé de Las Casas, porque fue quien defendió la humanidad de los indígenas, así como al primer cronista de Indias, Gonzalo Fernández de Oviedo, y de otros cronistas de la conquista de América, sobre todo, la obra La Araucana, de Alonso de Ercilla, y otros autores que resaltaban el “ideal renacentista” o las epopeyas medievales del Cid Campeador.

Brading destaca influencia de autores como los historiadores Tucídedes, Tácito y Tito Livio, o bien el estilo épico de Ludovico Ariosto, Boyardo, Biondi, Juan Bodino filósofo francés y Botero.  De León Hebreo, poeta, filósofo y médico, autor de Diálogos de amor, que tradujo Garcilaso de la Vega. Reflexionó y analizó la tesis de Empédocles según el cual “el universo estaba dominado por los principios alternantes del Amor y la Lucha. Según este plan, la corrupción y el mal eran elementos necesarios, y el crecimiento natural iba invariablemente precedido por descomposición y destrucción”.

Los pasajes de la obra de León Hebreo, produjeron una influencia determinante en el Inca Garcilaso, a tal punto, dice Brading “que todo esto era trigo para el molino histórico de Garcilaso, pues aquí, en esta filosofía, encontró justificación para interpretar los mitos y las doctrinas de los incas como fuente autónoma de sabiduría, derivada de la Divina Inteligencia que ilumina toda filosofía secular” lo que fue interpretado idealmente, como el “preludio de una nueva síntesis basada en la unión de lo español y lo indio”.

Siendo Garcilaso considerado como un humanista, habrá que tomar en cuenta no sólo su gran preparación en el mundo de las letras, sino el esfuerzo por narrar las historias de los incas con el propósito de rescatar sus grandes virtudes y construir así, un ideal de ser humano como resultado de la simbiosis de dos culturas. Esto lo condujo primero a escribir libros como La Florida bajo la influencia de Tácito, Historia General del Perú, hasta desembocar en su obra majestuosa Comentario Reales de los Incas, publicado en Lisboa el año de 1609. Este libro por su lirismo en la narración e idealización de costumbres y valores de la cultura inca se aprecia como una “fábula renacentista” al estilo de la Utopía del humanista inglés Tomás Moro o La Ciudad del Sol del fraile dominico italiano Tomás Campanella. Es la “nostalgia, dice Brading, de los años heroicos y tumultuosos de su infancia y su juventud, cuando Gonzalo Pizarro cenaba a la mesa de su padre, y cuando él mismo conversó con Sauri Túpac, príncipe del Cuzco”.

Las fuentes primigenias de Los Comentarios Reales están, según los historiadores, en los escritos de Pedro Cieza de León. Primer cronista del Perú e historiador del mundo andino, quien escribió el libro Crónicas de Perú -1554-. Jerónimo Román y Zamora, clérigo y bibliotecario español, cronista, cuyas obras fueron prohibidas porque lo acusaron de estar bajo la influencia de Bartolomé de las Casas. José de Acosta, jesuita, antropólogo y naturalista español, quien sostuvo que el poblamiento de América se dio desde el norte de Asia. Publicó su libro Historia natural y moral de las Indias. A su vez, se marca una gran influencia de la obra Apologética historia sumaria, de Bartolomé de Las Casas a quien siguió imbuido bajo “una tendencia neoplatónica”. En efecto, dice Marcelino Menéndez y Pelayo, “Los Comentarios Reales no son un texto histórico; son una novela utópica como la de Tomas Moro y como La Ciudad del Sol de Campanella”.

Obviamente, sostiene David Brading, “Garcilaso no trató de elaborar especulaciones sobre los orígenes de la humanidad del Nuevo Mundo, ni de defender toda la raza india contra las calumnias europeas. Aunque siempre se llamó indio a sí mismo, y por ello distinto de los españoles que habían escrito acerca de la historia de su patria, en aquella etapa en su campaña intelectual simplemente le interesaba loar las realizaciones de los incas”.

A Garcilaso le interesó recoger las fábulas que su tío, un Inca, le rebeló acerca de la historia de la civilización incaica. Efectivamente las figuras señeras de “Manco Cápac, explica Brading, y su hermana eran hijos del Sol, encargados de la tarea de enseñar a los indios las artes y modos de la civilización… identificó implícitamente la edad de los incas con la época de la revelación mosaica y comparó directamente su Estado con el Imperio Romano, ofreciendo así en las esferas espiritual y política una preparación ideal para el triunfal establecimiento del reino de Cristo en el Perú”. O sea, dice Garcilaso “en la pura grandeza y extensión de su Imperio, en la habilidad con la que construyeron sus carreteras de piedra y sus baluartes, en la justicia y sabiduría de sus leyes, en suma, en todo salvo en la posesión de un registro escrito- los incas se asemejaban a los antiguos romanos y rivalizaban con ellos”.

Los Incas en su religiosidad adoraban al sol y a su único dios conocido como Pachacamac que se tradujo como “el espíritu que informa y la fuente del mundo”. El Sol se convirtió entonces, en una figura superior, y rescató también de estas tradiciones orales vertidas por sus antepasados, el hecho que los incas eran gobernados por reyes-filósofos al estilo de lo que el filósofo de la Grecia clásica Platón, propuso en algunos de sus libros. Los Incas practicaban una religión natural y la existencia de los amautas “videntes y filósofos que aconsejaban a los gobernantes, figuraban más que los sacerdotes que administraban los templos”.

En la exaltación que hace de la civilización incaica, dimensiona la madurez de la cultura, de la construcción de los canales de riego. De la distribución de las tierras a familias de acuerdo con sus necesidades. De los productos que eran guardados en depósitos comunales. Del sustento a enfermos y ancianos. Del servicio laboral en lugar de impuestos. Todo envuelto en un estilo de gobernar comunitariamente. Cabalmente esta caracterización de la historia se refleja sintéticamente en la figura del emperador del siglo XV Pachakuti, adorador de Pachacamac, el Creador del Mundo. Este emperador, quien figura como fundador del Estado Inca, proclamó, según Brading, “leyes justas y prudentes que preservaban a su pueblo de la pobreza y del hambre mediante el establecimiento de comidas comunales en las plazas principales de todos los pueblos”.

Garcilaso soñó que frente a los desmanes de la conquista era posible, según lo relata Brading, “el verdadero remedio a los males del Perú: la unión de incas y españoles en un reino independiente. De la destrucción causada por la conquista surgiría un nuevo país y una nueva raza de hombres”, idea heredada por algunos autores como Simón Bolívar y su escrito Carta de Jamaica, Civilización o Barbarie, Domingo Faustino Sarmiento, Nuestra América de José Martí, La raza cósmica de José Vasconcelos.

El Inca Garcilaso de la Vega, en sus escritos nos relata, el hecho que pocos españoles se querían casar con mujeres indias, tal y como el mismo lo sufrió con el caso de su madre. Esta experiencia vivida, lo llevó a expresar respecto a los mestizos que “Siendo hijos de conquistadores de aquel Imperio y de madres naturales del que algunas de ellas eran de sangre real y otras muchas eran mujeres nobles, hijas, sobrinas y nietas de los kurakas, señores de vasallos, y que ni por los méritos de sus padres ni por la naturaleza ilegítima de la hacienda de sus padres y abuelos, no les había cabido nada, siendo hijos de los más beneméritos de aquel imperio, porque los gobernadores habían dado a sus parientes y amigos lo que sus padres ganaron y había sido de sus abuelos maternos, y que a ellos los dejaron desamparados, necesitados a pedir limosna para poder comer, o forzados a saltear por los caminos para poder vivir y morir ahorcados”. O sea, una concepción de vida que va desde una amargura real, hasta un sueño querido como lo es el surgimiento del “Sagrado Imperio inca” en el que “la nobleza mestiza gobernaría un reino cristiano edificado sobre cimientos aborígenes”.

Los Comentarios reales, también marcan otra cara de la historia, porque fueron condenados por los españoles, al ser considerados como referentes que inspiraron la rebelión encabezada por José Gabriel Túpac Amaru en el siglo XVlll. Esta agresión contra la cultura andina condujo a las autoridades coloniales del Perú a ordenar, según lo afirma David Brading “que se confiscara todo ejemplar de los Comentarios reales y que se prohibiera toda circulación de ellos en el Perú, así como un buen día Toledo se había apoderado de los escritos de Las Casas, prohibiendo todo estudio del pasado aborigen”. Y en efecto, a pesar de todo esto y aunado, con el “desencanto y el aislamiento del exilio”, que le tocó vivir en medio de la amargura y de sus sueños idos, alcanzó, según este autor, “una victoria personal, aunque simbólica de su raza, conquistando la fama y el respeto anhelado, por medio de su talento literario… a corto plazo, creó el texto primo, la imagen primordial de Perú, punto de partida de toda investigación de la historia y la realidad de su patria” y de América Latina. Punto de inspiración de todos nuestros héroes culturales y políticos qué en todo el recorrido de la historia americana, han luchado por los caminos construyendo una patria mejor embriagados hasta hoy día, en el gran sueño de una América libre, digna, justa y con pertinencia cultural.

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