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La Manipulación de la Crisis y el Riesgo para la Democracia

En la esencia de toda democracia residen principios sagrados: reglas claras, la separación de poderes y un compromiso inquebrantable con el imperio de la ley. Estos cimientos no solo sustentan el funcionamiento efectivo del gobierno, sino que también aseguran la protección de los derechos y libertades de cada ciudadano. No obstante, en tiempos recientes, hemos sido testigos de cómo algunos líderes políticos han optado por un camino peligroso y contrario a estos principios: la manipulación deliberada de crisis para consolidar un poder absoluto.

El ejemplo de Nayib Bukele en El Salvador es ilustrativo. A través de la implementación continua de estados de excepción, Bukele ha menoscabado derechos fundamentales y ha socavado garantías procesales, adoptando tácticas autoritarias que amenazan la estabilidad y el bienestar de su propia nación. Su controvertida reelección y las acusaciones de prácticas extorsivas hacia empresarios revelan un patrón alarmante: el de un líder que, paradójicamente, se convierte en lo que supuestamente combate.

En paralelo, los fenómenos climatológicos como huracanes y lluvias estacionales representan desafíos previsibles para cualquier gobierno responsable. Sin embargo, la falta de preparación y la gestión negligente de infraestructuras críticas son síntomas preocupantes de una desidia gubernamental persistente. Año tras año, las autoridades parecen no estar equipadas adecuadamente para hacer frente a estos eventos naturales, recurriendo a estados de calamidad que, si bien pretenden proteger vidas, también abren la puerta a prácticas cuestionables como compras sin los debidos controles, exacerbando temores sobre el abuso de poder y la falta de transparencia.

Hay que reconocer que la manipulación de crisis no es una estrategia nueva en la arena política. Frecuentemente, los políticos recurren a la distorsión mediática para crear una sensación de urgencia que justifique medidas draconianas. Esta estrategia no solo debilita la confianza pública en las instituciones democráticas, sino que también abre la puerta a la centralización del poder y la restricción de derechos bajo el pretexto de una supuesta emergencia nacional.

Además, la negligencia en el mantenimiento de infraestructuras estratégicas como carreteras y puertos puede convertirse en un arma de doble filo. El deterioro deliberado de estas infraestructuras esgrimido como evidencia de una crisis económica y social – provocada a voluntad – puede ser utilizado para justificar medidas extraordinarias por parte del ejecutivo, incluyendo la disolución del congreso y la adopción de medidas autoritarias que minan aún más los pilares de la democracia.

Es evidente que estas tácticas, puedan acarrean consecuencias devastadoras a largo plazo. La erosión de las libertades civiles, la polarización social y el debilitamiento de la economía son solo algunos de los efectos nocivos que pueden desencadenarse. Una vez comprometidos los fundamentos democráticos, la reconstrucción de la confianza y la estabilidad se convierte en una tarea ardua y compleja.

Por todo lo anterior, es fundamental recordar que los gobiernos populistas, especialmente los de izquierda progresista, a menudo buscan perpetuarse en el poder mediante la explotación de crisis nacionales. En tiempos de incertidumbre, manipulan situaciones críticas para consolidar su autoridad, presentándose como los únicos capaces de resolver los problemas del país. Además, la ineficiencia en la gestión de infraestructuras y la respuesta inadecuada a desastres naturales son deliberadamente exacerbadas para justificar acciones autoritarias. Bajo el pretexto de proteger a la nación, erosionan los pilares democráticos y socavan la confianza pública en las instituciones, perpetuando su dominio a expensas de la estabilidad y los derechos fundamentales de los ciudadanos.

Ahora bien, estimado lector, se le invita a reflexionar sobre lo siguiente:

¿Cree que la falta de preparación del gobierno frente a fenómenos climáticos y la negligencia en la gestión de infraestructuras críticas podría ser deliberada, con el propósito de provocar una crisis que justifique la adopción de medidas autoritarias?

¿Considera que la información proporcionada por los medios de comunicación sobre las crisis políticas y económicas es lo suficientemente objetiva y verificada, o cree que en ocasiones puede ser manipulada para favorecer ciertos intereses políticos?

A lo mejor su respuesta le dé la pauta de la posibilidad de agendas ocultas detrás de la gestión gubernamental y la cobertura mediática de crisis políticas y económicas.

En resumen, el futuro de Guatemala depende de líderes comprometidos con la transparencia, el respeto a las leyes y la defensa incondicional de los derechos de todos los ciudadanos. Cualquier desviación de estos principios básicos en favor de tácticas autoritarias y la manipulación de crisis debe ser rechazada sin titubeos. Solo así es posible preservar y fortalecer el legado democrático por el cual tantos han luchado y sacrificado.

POR UNA NACIÓN LIBRE, JUSTA Y SOLIDARIA

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