La gesta del 2 de agosto de 1954. Los cadetes héroes
La Otra Cara
Antes de introducirnos de lleno a la crónica de los hechos acaecidos el 2 de agosto de 1954, creo conveniente hacer un resumen de algunos hechos destacables en la historia de la Escuela Politécnica. Como recordaran quienes se interesan por la historia Patria, la Escuela Politécnica fue fundada e inició su funcionamiento en las instalaciones de la Iglesia de La Recolección el primero de septiembre de 1873. Efectuando su primera marcha y presentación pública el 30 de agosto de 1874 con ocasión del retorno del General Justo Rufino Barrios de Los Altos (Altiplano del país).
La primera guardia de honor la efectuó la Compañía de Cadetes en el Palacio de gobierno el 15 de Septiembre con ocasión del aniversario de la Independencia Patria, y su primera demostración de alto espíritu militar fue el primero de marzo de 1876 cuando se presentó frente a la compañía el director del plantel Comandante Garrido y Agustino para pedir ocho cadetes voluntarios para marchar como comandantes de pelotón a la campaña militar que dirigiría el Presidente Barrios y pudo constatar con orgullo que la compañía completa se ofreció para marchar al combate en defensa de los intereses del Estado, cuando los gobiernos de Honduras y El Salvador amenazaban con invadir Guatemala para derrocarlo, y Barrios tomo la iniciativa lanzando una ofensiva sobre Comayagua (Honduras) y una maniobra de envolvimiento desde dos direcciones para tomar la capital salvadoreña, campaña que finalizo con victoria para las armas guatemaltecas.
Idéntica fue la reacción en 1885 cuando Justo Rufino Barrios pidió voluntarios que se incorporaran a las unidades de infantería que se aprestaban a marchar con alto espíritu de combate a la Campaña Unionista que se gestaba por el anhelo de la Patria Grande centroamericana, y como respuesta todos los cadetes dieron un paso al frente como uno solo. En esa campaña murió gloriosamente luchando por la Patria el sargento primero de Caballeros Cadetes Adolfo Venancio Hall Ramírez combatiendo al lado del General Barrios, que sucumbió junto al sargento de cadetes durante la batalla de Chalchuapa.
El General Pedro Zamora Castellanos, a mi juicio el mejor historiador militar guatemalteco hasta el presente, al hacer una breve sinopsis de la Academia Militar dirigió a los cadetes un discurso que resumo en forma abreviada: Reseñada a grandes rasgos la vida militar del establecimiento es natural que de este centro surjan los hombres que deben sostener con su lealtad y disciplina los derechos del pueblo, y las instituciones del Estado. Si en mala hora surgieran o han surgido de estas aulas algunos malos hijos que con sus actos han borrado toda idea del honor; nuevos elementos surgirán a no dudarlo que con su conducta e ilustración deben comprobar que la bandera lleve en sus pliegues como divisa las palabras: Deber, Lealtad, Ciencia y Honor. Arengándolos: Caballeros Cadetes: Honrad siempre el uniforme que lleváis. Es el mismo que vistieron muchos otros que han sabido sacrificarse por la Patria. Las glorias de la Escuela son glorias vuestras. Jamás desmayéis en vuestras labores, tareas y responsabilidades con el futuro de la Patria; seguid adelante hasta la victoria final.
Me permito esbozar que ningún título por alto y honroso que sea se arraiga tan hondamente en el alma como el de Caballero Cadete. Muchos pueden olvidar detalles importantes del tiempo y de las cosas que los unieron, pero nunca su número de antigüedad, ni sus vivencias de cadetes. Por ello aún cuando pasen muchos años y por esos factores humanos que inciden en cambios en la forma de vivir la existencia; jamás nadie que haya ostentado el honor de haber sido hijo de la Gloriosa Escuela Politécnica dejara de emocionarse cuando escuche el himno de nuestra querida Alma Mater Militar.
Lejos de las intrigas palaciegas y ajenos a la complejidad de la situación política internacional que enfrentaba nuestro país debido al giro pro-marxista que había tomado el gobierno Arbencista, los cadetes cumplían con sus labores de estudios y entrenamiento militar sin poder evitar que durante sus salidas de descanso los fines de semana (salidas de franco) pudieran enterarse por familiares y amigos sobre la delicada situación que enfrentaba el gobierno. Las versiones que recibían sobre la situación variaban de acuerdo a la fuente que las originaba, algún tiempo antes de que se produjera la invasión de territorio nacional los cadetes Carlos Prera Ocampo, cursante de quinto año y próximo a graduarse; y Carlos Villacorta, más conocido como “el tico”, cursante de cuarto año; influidos políticamente por su círculo familiar decidieron desertar y a ellos se sumaron los cadetes Julio César Orellana y Carlos Roberto Soto, quienes ya se habían retirado de las filas politécnicas y marcharon a sumarse a las fuerzas que se preparaban en la República de Honduras.
El Coronel Árbenz gozo de una brillante trayectoria como cadete, por lo que ya graduado regreso como Instructor militar y por su excelente labor en el año de 1943 le fue conferido el honor de ser nombrado Comandante de la Compañía de Caballeros Cadetes. Por lo que como Presidente hacía constantes visitas a la Escuela Politécnica acompañado por su comitiva cuando se dirigía hacia su residencia oficial ubicada en la 12 calle y Avenida Reforma en el lugar conocido como Pomona. Por lo tanto su ascendiente sobre los cadetes que lo veían con respeto recorrer los corredores e instalaciones acompañado por los instructores de turno era sumamente fuerte.
Los cadetes al haber descargado en el gimnasio de la Escuela Politécnica numerosos camiones que transportaban parte del cargamento transportado por el Vapor Alfhem y descubrir la presencia del armamento de origen alemán compuesto por cañones antitanque de 37 mms, morteros de 80 mms con abundantes granadas, ametralladoras livianas de acompañamiento de Infantería SMG-34, mucho más livianas y con mayor potencia de fuego que las Browning .30 de origen gringo que conocían; subametralladoras Schmeitzer, granadas de mano de concusión accionadas por contacto; sumado a los comentarios de oficiales, especialistas y tropa sobre la delicada situación nacional, la inminente invasión, y los gestos adustos y de preocupación de los oficiales y del Presidente ante la crisis que se enfrentaba; fueron produciendo demostraciones de adhesión ante lo que consideraban una afrenta, siendo tema permanente en sus constante pláticas al respecto; resultando como fruto de las mismas muestras de su deseo de participar en el conflicto armado que se avecinaba.
Ignorantes aquellos jóvenes cadetes del contexto de la guerra fría en que se debatía nuestro país desconocían la magnitud de la amenaza que se cernía sobre el gobierno de Guatemala. En los Estados Unidos la campaña presidencial había terminado resultando electo por el Partido Republicano, el General Dwight Eisenhower excomandante en Jefe de las fuerzas aliadas durante la Segunda Guerra Mundial. Las promesas de campaña de Eisenhower se habían basado en que el poder de los Estados Unidos no volvería jamás a ponerse en tela de duda ni se vería retrocesos en su hegemonía mundial como los originados por el Tratado de Yalta, el ascenso de los comunistas al poder en la China Continental, o en la recién finalizada Guerra de Corea. Para el efecto nombro a su equipo de trabajo estratégico designando a John Foster Dulles como Secretario de Estado; al hermano de este, Allen Dulles como Director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), y al general Bedell Smith como subdirector de la CIA. Como representante ante las Naciones Unidas nombro a Henry Cabot Lodge y como su secretaria particular a Ann Withman.
Este equipo, jugó un papel de primer orden en contra del gobierno de Guatemala al ser responsables de planificar en 1953 la Operación PBsuccess (Operación Éxito) como se llamo a la invasión del territorio nacional. Como colofón, en octubre de 1953 fue nombrado embajador en Guatemala John D. Peurifoy diplomático texano que venía de servir en Grecia, país que había protestado ante el gobierno gringo por la abusiva injerencia de este en sus asuntos políticos internos.
Continuará…
Fuente: Las Batallas por Guatemala. Primer tomo de diez

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