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El Salvador, tan cerca y cada vez más lejos

Lugar Hermenéutico

Por temas académicos, desde hace varios años, vuelo al menos una vez al mes a este lindo país, desde el aire he podido ver muchas de las transformaciones que se leen en noticias, particularmente con la ascensión al poder del presidente Bukele.

Sin embargo, hace un par de semanas, decidí viajar por tierra acompañado de mi familia, en principio un poco dudoso, pues uno piensa en las carreteras de Guatemala y el riesgo vial que significa transitarlas, aparte de los policías y sus puestos de registro, que en muchos casos se convierten en verdaderos puestos de asalto, pero bien armado de valor y cubiertos con la sangre de mi buen Jesús, emprendimos un viaje de cinco días.

En principio, quise viajar por la fontera de San Cristóbal, sin embargo, ese día, pobladores de la aldea Tiucal en Asunción Mita, bloquearon el paso, como protesta por el detestable estado en que se encuentra un tramo de 12 kilometros de una, sino es la más importante carretera de Guatemala por el transito diario de personas y mercancías con uno de nuestros principales socios comerciales.

Como hombre de oriente, me conozco esta región como la palma de mi mano, pues la he recorrido e incluso caminado, a través de los hermosos pueblos y pasajes, por lo cual tome la opción de desviarme por el cruce de “El Molino” para tomar la frontera de Valle Nuevo.

Si sobrevolando se observan cosas interesantes, vaya que cinco días en El Salvador, erizan la piel, de pensar, en como la voluntad puede sobreponerse muchas veces a la realidad misma.  Podríamos hablar de la infraestructura vial nítida, de la limpieza de sus calles, del moderno barrio de San Benito, de su centro histórico completamente remozado, de su hermoso y verde parque Cuscatlán, o de la inversión de más de 500 millones de dólares, con la que Google abrió sus oficinas en ese país, en la imponente Plaza Presidente, ni que decir de la Biblioteca Nacional de El Salvador, que, guardando las distancias, da en nuestra época, una aproximación en la región, de lo que pudo ser la Biblioteca de Alejandría de Ptolomeo I en Egipto.

Sin embargo, más allá de todo lo descrito, pondero el optimismo y la voluntad del ciudadano de a pie, del orgullo, confianza y seguridad que sienten del buen trabajo que realizan sus autoridades, lo cual se palpa en la cantidad de salvadoreños que están volviendo a su país de los Estados Unidos, ese es un indicador real, la confianza se basa en hechos, no en estadísticas sesgadas de un burócrata de turno o de algún organismo foráneo.

Más allá de todo lo descrito, el Presidente Bukele, logro fijar un imaginario, muy difícil de conciliar en esta parte del mundo, “el dinero alcanza, cuando no se roba”, sumado a una dosis de liderazgo, buena comunicación y empatía, está logrando una transformación silenciosa de la sociedad a la cual se debe, no de una camarilla de poder, un cambio positivo del pueblo salvadoreño en su conjunto.  En El Salvador se respira optimismo, confianza en el presente, en el mañana, algo que en nuestro país dejamos de sentir hace mucho tiempo.

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