Truco o Trato
Ventana Cultural
En estos días he leído a tanto fanático religioso decir: “no celebro Halloween porque es el cumpleaños del demonio”, o “yo soy católico o cristiano, no celebro Halloween”. Antes de hablar por hablar, debemos investigar, para así tomar una postura coherente.
El Halloween es una tradición mucho más antigua que el cristianismo. Este día era el año nuevo celta, época donde terminaba la temporada de verano y las cosechas y se preparaban para la llegada del invierno. Realmente se llamaba el Samahín. La palabra “Halloween” proviene de “All Hallows’ Eve” (Víspera de Todos los Santos), pues la celebración tenía lugar la noche anterior al Día de Todos los Santos en la tradición cristiana.
Todas las antiguas culturas tenían una visión del ciclo de la vida y muerte. Los celtas lo celebraban haciendo rituales de protección. Pero, durante la Edad Media, la población entera, especialmente los de escasos recursos económicos, se disfrazaba a modo de protegerse de los Espíritus que querían hacerles daño y, con el disfraz, lo evitaban. Iban de casa en casa para orar por los muertos a cambio de pastelitos.
Aunque esta tradición o festejo está aun grabado en nuestro inconsciente colectivo, solo ha quedado la forma. Por ejemplo, al momento de llegar a las casas a hacer las oraciones, se hacía un “trato” con la familia: que esta oración los protegería y evitaría que el Espíritu que esté vagando haga algún “truco” o travesura por no estar conforme y llegar a dañar o “jugar” con los vivos.
Por supuesto, esta tradición vino a Hispanoamérica a través de los estadounidenses, y estos, a su vez, lo recibieron de los irlandeses que llegaron a Estados Unidos a través del Mayflower. Muchas de las tradiciones que vemos hoy en día, han ido cambiando de significado.
Y, aunque hay algunos elementos que aun persisten como identificadores de esta fiesta, tales como: las calabazas, los fantasmas, las telarañas, las brujas. Todo esto ha servido de inspiración para las películas de terror y suspenso que pasan en el cine, o dentro de la literatura, uno de sus mayores exponentes es Stephen King, que han llevado al lector a explorar sus más profundos miedos a través de sus libros.
No cabe duda que esta festividad, que no es propia de estas tierras, porque, si bien los aztecas, mayas e incas, tenían sus tradiciones para estas temporadas, eran completamente diferentes a como vemos la festividad de la víspera de todos los santos.
El sincretismo cultural que se esconde en estas fechas es impresionante. A simple vista, la celebración del Halloween dista demasiado en parecerse a las celebraciones de los pueblos prehispánicos que aun persisten.
Cabe destacar que estas civilizaciones o imperios tenían sus celebraciones, ya que veían la dualidad de la vida y la muerte como dos caras de una misma moneda. La muerte, no era otra cosa que la transición de conciencia a otro, donde el cuerpo físico es “un estorbo” para lo que van a aprender y realizar en ese nuevo estado.
Los mexicas, por ejemplo, ofrecían comida, flores y otros tributos a los muertos, quienes se creía que visitaban el mundo de los vivos. Similar a Halloween, los altares y las ofrendas reflejaban una mezcla de respeto, reverencia y convivencia simbólica con el más allá. La cultura maya tiene una celebración parecida llamada el Hanal Pixán, en español “comida de las almas”, durante el Hanal Pixán, se preparan altares para recibir a los muertos con alimentos, bebidas y flores, y se realizan rituales para que sus espíritus regresen al mundo de los vivos temporalmente. En cuanto a los incas, en los Andes, se creía que los espíritus de los difuntos permanecían presentes y que sus energías influían en la vida de los vivos, particularmente durante ciertas épocas del año cuando el sol cambiaba de posición, marcando ciclos de renovación. Además, los incas mantenían a sus muertos momificados en lugares especiales, creyendo que sus ancestros continuaban protegiéndolos.
Aunque esta es una festividad de mucho jolgorio, pero, a la vez, tradiciones que han sido una transculturización. Adoptamos tradiciones que no han sido propias de nosotros. El día de difuntos, por ejemplo, que se conmemora después del Halloween, es una tradición muy europea, aunque se le quiera revestir con toques propios de los locales.
Ya no es cuestión de decir “yo soy católico o cristiano y no celebro Halloween”, es cuestión de estudiar y comprender, no solo el porqué de estas tradiciones, sino, ver el rescate de lo nuestro para aportar al mundo. No podemos negar la influencia europea en nuestras tradiciones, pero es bueno reconocer lo nuestro en medio de la mezcla.

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