Arévalo vrs. Porras: ¿Para quién se acerca el final?
Barataria
Desde al año pasado, después de finalizada la primera vuelta del accidentado proceso electoral, se inició un encarnizado enfrentamiento entre el actual gobernante Bernardo Arévalo y la Fiscal General Consuelo Porras. Este enfrentamiento dominó todo el periodo de transición dado que el Ministerio Público buscó por todos los medios instrumentalizar la justicia en connivencia con un poder judicial parcializado con el objetivo principal de evitar que el señor Arévalo tomara posesión, para ello se hicieron acompañar de un Juez que les otorgó todas las herramientas necesarias para ello, principalmente suspendiendo al partido Semilla y con ello evitar que tuvieran una bancada en el Congreso.
Hay que tener presente que, una cosa es el Bernardo Arévalo candidato, y otra muy distinta debería ser el Bernardo Arévalo Presidente. Sin embargo, la misma tónica de enfrentamiento entre el candidato ganador contra el Ministerio Público continuó después de la toma de posesión. Es triste comprender cómo el Presidente se ha dejado llevar por el consejo de sus asesores que, en lugar de hacerle ver los momentos políticos, le siguen aconsejando como si tienen todo el poder. Asesores estos, quienes no conozco pero entiendo que son neófitos en todo, no solo en cuestiones legales y jurídicas, sino en cuestiones políticas. Así, el señor Arévalo carece de un buen criterio legal para realizar sus acciones respecto del Ministerio Público y de un buen criterio político para seguir enfrascado, después de once meses, en una lucha sin sentido por defenestrar a la Fiscal General. Estos asesores presidenciales, fueron los mismos que, en tiempos de la CICIG de Iván Velásquez, metieron mano a la Ley Orgánica del Ministerio Público, para “blindar” a la entonces Fiscal General Thelma Aldana, y con ello evitar que el presidente de turno, el señor Jimmy Morales, pudiera removerla de alguna manera.
En efecto, la reforma a la Ley Orgánica del Ministerio Público fue tal, que le dio un poder desmedido a la Fiscal General para que removiera fiscales a su sabor y antojo (antes estaba el Consejo del MP) y que el Presidente no le pudiera remover sin que cometiera un delito y que, se le dictara sentencia condenatoria (después de ocho o diez años). Esta es la reforma, hecha por un grupo de asesores que ahora asesora al Gobernante y que fue “tan bien hecha” que literalmente el Presidente no tiene ninguna facultad, por más que la busque dentro y fuera de la Constitución o ley ordinaria para remover a un Fiscal General. Lo peor de todo, es que estos asesores presidenciales que hicieron esa reforma casuistica de la Ley del MP, ahora hacen que el señor Arévalo caiga en el bochorno y el rídiculo como señalar una base legal en la Ley Orgánica del MP (Artículo 4) para pretender “pedir cuentas”cuando este artículo tal y cual lo redactaron “aquellos brillantes asesores juntamente con la CICIG” lo que señala es coordinación interinstitucional que se refiere a Políticas de Estado y no a rendición de cuentas.
No pareció aconsejable la reacción un tanto hepática del Presidente Arévalo cuando el Ministerio Público allanó la casa de su exministro de Comunicaciones que había renunciado recientemente aduciendo “diferencias de criterio con el gobernante” demuestra que los asesores presidenciales están empeñados en hundirlo y quizá hasta pensando en que sea la señora Herrera la que tome las riendas del ejecutivo. Lo digo con mucha seriedad, ¿Por qué? En primer lugar porque el Ministerio de Comunicaciones, juntamente con el Ministerio de Salud Pública, el Ministerio de Desarrollo Social están a la cabeza de lo que ”tradicionalmente” se les conoce como Ministerios más corruptos consumen presupuesto pero ni la salud, ni la infraestructura ni el desarrollo social suben sus indicadores en Guatemala y, en el caso del MICIVI, la corrupción no solo ha sido obscena, sino que los corruptos medio han estado en prisiones y salen millonarios después de haber ido de “shopping by the justice mall” sino que lo digan Benito y Sinibaldi. Entonces con estos antecedentes, es una pena y vergüenza que el Presidente salga “ofendido” de que allanen la residencia de un exministro cuyos viceministros le renunciaron semanas antes. El pecado original de esto fue que el señor Arévalo nombró de ministro a un exfinancista de campaña y prestamista del partido Semilla, ese fue un craso error que ahora le pasa factura.
Luego de lo anterior, este MICIVI ha sido uno de los ministerios más cuestionados del gabinete presidencial y en el cual el gobernante se ha metido de cabeza pero no para eliminar la corrupción sino para actuar con opacidad. Al principio de su gestión nombró una ministra que ni llegó a tomar posesión, luego defenestró a una ministra que sí estaba trabajando, pero que según el presidente “no le hizo caso en cuanto a quienes pagarles”, especialmente porque todo el mundo sabe que el en ese ministerio “el negocio grande” no está en la contratación, sino que está en los pagos. Porque hay muchos contratos celebrados en dónde solo se ha hecho un pago, pero para proseguir se pide la coima correspondiente para los demás pagos. Entonces, estando el presidente indicando a quien pagar o a quien no pagar, pone en tela de duda si no se referirá a pagos con la debida “deducción en favor”. Asimismo, después de la gestión de un ministro que llegó con la total confianza del presidente, del cual hasta se premiaba de ser amigos, la renuncia denota que hay muchas presiones en este ministerio y que al igual que medio ejecutivo hay que volver a hacer las instituciones porque estas están corruptas hasta los tuétanos.
Lo que más sorprende de la reacción presidencial es que sale, como Presidente de la República, en conferencia de prensa a defender a una persona que “ya no es miembro de su gabinete” porque había renunciado. Es decir, él como presidente, porqué sale en defensa de un particular que acaba de renunciar de un ministerio corrupto. Y sobre todo, es sumarse a una polémica innecesaria, porque pareciera que el Presidente quiere evitar que se descubra algo, aunque en realidad temiera la instrumentalización de la justicia.
Pero, sobre todo, lo más complicado en la reciente actuación presidencial es que asume acciones serias, amenazando, pero no actúa con la misma rapidez con que habla. Y, resulta seriamente cuestionado el señor Arévalo cuando habla de un sistema de justicia corrupto, olvidando que los diputados del partido oficial, el partido Semilla se decantaron votando por Magistrados cuestionados, por Magistrados noveles que llegan con claras instrucciones y, que el Diputado Samuel Pérez, salió diciendo en el Congreso que estaba muy de acuerdo con la elección porque había sido una de las mejores. ¿Entonces, a qué sistema de justicia se refiere el señor presidente? Además de ello, la amenaza de “no acatar ordenes ilegales” resulta una actitud de poca monta de un presidente cuyo objetivo debería ser reforzar las instituciones, pero llamar a una abierta rebelión al poder judicial no representa en mínimo los valores democráticos que dice representar. Como dijo San Pablo: “Si las cosas que destruyo, las mismas quiero volver a edificar, Soy un Transgresor”.
En fin, este enfrentamiento entre Presidente y Fiscal General no le hace nada bien al país ni a la institucionalidad. Deste tiempos de la CICIG uno de los propósitos fue debilitar la institucionalidad. La CICIG de Velasquez, en contubernio con la Procuraduría de Derechos Humanos y la Corte de Constitucionalidad debilitó la presidencia evitando que legítimamente se declarara “non grato” al señor Velasquez, luego una serie de amparos otorgados a la carté minaron mucho la institucionalidad. Lo triste de ello, es que ahora, el presidente en lugar de iniciar un proceso de fortalecimiento institucional se ha sumado al caos. Llama a no obedecer ordenes judiciales y se enfrenta al poder judicial abiertamente, olvidando que, lo que poco que es democracia se cimenta en el respeto a la ley. Y que, él mismo es presidente en Guatemala, porque por lo menos se respetó la Constitución, pero llamar a no obedecer ni acatar las resoluciones judiciales deja un claro llamado a la anarquía.
No sabemos hasta dónde va a llegar este enfrentamiento entre Arevalo y Porras o entre la Presidencia y el Ministerio Público, porque parece que aquí no hay dos instituciones sino dos personas en pugna. Pero este enfrentamiento no le hace bien al país, especialmente porque da la sensación de que en cada enfrentamiento, el Ministerio Público sale más fortalecido. En términos futbolísticos, diríamos que el Ministerio Público va ganando por goleada y que la Presidencia no solo va perdiendo, sino que se empecina en meterse muchos autogoles.
Por encima de ello, el Partido Semilla antes de llegar al poder y ahora como partido oficial no se ha pronunciado abiertamente a despejar las dudas del proceso penal que se le sigue, sino que continúan agazapados, señalando persecución judicial sin exponer si hay o no firmas falsas y financiamiento electoral ilícito. Todo esto, me hace pensar que poco a poco estamos acercándonos a ser “un Perú” en Centroamérica. Porque la Vicepresidenta cuando se le pregunta sobre este enfrentamiento responde con evasivas sin manifestar unidad de criterio y ya no es la misma que salía a la par del señor Arévalo a defender la democracia antes de la toma de posesión. Eso, deja en el ambiente muchas dudas, especialmente porque, como en Perú, la instrumentalización del poder judicial y la fiscalía ha provocado una seguidilla de presidentes llegando a tener hasta cinco presidentes en un periodo de seis años y la actual presidente pende de una investigación judicial que, de prosperar, tendría que dejar el cargo. A mi manera de ver, la presidencia del señor Arévalo se ha debilitado a medida que avanza en el ejercicio del poder, especialmente porque ha perdido legitimidad y con actuaciones como la ultima saliendo en defensa de un exministro con reacciones hepáticas declarando que no acatará el ejecutivo, ordenes judiciales que considera ilegales como un allanamiento, hace pensar lo mal asesorado que ha estado y que, de seguir con los consejeros nóveles, neófitos o mal intencionados hace pensar que difícilmente terminará el periodo presidencial.

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