En el comienzo de un nuevo año, una carta para usted, aunque yo no lo conozca
Logos
Usted es un grandioso suceso en el colosal devenir del Universo. Es más grandioso que cualquier planeta, que cualquier estrella, que cualquier galaxia o que cualquier impresionante grupo de galaxias.
Usted no es meramente un conjunto orgánico de átomos de oxígeno, carbono, hidrógeno, nitrógeno, calcio y fósforo, arrojado en un Universo con un espacio infinito en todas las direcciones y un tiempo infinito hacia el pasado y hacia el futuro. Y sería lícito creer que su ser no es obra de la casualidad, sino de un divino designio providencial.
Usted es esencialmente un ser espiritual, un ser consciente de usted mismo y del Universo mismo; pero él, el Universo, no es consciente ni de él mismo ni de usted. Usted se erige sobre ese Universo como un árbol majestuoso se erige sobre el suelo. Por su corporeidad usted es un ser de la Naturaleza; pero por su espiritualidad es un ser que trasciende la Naturaleza.
Usted es una asombrosa novedad. Quiero decir que nadie que hubiese podido contemplar el Universo hace mil, diez mil o trece mil millones de años, hubiese podido atisbar que usted nacería. Usted es precisamente un fabuloso ser que ha surgido impredeciblemente en el acontecer universal.
En casi 315 mil años de historia de la humanidad han vivido más de cien mil millones de seres humanos; y usted ha sido uno de ellos. Su oportunidad de haber nacido ha sido su oportunidad, y la de nadie más.
Usted es un ser único, y por eso mismo, irrepetible e insustituible. Usted es único: sea usted quien sea, no hay nadie más como usted mismo. Usted es irrepetible: aunque nazcan miles de millones de seres humanos, nadie podrá ser como usted es. Usted es insustituible: nadie puede adoptar su ser, ni, por consiguiente, tener la arrogancia de proclamar que es usted. Es usted el privilegiado poseedor de una absoluta identidad, una suma concreción y una plena individualidad.
Usted es un rico jardín, un fecundo manantial, un espléndido racimo de enormes posibilidades de ser, de tener y de hacer. Hay en usted magníficas potencialidades, que son grandiosos tesoros exclusivamente suyos, con los cuales puede beneficiarse usted mismo y beneficiar a su prójimo, y contribuir a que el mundo sea mejor.
Usted es el mejor recurso del que usted puede disponer para lograr sus más valiosas finalidades. Usted mismo es el recurso que le confiere valor a cualquier otro recurso. O permítame expresarme de otra manera: su mayor riqueza es usted mismo. Hay varios motivos por los cuales usted puede ser feliz. Uno de ellos es precisamente que usted es poseedor de esa riqueza, y solo por ella su vida es ya digna de ser vivida.
Post scriptum. La improbabilidad de que usted naciera era casi infinita. Empero, usted nació: triunfó sobre aquella improbabilidad; y es un fantástico milagro viviente, tan solo porque advino al mundo y lo enriqueció con su ser.

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