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Una Cuestión de Interés Nacional

Zoon Politikón

El diferendo territorial y marítimo entre Guatemala y Belice no es solo una cuestión histórica; afecta directamente a los guatemaltecos al limitar las oportunidades de desarrollo económico, el acceso a recursos naturales y la seguridad en el Caribe. En este momento, el caso está en manos de la Corte Internacional de Justicia (CIJ), y su resolución no solo definirá el futuro de los territorios en disputa, sino que también influirá en el acceso de Guatemala a recursos marítimos vitales que podrían transformar nuestra economía y ofrecer nuevas oportunidades a nuestra gente.

Históricamente, el territorio de Belice formó parte de la Capitanía General de Guatemala bajo dominio español, y acuerdos posteriores reconocieron esa soberanía hasta la ocupación británica. A pesar de la ocupación británica en el siglo XVIII, acuerdos como el Tratado de Londres de 1786 reafirmaron la soberanía española, que luego fue heredada por Guatemala tras su independencia en 1821. Aunque el Tratado Anglo-Guatemalteco de 1859 delineó límites, no transfirió soberanía y contenía una cláusula de cooperación que Gran Bretaña nunca cumplió. La declaración unilateral de independencia de Belice en 1981 violó principios internacionales, como la Resolución 1514 de la ONU sobre descolonización, dejando a Guatemala con un reclamo jurídico sólido y vigente. Comprender este contexto histórico no es solo importante; es esencial para que todos los guatemaltecos puedan ver la legitimidad de nuestra posición ante la CIJ.

Desde el punto de vista económico, el diferendo tiene un componente marítimo crucial. Guatemala cuenta con un litoral caribeño limitado, lo que restringe nuestro acceso a recursos estratégicos como la pesca, los hidrocarburos y los minerales submarinos. Resolver esta disputa podría ampliar significativamente nuestra zona económica exclusiva (ZEE), otorgando derechos esenciales que impulsen el desarrollo económico y la proyección internacional de nuestro país. Las aguas que rodean Belice son cruciales para expandir el turismo, fortalecer el comercio y garantizar la seguridad alimentaria, elementos clave para un desarrollo sostenible. Si se gestionan adecuadamente, estos recursos pueden convertirse en un motor de desarrollo sostenible y traducirse en beneficios tangibles para nuestra población, desde la creación de empleos hasta el fortalecimiento de nuestras comunidades costeras.

Sin embargo, el impacto de la resolución del diferendo va más allá de la economía. Está intrínsecamente ligado a nuestra capacidad de gestionar los recursos de manera sostenible. Un fallo favorable permitiría diversificar la economía al fomentar la creación de empleos en el sector pesquero, la modernización de puertos y el desarrollo de la industria del ecoturismo en las comunidades costeras. Los ingresos derivados de la explotación sostenible de recursos marinos y terrestres podrían reinvertirse en áreas críticas como infraestructura.

Es un requsito fundamental que la ciudadanía guatemalteca esté plenamente informada sobre este diferendo y sus implicaciones. La falta de educación adecuada sobre los argumentos históricos, jurídicos y económicos puede generar desinformación y apatía, debilitando nuestra posición ante la CIJ. Por ello, se requiere implementar campañas educativas en escuelas y universidades, así como estrategias digitales que movilicen a las nuevas generaciones. Las redes sociales, con su alcance masivo, son una herramienta poderosa para generar conciencia y fomentar un debate informado sobre el tema. La información es poder y, en este caso, puede ser la diferencia entre la recuperación de derechos históricos y el mantenimiento del statu quo.

La participación activa de los ciudadanos coadyuvaría a la causa para exigir transparencia en el manejo del caso. La participación no debe ser pasiva; cada uno de nosotros tiene el deber de ser un defensor informado y comprometido de esta causa nacional.

El diferendo con Belice no debe ser visto como un tema distante o irrelevante. Resolver este conflicto no solo fortalecerá nuestra soberanía, sino que también mejorará las condiciones económicas y sociales de millones de guatemaltecos, posicionando a nuestra nación como un actor clave en la región. Para lograrlo, es indispensable que cada guatemalteco asuma un rol activo.

El diferendo con Belice es una oportunidad para transformar Guatemala. Su resolución abriría nuevas puertas hacia un desarrollo sostenible. Belice y el mar no son solo un reclamo histórico; son la clave para garantizar un futuro de prosperidad y dignidad para todos.

Resolver el diferendo no es solo un deber jurídico; es una causa que nos une como nación. Los ciudadanos tienen en sus manos la responsabilidad de informarse, participar y exigir acciones concretas que garanticen el desarrollo sostenible y la defensa de nuestra soberanía. La historia está llena de ejemplos donde la falta de interés y de participación ciudadana ha llevado a la pérdida de derechos y oportunidades.

La ciudadanía debe ser el motor que impulse la defensa de los derechos de Guatemala. La causa del diferendo con Belice es una causa nacional que debe resonar en cada rincón del país, y es responsabilidad de todos contribuir a su resolución. 

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Edgar Wellmann

Profesional de las Ciencias Militares, de la Informática, de la Administración y de las Ciencias Políticas; Analista, Asesor, Consultor y Catedrático universitario.