Futuro del trabajo en Centroamérica, el debate inconcluso de la región
Sueños…
La discusión de quien promueve el desarrollo de mejor forma: la cultura o la economía es un debate que desvela a los más influyentes pensadores del mundo. En el momento actual el Banco Mundial lo pone en la mira en el momento que la nueva presidencia de Estados Unidos deja entrever un viraje radical de las relaciones internacionales de los diversos países, naciones e ideologías. El Banco lanzó en enero su propuesta del Futuro del trabajo en Centroamérica y Dominicana.
La cultura la entendemos como los valores y actitudes que una sociedad inculca a su gente por medio de los mecanismos socializantes: hogar, escuela, iglesia, universidad, grupos sociales, deportes, idiosincrasia, palabras con que se comunican.
Algo que preocupa a los analistas es el hecho real de que de cerca de 200 países que existen en el mundo solamente 32 son desarrollados y un pequeño grupo tienen algunos indicadores de clase media, pero el resto más del centenar se mantienen en el atraso más inverosímil del planeta. Entre ellos el cuarteto del norte del centro de América.
Los mercados laborales de América Central y la República Dominicana enfrentan enormes desafíos, del atraso de siglos. Mientras que el mundo desarrollado realiza cambios constantes en lo económico, político, social y con la naturaleza, el cambio estructural en la región es nulo, estos cuatro países se mantienen en un estancamiento histórico inmemorial.
En una época que entramos en una nueva etapa de la historia humana, los países ven absorbido su empleo por el sector servicios. Los servicios pueden orientarse a segmentos de altos salarios y mejores beneficios, o seguir la rutina centroamericana caracterizada típicamente por trabajos de baja productividad y remuneración. No se nota ni el liderazgo, ni la intención de realizar reformas laborales y educativas que permitan pasar a otro nivel laboral.
Los aliados de la región se escandalizan de la falta de acceso a la protección social y el histórico estancamiento de los salarios. Se notan, según indicadores de Cepal, Banco Mundial, FMI, etc., las bajas tasas de participación de mujeres y jóvenes en la fuerza laboral indican que una gran parte del capital humano de la región no está incorporado a su mercado laboral. Los apoteósicos flujos de emigración de los países del istmo, y la capacidad de estos migrantes para adaptarse a ritmos de más elevada productividad en Estados Unidos y Europa, indican que algo está mal en los mercados laborales de Centroamérica y en sus políticas de desarrollo social.
Con las excepciones de siempre, el empresarial centroamericano carece, en general, de dinamismo para crear empleos de alta calidad. Con poderosas organizaciones de grandes empresarios casados con ideologías añejas conservadoras, no ven que su futuro sería mejor con una visión de construir repúblicas democráticas. Ello genera enormes mercados informales, con elevadas barreras a la entrada, lo que significa mercados poco competitivos.
El informe del Banco analiza los desafíos de la fuerza laboral, país por país. En el caso de Costa Rica, son de poner atención la elevada tasa de desempleo, las disparidades de género en el desempleo y la participación en la fuerza laboral (PFL); que inciden en altas tasas de desempleo juvenil y de jóvenes que no estudian ni trabajan, los déficits de habilidades, particularmente en sectores de alto valor y la más preocupante la enorme tasa de deserción de la escuela secundaria, ya casi el 60% de la población abandona la secundaria.
En el caso de Guatemala, una tasa de participación laboral -PFL-, muy baja. En los sectores indígenas el desempleo es elevado, el empleo estacional los perjudica, su imperceptible vida estadística. Hay grandes disparidades de género en la PFL; altas tasas de ninis, (ni trabaja, ni estudian), relacionado con el gran mercado de la droga y las remesas, estas últimas generan un nivel de vida de subsistencia eterna que no motiva a buscar trabajo ni estudiar. Enormes brechas en la calidad y cantidad de la educación, educación obsoleta que tiene décadas de atraso, especialmente en las zonas rurales dominadas por caciques ladinos, así como escasa movilidad social lo que presiona la migración prominente.
Ingresos per cápita altos y productividad
Los economistas del Banco Mundial, que no podemos acusar de izquierdistas, señalan que “Costa Rica, Panamá y la República Dominicana son los países de ingreso más alto y mayor productividad de ACRD. El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua, por el contrario, han permanecido relativamente estancados en las últimas dos décadas, con mejoras de productividad apenas modestas”. Aseveran que “ACRD incluye países con diversos niveles de desarrollo económico. Panamá, el único país de ingreso alto de la región, tiene un producto interno bruto (PIB) per cápita cinco veces más alto que el de Nicaragua y Honduras, los países menos adelantados de la región”. Un panameño en un mes produce lo que producen cinco nicaragüenses o cinco hondureños. Un costarricense, en el mismo mes, produce lo que producen cuatro de esos mismos países.

Ese gráfico nos muestra la urgencia de reformas estructurales en lo económico, social y natural de esos países. Aunque Guatemala y El Salvador están mejor que Nicaragua y Honduras son países estancados en el tiempo, nunca crecen.

Conclusión sesgada
Es difícil sostener a estas alturas del crecimiento que exista una relación directa de causa y efecto entre distintas variables y relaciones reales en los mercados nacionales e internacionales. Lo que evidencian los datos de los organismos internacionales es que la inversión en educación y salud de calidad, así como la existencia de salarios mínimos acordes a los promedios de los países más avanzados provocan mejoras en la productividad. Y por supuesto al elevarse la productividad la población se orienta a mejoras en la calidad de sus conocimientos y destrezas.
El famoso Banco Mundial certifica que “los países de ingreso alto de la región crecieron más durante las últimas dos décadas que los de ingreso bajo. Tras comenzar el período con un PIB per cápita similar al de Panamá, Costa Rica creció más lentamente que su vecino del sur, mientras que la República Dominicana alcanzó a Costa Rica. El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua crecieron con lentitud y no lograron recuperar el ritmo de crecimiento.”
En países fracturados por confrontaciones ideológicas permanentes, alejadas de las nuevas formas de ver el mundo es indispensable recuperar la unidad de la política gubernamental, así como la efectividad con que se pone en práctica. El Estado se debilita cuando la mayor parte de los ciudadanos ya no se sienten representados por los dirigentes tradicionales. Es importante una drástica reforma para mejorar el entorno cultural dentro del cual los dirigentes de organismos públicos obtienen sus posiciones, parece un sueño, pero recuperar una visión de progreso para todos y protección de la naturaleza siguen siendo el único camino para no perdernos en la mediocridad y la destrucción del planeta.

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