OpiniónColumnas

La Ilusión de una Constitución

Si pequeña es la Patria, uno grande la sueña.
Rubén Darío

En la década de 1980, un grupo de cubanos solicitó a Milton Friedman un plan para rescatar la economía de Cuba, a partir del momento en que Fidel Castro dejara el poder.

Friedman les dijo: “Hablen con el guatemalteco Manuel Ayau. Les dará la misma asesoría, pero les cobrará menos.”

Ayau les expuso su concepción: “La economía no se puede planificar. La economía de mercado no es un modelo económico, sino es lo que surge cuando los derechos individuales se respetan”.

Y les aconsejó crear un régimen jurídico constitucional que garantizara los derechos y que limitara el poder de los gobernantes; el resultado sería una economía próspera.

Con ese espíritu, en el 2006, Ayau se propuso reformar 72 de los 281 artículos de la Constitución Política de Guatemala.

La propuesta consistía en instituir un régimen legislativo bicameral, en el cual el derecho privado sería competencia de una cámara y el derecho público, de la otra.

Ayau fundó una asociación civil y me contrató para ser su asistente personal.

Trabajamos durante cuatro años.

La propuesta fue objeto de intensa oposición. _La Comisión de Legislación y Puntos Constitucionales_ del Congreso, emitió un dictamen hostil. El pleno del Congreso de la República nunca conoció la propuesta.

Poco antes de su muerte, Ayau había solicitado a los miembros de la asociación que fuera disuelta.

Pasó el tiempo. Decidí salir de Guatemala. He trabajado en construir mi negocio en Australia. Sin embargo, he tratado de entender la causa por la cual Guatemala está atrapada en la pobreza, la inseguridad y la corrupción.

¿Qué hace que Guatemala no sea tan segura como Singapur?

¿O que México no sea tan próspero como Irlanda? ¿O que los cubanos no sean tan libres como los australianos?

¿Será el legado de Hernán Cortés? ¿Será la influencia de Rousseau o de Marx?

Una nueva Constitución no cambiará nada si se persiste en creer que la Constitución es un contrato social cuya soberanía se afirma en la voluntad general, y que los representantes del pueblo dirigen esa voluntad.

¡Cuánto daría por retornar en el tiempo y ver a mi mentor, Manuel Ayau, y abrazarlo y razonar de esto con él!

Era suficientemente inteligente como para cuestionarlo todo, incluso su propia propuesta.

Fue un hombre valiente. Lo recuerdo con cariño.

Area de Opinión
Libre emisión del pensamiento.