Canto Planetario

Para mi amigo, Carlos Javier Jarquín
El viento no es,
sino una canción,
una estatua de la noche,
la colmena de sentidos
que se hallan
al final de la existencia.
En tactos invisibles,
en pasos inaudibles,
todos esperan zarpar
algún día
de la mano del amigo.
El silencio de su fortuna
es fácil de reconocer,
pero difícil de preservar;
se pierde con la ambigüedad.
El amigo contiene a las flores
en su belleza de siglos,
para hablar de la tierra
y la libertad.
La voz del amigo
despierta
montañas de ecos,
verdades que crecen
en el libro más leído,
la lámpara encendida,
el secreto de las nubes,
la espada y la templanza,
la resistencia de los lirios…
La hora o el país importan
poco; el viento es amigo,
una noche estrellada,
un epitafio, un viaje en bálsamo,
un caballo sediento por el prado,
una calle desolada y oscura
que, en espera de la luz,
se adentra en su propia oscuridad
hasta su origen
más y más, hasta descubrir
que el viento es uno y lo mismo:
una canción que regresa siempre
al mismo lugar.
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