El Juicio Injusto: Una Mirada desde la Empatía
Desde La Ventana De Mi Alma
¿Cuántas veces hemos juzgado a alguien sin conocer toda la historia? Es fácil caer en la trampa de evaluar a los demás basándonos solo en lo que vemos o escuchamos, sin detenernos a reflexionar sobre las razones que los llevaron a actuar de determinada manera. En ese juicio apresurado, olvidamos lo más esencial: la empatía.
El libro de Levítico 19:15 nos recuerda: «Juzga a tu compañero justamente». Los comentaristas clásicos interpretan esto como una invitación a mirar con benevolencia las acciones de los demás, a interpretar sus palabras y hechos desde la comprensión, no desde la condena. Y es que, mucho antes de que la psicología cognitiva explicara el impacto de nuestros pensamientos en nuestras emociones, ya estaba escrito que no es lo que otros hacen lo que nos afecta, sino cómo interpretamos sus acciones.
Cuando asumimos lo peor sobre los demás, creamos un ambiente hostil en nuestras relaciones. La crítica y el prejuicio se convierten en barreras que nos separan, generando desconfianza y conflictos innecesarios. En cambio, si practicamos la interpretación positiva, si damos el beneficio de la duda, no solo cultivamos paz en nuestra mente, sino también en nuestros vínculos con los demás.
Juzgar favorablemente no significa ser ingenuos o ignorar los errores ajenos. Significa no apresurarnos a condenar sin pruebas, buscar entender antes de señalar y, sobre todo, reconocer que muchas veces nosotros mismos podríamos haber actuado igual si estuviéramos en la misma situación.
Estrategias para evitar el juicio injusto:
Ponerse en los zapatos del otro. Antes de criticar, trata de imaginar su historia, su carga emocional y sus razones.
Evitar la doble moral. Somos indulgentes con nuestros errores pero duros con los de los demás. Pregúntate si juzgarías con la misma severidad si fueras tú quien estuviera en esa situación.
No apresurarse a emitir un veredicto. La realidad es más compleja de lo que parece a simple vista. No podemos basar nuestra opinión en evidencias insuficientes.
Por ejemplo, imagina que un compañero de trabajo renuncia para aceptar un empleo mejor remunerado. Puede parecer una traición a la empresa que lo apoyó, pero ¿y si tiene una familia que mantener, deudas que pagar o sueños que cumplir? Antes de señalarlo, pregúntate: ¿yo no habría hecho lo mismo si estuviera en su lugar?
En un mundo donde la crítica es inmediata y despiadada, la empatía es un acto revolucionario. Al final, no se trata de justificar lo injustificable, sino de aprender a mirar con el corazón antes de emitir un juicio.

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