La gestión ambiental es un tema proscrito en Guatemala
Barataria
Hace muchos años a menos de 30 kilómetros de la Ciudad de Guatemala existía un lago al cual se podía ir de paseo local familiar de fin de semana. Muchos eran los pobladores de la capital que acudían a disfrutar de las delicias culinarias que se vendían a la orilla de lago con aquellas mojarras, ese tipo de pescado tradicional que se consumía del mismo lago. Ya sea en trasnporte público seguro en aquella época, como algunos que se animaban en viajar en tren (aunque más tardado) acudían felices a ver el famoso lago de Amatitlán. Era un sitio de turismo local, además muchos iban a pescar en la madrugada y lograban llenar algún cesto con los peces del lago. Amatitlán era motivo de orgullo nacional puesto que no solo era sitio obligado de turismo local, sino que además este mismo lago era reconocido en tiempos coloniales, tal y como lo mencionada con una belleza excepcional Fuentes y Guzmán en su obra Recordación Florida.
Hoy en día, el lago de Amatitlán va camino a convertirse en un pantano, ya no se puede pasear por allí, el turismo local terminó abruptamente y la entrada de basura y desechos sólidos que provienen del río Villalobos, y que es contaminado por la mayoría de municipios que circundan el lago. Para “salvar el lago” se creó una institución la Autoridad para el Manejo Sustentable de la Cuenca y Lago de Amatitlán -AMSA- que solo ha sido un nido de corrupción, robo descarado y distracción de millones de quetzales a bolsillos particulares.
Lo anterior refleja una mala política pública del Estado de Guatemala en relación con la conservación del medio ambiente. Guatemala ha promulgado muchas leyes relacionadas con la conservación del medio ambiente. En efecto, muchos no recordarán que en los años noventa se promulgó una ley que obligaba a los vehículos a obtener una calcomanía medioambiental tras pasar un procedimiento que determinaba las emisiones tóxicas y que año con año debería de obtenerse, existiendo muchos que protestaron indicando que “no tendrían dinero para comprar un catalizador para su coches”, el “bondadoso” presidente Alvaro Arzú, procedió a derogar esa disposición que en realidad era vanguardista y podría haber mejorado la calidad de aire en las ciudades especialmente en la ciudad de Guatemala, pero “no compraba votos” y al señor Arzu le interesaban votos no un medio ambiente saludable. Así, hablar de leyes medioambientales es muy aburrido sobre todo porque han quedado en el papel nada más pero hay leyes para todos los gustos, leyes que obligan a las Municipalidades a tener un manejo sustentable de los desechos solidos que van a parar a ríos, lagos en todo el país, leyes como la ultima que obliga a clasificar la basura en fin podemos hablar todo el tiempo.
Lo cierto es que Guatemala no tiene ninguna política pública sobre la conservación del medio ambiente. Desde el Gobierno de Guatemala, que parece impávido ante los desastres ambientales, especialmente soy muy crítico con el actual gobierno que, pese a querer desmarcarse de sus antecesores está haciendo exactamente lo mismo que los demás, es decir cero en la asignatura ambiental.
Las leyes de conservación del medio ambiente siempre tendrán mucha oposición porque es algo que requiere de reeducación de la población. Una ley que obligue a no tirar basura, a no crear basureros clandestinos, o que promueva la clasificación de los desechos nunca va a ser bienvenida. Una ley que obligue a no lanzar los desechos solidos o las aguas servidas a los ríos o lagos nunca va ser aceptada. Una ley que obligue a las industrias a no lanzar sus desechos a los ríos, siempre va a ser rechazada. Especialmente si todas estas leyes mencionadas anteriormente tienen como consecuencia la imposición de multas. La población necesita reeducación y eso trae consigo resistencia, especialmente si para ello se debe gastar más. Así las cosas la legislación ambiental es objeto de oposición desde la población que no ve una retribución a las acciones, pero que en realidad se reflejará en una mejor calidad, hasta los Alcaldes que ven que las leyes ambientales no les generan votos, porque una carretera se ve y todos los habitantes la notan, pero un drenaje o una planta de tratamiento de aguas servidas no se ven y por ello, los Alcaldes prefieren andar inaugurando aunque sea un chorrito de agua que una planta de tratamiento de aguas servidas.
Pero lo cierto es que la riqueza natural de Guatemala esta en riesgo permanente porque el Estado y tanto gobernante cuya gradación va entre lo estúpido y lo corrupto, no le ha importado conservar esta riqueza natural y por lo tanto no le importa si mañana talan todo un bosque para construir un residencial, o si una Municipalidad decide lanzar a un rio o lago las aguas negras. El presidente y los Alcaldes de Guatemala, salvo pocas excepciones de estos últimos, creen que los recursos naturales no se agotan, no se terminan y siempre van a estar allí, creen que los ríos y lagos no se contaminan con lanzar aguas servidas, desechos sólidos y basura sino que siempre estarán allí o consideran que talar un bosque hoy mañana ya estarán otra vez todos los arboles crecidos o frondosos. Es decir que estos funcionarios junto a otros tantos, creen que la luna es de queso y el sol de mantequilla, creen que nunca se agotan los recursos naturales y casos como el del lago de Amatitlán, son casos aislados sin considerar que ayer fue el lago de Amatitlán, ahora esta en proceso el Lago de Atitlán y mañana posiblemente va a ser el lago de Izabal y el lago Petén Itzá para concluir con agotar los recursos acuíferos además de los ríos.
De seguir esa estúpida política de que si hacen una protesta que paraliza un país lo mejor es retrasar o modificar la aplicación de las leyes en lugar de privilegiar la aplicación de la ley para beneficio colectivo y no privilegiar la oposición de un grupo porque “ya no les salen las cuentas”, porque “vamos a perder dinero”, porque “ya no vamos a ganar lo mismo” entonces siempre vamos a tener un país con cero en la asignatura medioambiental. Esa política estúpida de no privilegiar el beneficio colectivo de las leyes por considerar el beneficio de sectores ha llevado a Guatemala en no aplicar leyes que a la larga están haciendo un grave daño al país.
Al día de hoy, ya muchos ni siquiera recuerdan el lago de Amatitlán pero que sirva de ejemplo como un monumento a la suciedad de tanto político mafioso y tramposo, además de corrupto que asume los cargos públicos y no le importa más que distraer los dineros públicos para lo que no es, porque el mayor contaminante del lago de Amatitlán al día de hoy sigue siendo la Municipalidad de Guatemala cuyo alcalde el señor Quiñonez no hace nada por evitar que dicho pantano siga contaminándose, no le importa, pero si le interesa que funcionarios bajo su cargo ganen miles de miles de quetzales sin, prácticamente hacer nada. Mañana, ya nadie recordará que el lago de Atitlán fue llamado el mas bello del mundo por su conjunto de lago y volcanes. Dentro de unos años nadie recordará que Petén era un departamento verde y que toda Guatemala tenía un clima envidiable por su riqueza y entorno natural. Todo porque al Estado no le interesa ninguna política ambiental y eso de que existe un Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales que no tiene una función muy clara más que estar dando licencias a diestra y siniestra sin reparar el daño ambiental.
Escenas como la de los recolectores de basura cerrando calles en oposición a una regulación relacionada con el medio ambiente con la esperanza de que se quede sin efecto o de un Alcalde que fue apoyado para llegar a la presidencia de la Asociacion Nacional de Municipalidades por el mismísimo presidente de la República y que aparece en abierta oposición a la misma regulación porque en lugar de apoyarla porque es una medida que mejoraría la gestión ambiental, solo demuestran que en Guatemala no se privilegia una ley con beneficio colectivo en materia ambiental porque en Guatemala ese tema no le interesa a nadie, salvo que se inviertan millones de quetzales los cuales nunca van a parar a proyectos de sustentabilidad ambiental, sino a los bolsillos de aquellos que ahora se oponen. Si el gobierno destinara millones de dinero público para que las Municipalidades invirtieran en materia medioambiental seguramente muchos Alcaldes apoyarían la idea, algunos con el objetivo claro de mejorar el medio ambiente de sus respectivos municipios, pero muchos y lamentablemente la mayoría les brillarían los ojos buscando comprar aquella “agüita mágica” usada para “limpiar” el lago de Amatitlán cuyo costo fue de muchos millones de quetzales de dinero público. ¿Serán capaces?

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