Hasta dónde nos puede llevar esta espiral del desprecio por lo público
Lugar Hermenéutico
Casi a finales del siglo XX, 1995 para ser más precisos, Guatemala se abrió de par en par a su propio proceso de reformas estructurales, concebidas como ese conjunto de medidas que buscaban impulsar la economía a través de la desregularización y liberalización de los mercados, medidas impulsadas principalmente por el Banco Mundial y otros organismos multilaterales de financiamiento o mejor dicho, de endeudamiento para el tercer mundo.
Años atrás, el vecino del norte, México, había iniciado su propia entrega de empresas estatales a camarillas de empresarios cercanos al PRI, de donde emerge una de las grandes fortunas a la sombra del poder, como la del Sr. Slim, por mencionar quizá el caso más visible.
Con discursos como la mejora de la eficiencia, promover la productividad y aumentar el crecimiento de participación, el gobierno de Álvaro Arzú continua con el embate de privatización de servicios públicos, emulando lo que años atrás había iniciado con Aviateca el Sr. Vinicio Cerezo.
Como sucede en toda sociedad mercantilista, lejos de procesos serios o con visión de Estado, la venta de empresas estatales o concesión de servicios públicos se da privilegiando a los amigos, financistas de campaña, a la familia o grupo cercano a la camarilla del poder gobernante.
Sobran los ejemplos, sin embargo, quizá, el más emblemático, fue el de la privatización de las telecomunicaciones del país, la venta de GUATEL, significó un severo golpe para el sector público, dado la cantidad de recursos que esta empresa proveía para suplir las carencias de otras instancias públicas, si bien es cierto los servicios ofrecidos en su momento por GUATEL, esta empresa estatal, eran de pésima calidad, lejos de aplicar una reingeniería o la transformación a una empresa mixta, se privilegió la venta, o más bien el traspaso al magnate mexicano de la telefonía, el antes citado Sr. Slim, o sea que ni siquiera eso, ni siquiera se tuvo la pericia de que la ganancia se quedara en el país, anualmente solo sabemos de los millones de dólares que esta empres genera y que salen del país sin ningún retorno.
Pero la misma suerte, corrieron BANDESA, FEGUA, PROLAC, FLOMERCA, EL CORREO, y otro montón de ejemplos que podrían citarse, sin embargo, lo importante de resaltar, es el desprecio por lo publico en lo cual, los gobernantes de turno han venido por más de 30 años y hasta donde nos ha llevado.
Más bien pareciera que la ineficiencia e ineptitud en la administración de un servicio público, es para crear un entorno favorable que nos prepare para una próxima concesión de un servicio público o privatización de una empresa estatal.
Para muestra el abandono en el que se encuentra la infraestructura vial del país y la manera en la cual se añoran los tiempos del peaje de la autopista Palín Escuintla, no obstante, la empresa que administro por mas de 25 años esta carretera no invirtió un solo centavo en su construcción, sin embargo, se llevó el 99% de los ingresos.
Una investigación del diario plaza pública, referencia como el gobierno en 1997 a través del contrato 642-97 le entregó a una empresa hasta ese entonces desconocida, Marhnos, S.A., la concesión de la autopista Palín-Escuintla, después de que se construyó con fondos públicos. El gobierno sólo recibió el 1 % en regalías.
Esto se traduce, que, en el tiempo los ingresos de estos “empresarios”, superaron los dos mil millones de quetzales, mientras que el Estado de Guatemala, quien financio esta construcción no llego a percibir ni siquiera 25 millones de quetzales, algo para amortiguar el endeudamiento de dicha obra.
Valga recordar que la construcción de la autopista Palín-Escuintla costó US$210 millones. El Estado de Guatemala la construyó en 1997 con un préstamo de US$50 millones del Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE), préstamo que todos pagamos, en el entendido que nosotros pagamos y la empresa, Marhnos, S.A, cobró, gastó y disfrutó.
Concesiones claro que sí, Alianzas Publico Privadas, también, pero con inversión y financiamiento de privados, no se vale seguir endeudando a los bisnietos que ni siquiera piensan en nacer, con tanto préstamo, si ello va a servir para construir infraestructuras o mejorar servicios que luego serán privatizados, por favor un poco de coherencia y sentido de dignidad.
El descalabro de la red vial del país, la inmundicia de los ríos, el caos de las prisiones y la seguridad, son solo algunas señales de un mal presagio, quisiera equivocarme del pensar que todo es la preparación de imaginarios para que “oh sorpresa”, se dará en concesión de estos servicios a privados, pero la inversión la hace el Estado, o sea construcciones o desarrollo de infraestructura, financiadas con deuda pública, como siempre Juan pueblo, pagando pero solo agachamos la cabeza y los hombros. ¿Hasta dónde, hasta cuándo?

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