El Palacio de Topkapi en Estambul
Editado Para La Historia
El 19 de mayo de 1453 caía la orgullosa Constantinopla, capital que había sido del gran imperio de Bizancio. Desde hacía ya siglos iba perdiendo poco a poco territorios que tomaba para sí una tribu procedente de Asia Central, los otomanos. Solo quedaba aquel gran reducto, fruto de la división del Imperio Romano en Imperio de Oriente e Imperio de Occidente. Había vivido mucho este imperio de Oriente, casi 1000 años, y había conquistado tierras y enormes riquezas.
Constantinopla parecía inexpugnable con sus tres sistemas de murallas, pero lamentablemente, pocos años antes, habían sido dañados por un fuerte terremoto. Por el norte por tierra y por el mar lograron los invasores entrar a la vanidosa y gloriosa capital. Tan pronto como en 1460, en el lugar donde había estado la Acrópolis de Constantinopla y por ser un lugar privilegiado, dominando el Mar de Mármara y el Estrecho del Bósforo, sobre la colina más alta, allí el sultán Mehmed II el Conquistador, comenzó a construir lo que sería no solo su palacio, sino también la sede administrativa de su gobierno, el lugar donde establecer su harem y cuatro enormes y hermosos patios, amén de muchos otros edificios administrativos y jardines.
Los trabajos se terminaron en 1465. A partir de ese momento fue la residencia oficial de casi 300 sultanes que se sucedieron. Así estuvieron las cosas, hasta 1853 cuando, más en el estilo occidental, se construyó un nuevo palacio, el de Dolmabahçe, por el sultán Abdulmecid I quién había recibido una educación europea. No por ello Topkapi perdió toda su importancia, puesto que continuó siendo establecimiento para la administración. Si bien las obras de Topkapi terminaron en 1465, es necesario decir que cada sultán que vivió en este palacio agregó edificaciones o realizó modificaciones. En particular, después del gran terremoto de 1509 y del gran incendio de 1665.
Al igual que el Kremlin, el Palacio de Topkapi es un complejo arquitectónico compuesto por cuatro patios principales y numerosos edificios anexos habiendo vivido aquí hasta 4000 personas en el apogeo de la época imperial, sobre un territorio aún mayor que el que ocupa el palacio en nuestros días. Es importante señalar que, en uno de los edificios, la Antigua Cámara Privada del palacio, se conservan reliquias sagradas del islam: todo un conjunto de objetos enviados al sultán otomano desde el siglo XV hasta el XIX. Aquí podemos ver la capa del profeta Mahoma, un recipiente que perteneció a Abraham, el turbante de Josué, el bastón de Moisés, la espada de David, pergaminos que pertenecieron al apóstol Juan y la huella del pie de Mahoma.
El sultán recibía en la Sala del Trono, que en Topkapi llevaba el nombre de Sala del Diván. En la época de Solimán el Magnífico, su esposa Roxelana había mandado a hacer una ventana con una celosía. Detrás de ella y oculta de las miradas de todos, ella escuchaba las discusiones de estado y después influía sobre su esposo. Importantes son los edificios destinados al harem. Allí llegaron a vivir todas las concubinas, odaliscas y las esposas oficiales del sultán. Tiene un total de 400 habitaciones. Como las chicas llegaban de diferentes lugares del imperio por su gran belleza y a baja edad, también existía una escuela coránica donde se les enseñaba el Corán, costura, danza, música, poesía, idiomas… Varios eran los baños destinados a estas mujeres. Vivían en una jaula de oro, porque no podían salir de esos recintos.
El único hombre completo que podía entrar al edificio del harén era el Sultán. Los otros hombres eran sirvientes, todos eunucos negros que no conservaban ninguna característica externa de su masculinidad. Había otros eunucos, los blancos, de menor categoría, pero ellos sí conservaban sus atributos masculinos, razón por las que les estaba prohibido acercarse al harem, ya que si bien no podían procrear sí podían tener relaciones sexuales.
Topkapi es un compendio de elementos de arquitectura griega, bizantina, renacentista y evidentemente musulmana. En las edificaciones musulmanas son obligatorios los jardines, las celosías, los azulejos y el agua. Para los musulmanes, el agua es un perfecto elemento de purificación. Las representaciones son todas de plantas y dibujos simétricos, ya que para los musulmanes está prohibido representar a seres humanos o animales.
No es necesario decir que, considerando las grandes posesiones que tuvo el imperio otomano durante sus 600 años de predominio, se pudo agrupar una maravillosa colección de joyas, todas expuestas hoy en día para el disfrute de los turistas. La joya más admirada del museo es el Diamante del Fabricante de Cucharas, un deslumbrante brillante de 86 kilates, montado sobre plata y rodeado por 49 diamantes más pequeños de una rara pureza. Es el cuarto diamante más grande del mundo.
Le sigue en importancia la daga del sultán, con sus 35 cm de longitud y que en un costado tiene tres enormes esmeraldas de gran pureza con medidas entre 3 y 4 cm de diámetros, todas ellas rodeadas por brillantes. En la punta también hay una cuarta esmeralda y, en sus costados, una gran cantidad de diamantes, a modo de ornamento. El resto de la daga está adornado con nácar y diamantes. La historia de esta daga es que el sultán Mahmut I la tenía prevista como regalo de buena voluntad al Sha Nadir de Persia. En camino a Persia, se declaró una revuelta en ese país y los emisarios regresaron a Estambul sin entregar los regalos, razón por la que se encuentra todavía en Turquía.
Ni que hablar de la vajilla, de todo tipo, desde la más sencilla, aunque elegante cerámica a platos de plata y oro incrustados con piedras preciosas. En Topkapi se podían organizar banquetes hasta para 4000 personas, por lo que podemos entender que debería contar con una importante colección de vajilla. De la más refinada porcelana china, pasando por hermosos utensilios de plata y oro hasta cristalería de Bohemia y de otros grandes fabricantes de cristal. Enormes cocinas eran el lugar donde se preparaba la comida de tantas personas.
Estambul es una ciudad maravillosa desde todos los puntos de vista. Es el lugar de encuentro de Oriente y Occidente. Es la única ciudad del mundo que está sobre dos continentes, Asia y Europa, siendo dividida en dos la capital por el Canal del Bósforo. La gastronomía turca es exquisita. En sus bazares se puede encontrar todo tipo de joyas al alcance de todos los bolsillos, especias de los cuatro puntos cardinales del planeta, orfebrería finísima, golosinas de inimaginables sabores, trabajos sobre madera y cuero… Aquellos a los que les gustan las alfombras para pisos, sepan que este es el lugar ideal para comprar maravillosos especímenes. Estambul es mucho más que Topkapi. Los puntos de atracción turística histórica son numerosos. Es una ciudad que uno debe visitar al menos una vez en la vida.
Desde el año 1924, y a instancias del primer presidente de la República turca, Kemal Ataturk, el Palacio de Topkapi es un museo visitado en la actualidad por miles y miles de admirados turistas de todo el mundo.
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